El calendario laboral de este año deja un puente desigual en España. Aunque el 12 de octubre, Día de la Hispanidad, es festivo nacional en todo el país, este fin de semana la fecha cae en domingo, lo que obliga a las comunidades autónomas a decidir si trasladan el descanso al lunes siguiente. Solo cinco regiones -Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla y León y Extremadura- han optado por hacerlo, configurando un mapa de festivos muy fragmentado.
Cada año, el Boletín Oficial del Estado (BOE) establece ocho festivos nacionales no sustituibles. Sin embargo, cuando uno de ellos coincide con domingo, la legislación permite que las comunidades autónomas lo trasladen al lunes siguiente.
Este año, la Fiesta Nacional de España, una de las más simbólicas del calendario, cae el domingo 12 de octubre, lo que ha generado un debate entre gobiernos regionales y sectores económicos sobre si aprovechar o no el puente del Pilar
Según los calendarios laborales publicados por los gobiernos autonómicos, las comunidades que tendrán festivo el lunes 13 de octubre son Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla y León y Extremadura. En estas regiones, el lunes será festivo autonómico, dando lugar a un fin de semana largo de tres días que muchos ciudadanos aprovecharán para viajar o realizar escapadas. Fuentes del sector turístico apuntan que las reservas en zonas rurales y destinos de interior ya se han incrementado notablemente en esas fechas.
En las demás comunidades, incluidas Madrid, Cataluña, Galicia, Comunidad Valenciana, País Vasco, Murcia, Navarra, Baleares y Canarias, el lunes 13 será laborable.
La decisión de mantener el calendario sin cambios se debe, en la mayoría de los casos, a que estas autonomías ya cuentan con otros puentes importantes durante el año, o prefieren reservar días para festividades locales.
La posibilidad de trasladar festivos responde a una competencia autonómica regulada por el Real Decreto 2001/1983, que permite ajustar hasta 14 días festivos al año. Sin embargo, las decisiones no son puramente administrativas. En regiones turísticas, un puente largo puede suponer un fuerte impulso para la hostelería y el comercio local. En cambio, otras comunidades prefieren mantener la productividad y evitar semanas fragmentadas en sectores industriales o administrativos.
