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Opinión

Redacción Capital

Isabel II: 3 lecciones de reputación para líderes empresariales

"La reputación de un líder depende de dos variables principalmente: la capacidad y la personalidad. Ese era el territorio, obviamente, de Isabel II y en él se desarrolló"

Si algo destacó en la vida de la Reina de Inglaterra, recién fallecida, fue su extraordinaria personalidad, capaz de superar 70 años de reinado, los que van desde Churchill, en su etapa de gobierno posterior a la guerra, y la nueva primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, la tercera mujer que accede en la historia al cargo.

Y digo esto porque, a pesar de los recelos iniciales de todo el mundo -incluida su familia- en un país muy tradicional y amante de sus tradiciones -en especial las monárquicas-, Elizabeth Alexandra Mary cumplió con la más importante tradición, la que había inaugurado su antecesora Isabel I y confirmó después la reina Victoria: han sido más longevas, más decididas y más eficaces las mujeres que los hombres en la máxima magistratura inglesa.

La reputación de un líder depende de dos variables principalmente: la capacidad y la personalidad. La primera es más importante normalmente en el mundo empresarial y la segunda en el ámbito institucional, incluyendo el político. Ese era el territorio, obviamente, de Isabel II y en él se desarrolló, siendo además la monarquía la principal institución de ese país.

Pero, ojo, en la empresa, en especial en algunos sectores que tienen exposición directa a los ciudadanos y a la sociedad en su conjunto, como la alimentación, la distribución, la banca, la energía, las telecomunicaciones o la tecnología, la importancia de la personalidad de los CEO en su reputación está viéndose incrementada día a día.

Por esa razón nos preguntamos: ¿qué lecciones de su trayectoria, que estos días vamos a ver repasada a lo largo y ancho de todos los medios de comunicación mundiales, son las más relevantes para aprender de ellas como líderes empresariales? ¿Qué momentos clave afrontó y de qué forma, gracias a una personalidad que fue limando y mejorando a lo largo del tiempo? Recordemos que no nació ni fue educada para reinar…

A mi juicio hay 3 situaciones en su reinado que ella manejó echando mano de dicha personalidad y de los recursos que tenía -pero que también desarrolló- y de las que vamos a extraer también 3 lecciones esenciales para el lector (ejecutivo o directivo que está pensando ‘qué puedo aplicar de los aprendizajes de esta gran mujer que nos acaba de dejar’):

  1. El segundo mandato de un líder como Churchill, ya muy mayor y con un carácter difícil: ser humilde y pragmático. Afrontó una relación difícil con sir Winston, dada la diferencia de edad, de educación y de experiencia. Sin embargo, aprendió rápidamente y decidió formarse para estar a la altura de las conversaciones, siempre manteniendo su posición y distancia como reina y la de Churchill como primer ministro.
  2. El desastre minero de Aberfan (Gales) donde murieron 144 personas, 116 de ellas niños: ser disciplinado pero receptivo. Inicialmente, como en el ejemplo siguiente, se mantuvo distante, pero disciplinada, siguiendo el rol simbólico de la corona que implica no actuar de manera precipitada. Finalmente, se mostró receptiva corrigiendo su error y la semana después de la visita de su marido, viajó al municipio galés y se acercó a la gente.
  3. La muerte en accidente de coche de una siempre frágil, polémica e incómoda Lady Di: ser distante pero cercano. En este caso el buen consejo gracias a la buena relación con Tony Blair ayudó a la reina a recortar el plazo anterior a la mitad, 4 días, y dirigirse directamente a los británicos hablando “de corazón” y de manera personal y humana. La misma emoción que habrán sentido hoy millones de ciudadanos en todo el mundo.

Sin duda, en el caso de la reina recién traspasada la personalidad (por encima de la capacidad que adquirió con el tiempo y para un puesto que tuvo que desempeñar sin esperarlo, siendo aún muy joven) ha sido determinante a la hora de construir y sedimentar una reputación que hoy, en el día de su muerte, todo el mundo reconoce, incluso sus más habituales detractores.

Añadiría un último elemento importante en la reputación de un líder que también podemos extraer como enseñanza de la vida de la Reina Isabel: ética y estética -cuasi sobrenatural a menudo- no han de ir nunca reñidas. Es quizás una de las lecciones en las que más pensará nuestro rey emérito en la distancia, porque los reproches éticos y mucho menos estéticos pueden ser nulos en el caso de Isabel II.

Hablamos de su muerte y si hay una idea que quisiera resaltar, para acabar, es la importancia en la reputación (en el largo plazo, la que de verdad cuenta) de utilizar siempre, precisamente, el conocido análisis ‘post-mortem’, situándose a la hora de tomar de decisiones trascendentales en la siguiente situación: ¿cómo nos gustaría que nos viesen las personas más importantes de nuestra vida y el resto de personas que hemos conocido el día que ya no estemos aquí? La respuesta a esa pregunta del mañana está hoy en sus manos. Mientras tanto, God save the King!

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