El papa Francisco ha fallecido a los 88 años en el Vaticano, dejando atrás un legado que marcó profundamente tanto a la Iglesia Católica como a la sociedad global. Con su muerte, se cierra un capítulo en la historia de la Iglesia en el que un pontífice latinoamericano desafió las estructuras tradicionales de la institución y abrazó un enfoque más inclusivo, social y de apertura. Su papado, iniciado en 2013, fue una respuesta a las demandas de modernización de la Iglesia, y su influencia se extendió más allá de la fe católica, tocando temas políticos y sociales a nivel mundial.
Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires en 1936, fue elegido Papa el 13 de marzo de 2013, siendo el primer pontífice latinoamericano y el primer jesuita en ocupar este puesto. Desde el inicio de su pontificado, adoptó una postura cercana y austera, contrastando con la imagen tradicional de los papas anteriores. Optó por vivir en una residencia más sencilla, renunciando a las lujosas costumbres papales, y su primera homilía fue un llamado a la humildad y al servicio a los más necesitados. Francisco eligió el nombre en honor a San Francisco de Asís, conocido por su pobreza y devoción a la naturaleza, lo que sentó las bases para un papado que promovería la justicia social y la paz.
Uno de los pilares fundamentales de su papado fue su lucha en contra de los abusos sexuales en la Iglesia. Enfrentándose a una crisis profunda que había dañado la credibilidad de la institución, Francisco no dudó en tomar una postura firme y clara. Reconoció abiertamente los crímenes cometidos por miembros del clero y trabajó por implementar medidas más estrictas para prevenir futuros abusos, además de buscar justicia para las víctimas. En su papado, se realizaron reformas dentro del Vaticano para hacer frente a estos escándalos, aunque los resultados fueron a menudo vistos con escepticismo por quienes sostenían que no se había hecho lo suficiente.
En términos de doctrina, Francisco se mostró como un papa más liberal en comparación con sus predecesores. Su apertura hacia temas como el matrimonio homosexual y la posición de la mujer en la Iglesia generó controversia. Aunque se opuso abiertamente a la eutanasia y el aborto, su enfoque en la misericordia y la integración de los marginados en la comunidad cristiana mostró un lado progresista. En particular, su postura frente a los divorciados y vueltos a casar fue un punto clave, al abogar por una mayor aceptación y compasión hacia ellos. En su famosa exhortación apostólica Amoris Laetitia, argumentó por un enfoque pastoral más flexible para los católicos en situaciones complejas.
Otro aspecto crucial de su papado fue su fuerte defensa de los derechos humanos y su llamado a la justicia social. En 2015, lanzó su encíclica Laudato sí’, un llamamiento a la acción frente al cambio climático y a la responsabilidad que la humanidad tiene sobre la creación. A lo largo de su pontificado, Francisco fue un firme crítico del capitalismo desmedido, que consideraba generador de desigualdades económicas y sociales, y abogó por una economía al servicio de las personas y del bien común. Su mensaje incluyó también un fuerte énfasis en la acogida de los migrantes y refugiados, condenando las políticas de exclusión y fomentando la solidaridad global.
