El turismo es uno de los pilares fundamentales de la economía nacional en España, representando un 13% del Producto Interior Bruto (PIB) y generando más de 3 millones de empleos. Un sector que también fomenta la apertura de negocios como restaurantes, hoteles, tiendas y servicios de transporte, creando empleos, mejorando la calidad de vida de los residentes locales y atrayendo inversiones extranjeras. En concreto, en los últimos dos años y medio España ha reducido su deuda en 200.000 millones de euros y, según informa el Banco de España, casi la totalidad de esta reducción se debe al turismo.
Sin embargo, el turismo atraviesa una época turbulenta de masificación que está generando constantes protestas y ataques dirigidos a los turistas en Cataluña y otros de los destinos más relevantes de nuestro país. Ante esta situación, la Mesa del Turismo de España ha salido en defensa del sector, recordando que contribuye significativamente al bienestar económico y social de España, y ha expresado su profunda preocupación por los recientes acosos y ataques dirigidos a los turistas en algunos de nuestros destinos más importantes.
Aunque la Mesa del Turismo de España valora la libertad de expresión, advierte sobre el crecimiento de ciertos movimientos sociales, no siempre claramente identificados, que han surgido debido a la discusión sobre el incremento del turismo y la escasez de viviendas en algunas comunidades. En su opinión, estos movimientos, en lugar de culpar a los turistas que impulsan nuestra economía, deberían enfocar su crítica hacia las administraciones públicas y los líderes políticos, quienes son los responsables de tomar medidas para mitigar los posibles efectos negativos de la actividad turística.
"Siempre desde el respeto a la libertad de expresión y de manifestación, que es un derecho de todos los ciudadanos, desde la Mesa del Turismo de España venimos insistiendo en la alerta que generan determinados movimientos y también asociaciones que, alentadas en algunos casos por partidos políticos, llaman a la movilización contra el turismo. Nos preocupa mucho que en lugar de dirigir su descontento hacia las Administraciones Públicas para que éstas busquen soluciones a los problemas existentes lo hagan hacia los turistas, provocando con ello un rechazo que a la postre perjudica seriamente a la imagen turística de España", explica a Capital Carlos Abella, secretario general de la Mesa del Turismo de España.
Problemas graves en el sector turístico, especialmente en Cataluña
En los últimos años, Cataluña ha experimentado un notable aumento en los precios del alquiler de viviendas; fenómeno que ha sido especialmente pronunciado en ciudades como Barcelona, donde el precio para alquilar un apartamento ha crecido de manera progresiva, afectando tanto a residentes locales como a nuevos inquilinos. Según datos recientes, los precios del alquiler en la Ciudad Condal han aumentado en un promedio de más del 30% en los últimos cinco años.
"No podemos desconocer el impacto de la proliferación exponencial de las viviendas turísticas en los últimos años, sobre todo de una oferta ilegal que ha cortocircuitado el sistema. Llevamos años arrastrando este problema, que no ha hecho sino agravarse y ahora es ya imperativo resolverlo. Pero, tengamos muy presente que el turismo no es el culpable de la situación creada. El problema de la vivienda en España obedece a diversas causas y no es justificable que se le impute al sector turístico un colapso que tiene sustancialmente más que ver con la falta de una actuación política diligente y planificada en materia de vivienda", sostiene Abella.
El incremento en los precios del alquiler en Cataluña se puede atribuir a una combinación de factores económicos, demográficos y sociales. Entre los más destacados se encuentra la creciente demanda de viviendas, impulsada por el aumento de la población y la migración interna, ha ejercido una presión considerable sobre el mercado inmobiliario. Además, la oferta de viviendas no ha crecido al mismo ritmo que la demanda; y la escasez de nuevas construcciones y las regulaciones urbanísticas han restringido la disponibilidad de propiedades para alquiler. Por último, la compra de propiedades por parte de inversores nacionales e internacionales, muchas veces con el objetivo de obtener rendimientos a través del alquiler, ha contribuido a la inflación de los precios.
El auge de plataformas de alquiler a corto plazo, como Airbnb, ha llevado a muchos propietarios a preferir alquilar sus propiedades a turistas en lugar de a residentes a largo plazo. Por otro lado, la popularidad de Cataluña como destino turístico ha atraído a inversores que compran propiedades para aprovechar el mercado turístico. Este aumento en la demanda de propiedades para inversión turística contribuye a la subida de los precios del alquiler.
Medidas y posibles soluciones
La Mesa del Turismo de España considera esencial implementar un plan de acción que aborde los desafíos actuales y ofrezca su plena colaboración a los organismos competentes. Para abordarlos, se han propuesto y adoptado varias medidas. La primera es la regulación del alquiler. En concreto, algunas ciudades han implementado regulaciones para limitar los precios del alquiler y proteger a los inquilinos. En segundo lugar, proponen incentivos para los propietarios que opten por alquilar a largo plazo en lugar de a turistas. Y por último, proponen promover la construcción de nuevas viviendas y mejorar la eficiencia en el uso del suelo urbano son estrategias clave para aumentar la oferta y reducir la presión sobre los precios.
"Es fundamental contextualizar los hechos y la realidad. Por supuesto que los ciudadanos pueden -y deben- quejarse de los problemas que sufren, pero han de hacerlo frente a quienes tienen la potestad de tomar las decisiones adecuadas para implantar una solución. El turista no es el enemigo. Por el contrario, el turismo es el petróleo de España y no nos cansaremos de repetirlo. Es un recurso que además, correctamente ordenado, es sostenible en el tiempo y en la planificación social y económica. Atacarlo en poner en jaque un pilar de nuestra economía, que representa el 12,8% del PIB en aportación directa y el 13% del empleo", reitera Carlos Abella.
Y confiesa que, lamentablemente, "hasta que el problema no ha alcanzado dimensiones de consideración, la esfera política no ha reaccionado: "Ahora lo está haciendo, aunque bajo una fuerte presión, lo que seguramente explica que se produzcan anuncios apresurados y se adopten decisiones en algunos casos desproporcionadas. Lo vemos en Barcelona, por ejemplo, donde se ha decidido
resolver el problema anunciando la prohibición de las viviendas vacacionales a partir de 2028 en lugar de apostar por una política consensuada con todos los agentes implicados y planificada para reconducir la situación, propiciando en paralelo un plan a largo plazo que ataje los problemas de la vivienda residencial". "Además, una prohibición absoluta en un territorio determinado deriva en numerosos supuestos de inseguridad jurídica. ¿Qué sucede con aquellas viviendas reglamentadas que cumplieron
con las normas? ¿Se les “premia” ilegalizando su actividad? ¿Y por qué una actividad económica va a ser perfectamente lícita y legal en una ciudad y no en otra del mismo país? ¿Dónde queda la unidad de mercado? Hay muchas preguntas a las que habrá que responder", añade.
Para concluir, recuerda que la cuestión fundamental, aparte de la urgencia, es sentarse a dialogar con todos los agentes involucrados en la actividad de las viviendas de uso turístico para definir una actuación consensuada y planificada entre el sector público y el privado, tomando siempre en consideración el interés público. Y sentencia: "El mensaje más importante que debemos comunicar es que los turistas son siempre bienvenidos en nuestro país. España cuenta con una tradición de hospitalidad inigualable y con un conocimiento en turismo que nos convierte en un país líder. La imagen y la competitividad turística nos diferencian de cualquier otro y nos otorgan un reconocimiento internacional del que la ciudadanía puede sentirse orgullosa. Esto no se construye en un día, pero por desgracia corremos el riesgo de arruinarlo si no somos conscientes de su valía".
