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Lifestyle

¿Cómo no pensar demasiado?

Se puede manejar el pensamiento excesivo para mejorar la salud mental y bienestar con una serie de técnicas muy sencillas para dejar de pensar demasiado

Pensar demasiado
Por Nuria V. Martín

El pensamiento excesivo, o "overthinking", es una trampa mental que atrapa a muchas personas en un ciclo interminable de preocupación y análisis. Este fenómeno puede ser debilitante, ya que a menudo nos encontramos reviviendo eventos pasados o anticipando futuros problemas que tal vez nunca ocurran, lo que puede derivar en depresión o ansiedad. Entender por qué pensamos demasiado y aprender técnicas para controlar estos pensamientos puede mejorar significativamente nuestra calidad de vida y salud mental.

Pensar demasiado y sus consecuencias

Pensar demasiado

El pensamiento excesivo suele estar impulsado por la ansiedad y el perfeccionismo. A menudo nos sentimos obligados a analizar todas las posibles consecuencias de nuestras acciones, lo que puede llevar a una parálisis mental. Este comportamiento puede ser una respuesta a un mundo cada vez más complejo y exigente, donde sentimos la necesidad de prever y controlar todos los aspectos de nuestra vida. La sobrecarga de información y análisis puede llevar a la indecisión y a la procrastinación.

Por ejemplo, muchas personas revisitan obsesivamente ciertos episodios de su pasado, reinterpretando cada detalle y castigándose por lo que perciben como errores. Otras se preocupan constantemente por el futuro, intentando prever cada posible resultado y prepararse para ellos.

Pensar demasiado puede tener efectos negativos profundos tanto en nuestra salud mental como física. Rumiar constantemente ciertas ideas o pensamientos aumenta los niveles de ansiedad y puede llevar a la depresión. La actividad mental constante agota nuestra energía, lo que puede resultar en fatiga y problemas de concentración. Y más si los pensamientos intrusivos nos mantienen despiertos por la noche, afectando la calidad de nuestro sueño. El estrés crónico asociado con el pensamiento excesivo puede contribuir a problemas de salud como enfermedades cardíacas y trastornos gastrointestinales.

Técnicas para no pensar demasiado

Pensar demasiado

Varios profesionales de la salud mental han destacado pautas para conseguir parar ese pensamiento constante que asalta nuestra mente y parece no tener fin. Muchas de estas técnicas son fáciles de implementar en esos momentos intrusivos para conseguir parar.

El 'reframing' o reencuadre positivo consiste en reconocer los aspectos negativos de una situación y luego evaluar si existe otra forma de pensar sobre ella que pueda ser más constructiva. Por ejemplo, si el trabajo es estresante, en lugar de simplemente tratar de tener una actitud positiva, es más útil reconocer el estrés y buscar maneras de gestionarlo mejor.

Escribir los pensamientos puede ayudar a externalizarlos y reducir su carga mental. Una vez escritos, se debe esperar al menos 24 horas antes de tomar decisiones, distrayéndose con otras actividades mientras tanto. Esto evita decisiones impulsivas y permite un enfoque más claro y racional.

La atención plena ayuda a vivir en el presente y a reducir la rumiación. Técnicas como la meditación y la respiración consciente pueden ser muy efectivas, que se pueden fusionar con la de expresar gratitud. Hay que enfocarse en cosas concretas y específicas por las que estamos agradecidos cada día. Esta práctica puede ayudar a contextualizar nuestras frustraciones y a conectar con aspectos positivos de nuestra vida.

Otra pauta rápida, sencilla y contundente consiste en decir "basta" en voz alta o mentalmente cuando se detecta que se está pensando demasiado. Cambiar inmediatamente el foco de atención a una actividad distractora puede interrumpir el ciclo de pensamiento negativo.

También se puede reservar un período específico del día para preocuparse, puede ayudar a contener el pensamiento excesivo. Dedicar 30 minutos al día para pensar en los problemas permite liberar el resto del día para actividades más productivas y placenteras.

Sin duda, el ejercicio físico regular ayuda a reducir el estrés y a mejorar el estado de ánimo, proporcionando una distracción saludable del pensamiento excesivo.

Y un clásico es compartir preocupaciones con un amigo comprensivo puede proporcionar perspectiva y alivio emocional. Es importante elegir a alguien que pueda ofrecer un punto de vista objetivo y no reforzar las preocupaciones.

Si el pensamiento excesivo interfiere significativamente con la vida diaria, es importante buscar ayuda profesional. Los síntomas severos pueden indicar un trastorno de ansiedad o depresión que requiere tratamiento especializado. Terapias como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) han demostrado ser efectivas para tratar el pensamiento excesivo.

El pensamiento excesivo es un problema común que puede afectar profundamente nuestra salud y bienestar. Sin embargo, mediante la adopción de técnicas es posible reducir la rumiación y mejorar la calidad de vida. Es crucial reconocer cuándo se necesita ayuda profesional para abordar estos problemas de manera efectiva.

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