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Cómo identificar una estafa telefónica y protegerse eficazmente​ (cuidado con estos prefijos)

Desde llamadas que simulan ser de entidades bancarias hasta mensajes que buscan obtener datos personales, los delincuentes emplean diversas tácticas para engañar a sus víctimas. Revista Capital analiza las modalidades más comunes de estafas telefónicas, las medidas adoptadas por el Gobierno para combatirlas y ofrece consejos prácticos para protegerse

Por Marta Díaz de Santos

Durante años, responder al teléfono era un gesto casi automático. Un impulso cotidiano, inocente. Pero en 2025, ese gesto puede costar caro. Muy caro. Porque detrás de una llamada perdida o un número desconocido puede esconderse un entramado de estafas tan bien pensado que ni los bancos, ni las operadoras, ni los propios usuarios saben a veces a qué atenerse.

España es hoy uno de los países europeos con mayor incidencia de fraudes telefónicos. No es solo cuestión de números: es de ingeniería social, de psicología del miedo y la urgencia, de cómo una voz puede hacer tambalear tus datos bancarios, tu identidad digital e incluso tu estabilidad financiera.

Todo empieza con una llamada. A menudo, de un número que simula ser local, con prefijo español, o directamente un móvil que sugiere familiaridad. Es el primer truco: el spoofing, la suplantación del número para engañar a la víctima. El delincuente no es un tipo con acento sospechoso y tono intimidante, sino una voz amable que asegura llamar de tu banco, de una compañía eléctrica, de Amazon o incluso de la Agencia Tributaria. Te alerta de un cargo no autorizado, de una factura impagada o de un problema con tu cuenta. Te pide datos. Y si los das, ya estás dentro. La estafa ha comenzado.

Estos fraudes adoptan formas tan variadas como efectivas. Está el vishing, donde la estafa ocurre por voz; el smishing, que llega por SMS e incluye enlaces falsos; o su versión más moderna, por WhatsApp, donde un supuesto amigo te escribe desde un número desconocido pidiéndote dinero con urgencia. Da igual el canal: el objetivo siempre es el mismo, llevarte al error, al clic equivocado, al "sí" en el momento justo.

El Gobierno ha empezado a reaccionar. Desde la Orden TDF/149/2025, las operadoras están obligadas a bloquear llamadas con numeraciones sospechosas, números no asignados o aquellos que simulan ser españoles cuando realmente provienen del extranjero. Además, a partir de junio de 2025, todas las llamadas comerciales deberán realizarse desde números claramente identificables, como prefijos 800 o 900, o números fijos provinciales. Se acabaron, en teoría, las llamadas comerciales desde móviles, una puerta trasera muy utilizada por estafadores para camuflar sus verdaderas intenciones.

También se está exigiendo a las compañías que bloqueen por defecto llamadas desde el extranjero que aparentan ser locales. Esta técnica, habitual en estafas como la de "la llamada perdida", generaba una falsa sensación de seguridad. Si el número empieza por +34, uno responde. Pero no siempre es España quien llama: a veces es un fraude disfrazado con acento local.

Aun así, la tecnología no basta. La prevención empieza en el usuario. Nunca se deben compartir datos bancarios por teléfono ni acceder a enlaces sospechosos enviados por SMS. Si un banco, una empresa o una institución llama, es prudente colgar y llamar de nuevo por los canales oficiales. Y por supuesto, conviene activar las opciones de detección de spam en el móvil y usar aplicaciones que alertan de números potencialmente peligrosos. También existe la opción de registrarse en la Lista Robinson para evitar comunicaciones comerciales no deseadas.

Pero lo más importante, quizá, es entender que esto no va solo de ciberseguridad. Va de economía. Las pérdidas anuales por fraudes telefónicos en España se calculan en cientos de millones de euros. Empresas que ven sus cuentas vaciadas, autónomos a los que les sustraen información fiscal, particulares a los que se les roba la identidad. Cada llamada no deseada tiene un coste potencial. Y cada minuto de duda puede acabar siendo una factura impagable.

Por eso, en esta era de algoritmos y amenazas invisibles, conviene tener claro que el teléfono, ese viejo aparato que antes solo servía para hablar, se ha convertido en una puerta abierta al crimen digital. La mejor defensa no es desconfiar, que también, sino informarse.

Cuidado con estos prefijos

En los últimos tiempos, han proliferado las estafas telefónicas que utilizan llamadas perdidas desde números internacionales como parte de la técnica conocida como "Wangiri". Esta consiste en hacer sonar brevemente el teléfono desde prefijos como +355 (Albania), +225 (Costa de Marfil), +233 (Ghana), +234 (Nigeria) o +91 (India) para que el usuario devuelva la llamada y, sin saberlo, acabe pagando tarifas muy altas.

A nivel nacional, tampoco están exentos de riesgo los números que empiezan por 803, 806 o 807, ya que pertenecen a servicios de tarificación adicional. Además, el prefijo 621 ha sido vinculado con llamadas automáticas que verifican si un número está activo, abriendo la puerta a futuros fraudes. Desde organismos como el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) y asociaciones como la OCU, se recomienda instalar apps que bloqueen llamadas sospechosas y, en caso de duda, evitar contestar o devolver llamadas no reconocidas. Estar alerta es la mejor defensa.

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