La borrasca Herminia ha golpeado con fuerza en las últimas horas, dejando tras de sí un panorama de caos e importantes daños materiales en el norte de España. Galicia, País Vasco y Cantabria han sido las comunidades más afectadas, con incidentes provocados por fuertes vientos, lluvias torrenciales y un oleaje que ha complicado la seguridad en las costas.
En Galicia, la situación es especialmente crítica. Según los últimos datos, se han registrado más de 1.100 incidencias, siendo A Coruña la provincia más perjudicada con 458 reportes. Las rachas de viento han superado los 160 kilómetros por hora, derribando árboles, provocando cortes de carretera y dejando a unas 15.000 personas sin suministro eléctrico. Además, los servicios de emergencias han trabajado sin descanso para atender los derrumbes y los daños en tejados de viviendas y edificios públicos.
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El País Vasco también ha sentido los efectos devastadores de Herminia. Los fuertes vientos, que alcanzaron una velocidad similar a la registrada en Galicia, han provocado más de 130 incidencias en la región. Bilbao ha sido la ciudad más afectada, con 92 reportes de daños por la caída de árboles y objetos. Por su parte, San Sebastián ha registrado al menos 37 incidentes relacionados con el temporal.
La borrasca también ha tenido un impacto considerable en el transporte. En Galicia y el País Vasco, varios vuelos han sido cancelados o desviados debido a las condiciones meteorológicas adversas. En Madrid, como medida preventiva, el Ayuntamiento ha ordenado el cierre del parque El Retiro y otros ocho parques municipales ante la previsión de fuertes vientos.
Las autoridades advierten que las condiciones meteorológicas extremas continuarán en las próximas horas. Se espera que las lluvias intensas, las fuertes rachas de viento y el oleaje elevado mantengan en alerta a varias regiones del país. Desde Protección Civil y los gobiernos autonómicos, se ha instado a la población a extremar las precauciones y mantenerse informados sobre la evolución de este temporal.
Herminia se perfila como una de las borrascas más significativas del invierno, dejando en evidencia la vulnerabilidad de las infraestructuras y la necesidad de estar preparados para fenómenos meteorológicos de esta magnitud.
