El comercio electrónico es una consecuencia más de la revolución digital. Ante su auge, Banco Santander ofrece las claves de cómo comprar, con qué hacerlo y cuáles son las precauciones que hay que tomar
Las compras online se han convertido en algo cotidiano. Se estima que más del 75% de las personas entre 16 y 64 años han comprado bienes y servicios a través de Internet. Un hábito que se ha disparado con la pandemia del coronavirus: apenas un 2% de los españoles asegura no haber adquirido nada a través de canales digitales durante el confinamiento, mientras que un 23% afirma que ahora compra a través de internet con más frecuencia, según el Observatorio Cetelem eCommerce 2020.
El comercio online ha traído muchas ventajas, como la comodidad, la disponibilidad y la inmediatez. Ahorramos tiempo al no hacer falta desplazarse a ningún sitio físico para adquirir productos y servicios; la red también nos permite acceder a las tiendas virtuales en cualquier momento del día y lugar, todos los días de la semana y a cualquier hora; y sólo necesitamos disponer de una tablet, un ordenador, un teléfono móvil o cualquier dispositivo inteligente que tenga acceso a Internet para realizar cualquier compra.
Además, en países como España, podemos utilizar métodos de pago diferentes. El más habitual es la tarjeta (ya sea de crédito o débito), pero existen otras herramientas cada vez más usadas, como PayPal, que ofrece un servicio de pagos seguro en el que el consumidor no comparte su información financiera con el destinatario, aunque su cuenta sí esté asociada a una tarjeta o a una cuenta bancaria.
También Bizum está ganando popularidad en los comercios españoles, gracias a la facilidad del servicio. En esta opción, el usuario solo necesitará conocer el número de teléfono que la organización ha habilitado para ello y, como en el caso del PayPal, no se proporcionan datos relacionados con cuentas bancarias u otros productos financieros. Otra opción es el sistema de contra reembolso, mediante el que la cuantía a pagar se abona en el momento de la recepción del pedido. En este último caso, el consumidor únicamente utiliza la plataforma online de los comerciantes para realizar, gestionar y, en su caso, devolver el material; pero no proporciona información bancaria.
Extremar las precauciones
No obstante, el auge de las transacciones online implica nuevos riesgos, lo que ha llevado a las empresas a extremar las precauciones para combatir posibles fraudes. Es el caso de Banco Santander, que destaca una serie de medidas necesarias para garantizar que el comercio electrónico sea seguro. Entre ellas, revisar la dirección web del comercio electrónico en el que se va a comprar (hay que procurar navegar por sitios web que comiencen por https, no por http). Para realizar una compra, es recomendable acceder a la página web de la empresa, es decir, introducir directamente la dirección en la barra del navegador, en lugar de utilizar enlaces compartidos.
Asimismo, hay que proteger nuestra información y la del equipo con el que realizamos la conexión, por lo que es mejor realizar la compra desde casa o desde la oficina que conectados a una red Wifi-Fi pública. Otra prevención es, si no has realizado nunca una compra o se trata de un sitio nuevo para ti, revisar qué tipo de reputación tiene basándote, por ejemplo, en los comentarios de otros usuarios.. Si se trata de una tienda conocida a nivel general, se debe comprobar que la dirección web del comercio es la correcta, sobre todo si has accedido a la tienda a través de un enlace de texto, email o redes sociales.
También es importante prestar atención a los correos maliciosos. Si la dirección de correo que te ha contactado no es conocida, no has solicitado información o no tienes una cuenta con ellos, no hay que descargar ningún documento adjunto ni pinchar en los enlaces. A veces, un correo electrónico puede tener la apariencia de una marca o empresa conocida, pero en realidad se están haciendo pasar por ella para robar contraseñas o información sensible. En caso de duda, siempre verifica el contenido con el remitente a través de un canal de confianza y no utilices nunca la información incluida en el mensaje.
Contraseñas seguras
Otra recomendación es el uso de contraseñas seguras. Se recomienda poner una clave que esté compuesta por más de tres palabras (passphrase o frase de seguridad). Esto hace que, además de robusta, sea fácil de recordar. Por último, para estrechar el cerco a los delincuentes es fundamental reportar a tu entidad actividades sospechosas o cualquier comportamiento irregular y, si crees que se trata de un perfil con identidad falsa o una web infectada, es conveniente advertir a la empresa afectada o a las autoridades en los canales habilitados para ello. Con ello, se contribuye a combatir posibles futuros fraudes.
Banco Santander, que cuenta ya con más de 47 millones de clientes digitales, ha desarrollado todo tipo de herramientas para informar y proteger a los usuarios de los posibles peligros de ataques en la red con operaciones comerciales y compras online, además de contar con sistemas de seguridad muy avanzados. El banco garantiza que las comunicaciones por donde viajan datos confidenciales están cifradas. Esto significa que, en caso de que alguien consiguiera interceptar una comunicación, no tendría acceso a ella. Por esta razón, tanto en banca online como en algunas zonas de la web, hay formularios de datos encriptados.
Para mayor seguridad, el grupo bancario ofrece la SCA (Strong Customer Authentication), un método para usar cuando se va a efectuar alguna transacción económica. En el proceso, Santander solicita una serie de datos de verificación, lo que ayuda a minimizar el riesgo de fraude. La información requerida puede ser de varios tipos. En primer lugar, de conocimiento. La entidad puede pedir un PIN, una contraseña, una clave o cualquier otra información que solo sepa el titular de la cuenta bancaria. Segundo, de posesión: solicitar objetos en poder del cliente como la tarjeta de crédito o el teléfono móvil, dispositivo al que nos puede enviar un mensaje de texto (SMS), una notificación o un correo electrónico para confirmar la operación. Y, tercero, de inherencia. Esta última es la verificación biométrica que se realiza a través de parámetros físicos como, por ejemplo, la huella dactilar, el reconocimiento facial o el iris ocular. Una vez estén verificados dos de estos tres factores, se dará luz verde a la operación con total seguridad