La dimisión de Carlos Mazón como presidente de la Comunidad Valenciana no cayó de la nada. Detrás hay un año de hitos, crisis y desgaste institucional que, acumulados, lo llevaron a ese punto. A continuación resumimos las fases más relevantes de ese periodo, optimizadas para captar la atención de lectores interesados en política autonómica.
Inicios de mandato y consolidación política
Cuando Mazón asumió la presidencia en julio de 2023 tras unas elecciones autonómicas en las que el Partido Popular (PP) fue la fuerza más votada, el escenario parecía propicio para iniciar una nueva etapa. Su trayectoria previa —presidente de la Diputación de Alicante y líder del PP valenciano— había generado expectativas de impulso y renovación.
En esos primeros meses, la atención se centró en nombramientos, formación del gobierno autonómico y establecimiento de la coalición o pacto de gobierno que asegurara mayoría parlamentaria.
Crisis de alianza y gobierno en minoría
En 2024, la coalición que había permitido el acceso al gobierno empezó a mostrar fisuras. La salida de la formación aliada del ejecutivo o la reorganización del mismo generaron inestabilidad. Esa situación marcó un cambio en la dinámica general: ya no bastaba con liderar, había que gestionar tensiones internas y externas.
Este período de gobierno con menos margen de maniobra supuso que Mazón comenzara a depender más de negociaciones, de explicaciones públicas más frecuentes y de una agenda de gestión más exigente tanto por parte del electorado como de los adversarios políticos.
La catástrofe de la DANA y su impacto político
Uno de los puntos de inflexión más determinantes fue la tormenta-gota fría (DANA) de octubre de 2024 que golpeó duramente la Comunitat Valenciana. Las críticas hacia la gestión autonómica crecieron con rapidez: se cuestionó la previsión, la respuesta a la crisis, la coordinación institucional y la visibilidad del presidente ante la emergencia.
A raíz de ese episodio, la confianza ciudadana se desplomó y las manifestaciones de protesta con exigencias de responsabilidades se multiplicaron. El coste político de la crisis se añadió al desgaste acumulado.
Malestar ciudadano, encuestas adversas y desgaste interno
Tras la DANA, los datos de opinión pública pusieron de manifiesto el nivel de rechazo. Según un estudio reciente, una mayoría de valencianos no veía a Mazón al frente del gobierno autonómico para la próxima legislatura.
Al mismo tiempo, dentro del PP autonómico se comenzaron a escuchar críticas y exigencias de renovación o replanteamiento político. La combinación de presión externa (medios, población) e interna (partido) hizo que el margen de maniobra de Mazón se redujera considerablemente.
El tramo final y la dimisión
Con el telón de fondo de tensiones acumuladas, falta de recuperación plena del interlocutor social y mediático, y con la percepción pública muy marcada por la crisis de gestión, Mazón anunció su dimisión en noviembre de 2025.
Ese paso final no es solo la consecuencia de un evento aislado, sino la culminación de una trayectoria política donde se sumaron gobernar en minoría, exhortaciones ciudadanas, encuestas negativas y dificultad para estabilizar su figura.
¿Qué lecciones se pueden extraer?
Este año de Mazón ilustra varias lecciones clave para el análisis político autonómico: la importancia de la percepción pública en la gestión de crisis, el riesgo de gobernar sin mayoría cómoda, el impacto de los pactos y alianzas sobre la estabilidad, y la velocidad a la que una administración puede entrar en terreno de desgaste.
