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El plan de Trump para reescribir la fórmula mágica de Coca-Cola

Trump asegura que ha convencido a Coca-Cola de cambiar su receta

Por Redacción Capital

En una nueva maniobra que mezcla política, salud pública y marketing, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a captar la atención nacional e internacional al anunciar que Coca-Cola aceptará utilizar azúcar de caña real en lugar del habitual jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF) en los refrescos que se comercializan en Estados Unidos. Según publicó en su red Truth Social, esta decisión fue fruto de una conversación directa entre él y representantes de la multinacional de bebidas, con sede en Atlanta. "He estado hablando con Coca-Cola sobre el uso de azúcar de caña REAL en la Coca-Cola en Estados Unidos, y han accedido", escribió Trump. Añadió además que "será una muy buena decisión por su parte. Ya verán. ¡Es simplemente mejor!".

Las palabras del presidente no han pasado desapercibidas, especialmente en un contexto político tenso, con Trump enfrentando divisiones internas dentro del Partido Republicano y bajo el escrutinio mediático por múltiples frentes. No obstante, su capacidad para redirigir la atención pública sigue siendo notable, y esta incursión en el mundo de las bebidas azucaradas ha sido un ejemplo claro.

Por su parte, Coca-Cola ha respondido con un comunicado prudente y poco comprometido. "Agradecemos el entusiasmo del presidente Trump por nuestra icónica marca Coca-Cola", señaló la compañía, sin confirmar explícitamente el supuesto cambio de fórmula. La empresa aseguró que "próximamente" compartiría más detalles sobre nuevas ofertas dentro de su gama de productos, lo que deja en el aire si se trata de un ajuste generalizado o de una edición especial del producto con azúcar de caña.

Este tipo de refresco, conocido popularmente como Mexican Coke cuando se importa desde México (donde sí se utiliza azúcar de caña), ha ganado popularidad en EE.UU. por su sabor percibido como más "natural" o "auténtico". La versión estadounidense, en cambio, contiene jarabe de maíz con alta fructosa, un ingrediente que comenzó a usarse masivamente en los años 80 debido a su bajo costo, impulsado por subsidios al maíz.

La intervención de Trump en este asunto no es del todo nueva si se considera su conocida afición por la Coca-Cola Light, bebida que él mismo llegó a solicitar con un botón rojo instalado en el Despacho Oval durante su primer mandato. Sin embargo, en esta ocasión, su postura ha tenido efectos económicos tangibles: las acciones de empresas vinculadas al sector del maíz sufrieron caídas en los mercados tras el anuncio. Archer-Daniels-Midland, uno de los mayores productores de jarabe de maíz, experimentó un retroceso en sus cotizaciones de más del 1% tras conocerse la noticia.

Además, la Asociación de Refinadores de Maíz, a través de su presidente John Bode, reaccionó con dureza: "Reemplazar el jarabe de maíz con alta fructosa por azúcar de caña costará miles de trabajos estadounidenses, deprimirá ingresos agrícolas, impulsará importaciones de azúcar extranjero, y todo sin beneficio nutricional".

En paralelo, el secretario de Sanidad Robert F. Kennedy Jr., en el marco de su campaña MAHA (Make America Healthy Again), ha señalado el JMAF como uno de los factores que contribuyen a la epidemia de obesidad en EEUU. La comisión MAHA publicó en mayo un informe señalando al jarabe como un riesgo para la salud pública. No obstante, organismos como la Asociación Médica Estadounidense han declarado que no existen pruebas concluyentes para restringir su uso ni para exigir advertencias en las etiquetas de los productos.

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