El mercado avícola español atraviesa una tormenta perfecta. A la presión de los costes energéticos y logísticos, se ha sumado un nuevo enemigo: la gripe aviar. El brote detectado en distintas explotaciones europeas y españolas desde principios de otoño ha alterado gravemente la producción, obligando al sacrificio de miles de aves y limitando la capacidad de reposición de granjas.
El resultado es evidente en los supermercados. Vemos que el precio de los huevos y de la carne de pollo se ha disparado, convirtiendo dos de los alimentos más asequibles del mercado en productos que ya se sienten como un lujo cotidiano.
Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el precio medio del pollo en canal se situó a finales de octubre en 2,37 euros por kilo, lo que supone un incremento de más del 15 % respecto al promedio de los últimos cinco años.
En el caso de los huevos, el encarecimiento ha sido todavía más acusado. Las lonjas de referencia, como la de Toledo o la de Reus, sitúan la docena de huevos de tamaño M en torno a 2,60 euros, un 25 % más que hace apenas un mes.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) confirma la tendencia: el coste medio de una docena de huevos ha pasado en cuestión de semanas de 2,07 a 2,60 euros en las grandes superficies
La crisis sanitaria ha reducido de forma significativa la oferta disponible. Los brotes de gripe aviar obligan a aplicar medidas de contención inmediatas: se aíslan zonas afectadas, se paraliza el movimiento de aves y se sacrifican los animales enfermos o en riesgo. Estas medidas, aunque necesarias, interrumpen la cadena de producción durante semanas y afectan tanto a las granjas de puesta como a las de engorde. Además, El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) ha alertado en su último informe de que 2025 podría ser "uno de los años más difíciles para el sector avícola europeo" si la propagación no se contiene antes del invierno.
En los mercados mayoristas, la escasez de producto empuja los precios al alza, y las cadenas de distribución trasladan parte de ese sobrecoste al consumidor final. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los huevos han registrado en lo que va de año un aumento del 31 % en el Índice de Precios al Consumo (IPC), mientras que la carne de ave sube un 4 %. Son tasas que duplican el ritmo general de la inflación alimentaria, y que reflejan la magnitud del problema.
A esa dinámica se añade el impacto de los costes de producción. El informe de coyuntura avícola del MAPA (semana 38/2025) señala que los precios de los piensos han vuelto a repuntar, especialmente los basados en maíz y soja, lo que encarece la cría de aves. Las medidas de bioseguridad necesarias para evitar nuevos contagios también suponen un gasto adicional para los productores, que denuncian márgenes cada vez más estrechos.
El fenómeno no es exclusivo de España. En Francia, el precio del pollo fresco subió un 12 % interanual, y en Italia las asociaciones de consumidores han detectado incrementos del 20 % en los huevos desde septiembre. La Comisión Europea reconoce en su último informe de perspectivas agrarias (Autumn 2025) que la producción avícola del bloque podría reducirse un 1,8 % este año, el primer retroceso en casi una década. La causa principal, según el documento, es la persistencia del virus y la dificultad de recuperar el ritmo de incubación y crecimiento en un contexto de incertidumbre sanitaria.
El impacto también se deja sentir en los hábitos de consumo. Muchos hogares están reduciendo la compra de carne de vacuno y cerdo, más caras, y sustituyéndolas por pollo, lo que paradójicamente agrava la presión sobre este producto. El informe La compra de los hogares españoles 2025 elaborado por Plataforma Tierra indica que el consumo de pollo ha crecido un 6 % entre enero y julio, al tiempo que el gasto en el producto ha aumentado en la misma proporción, una señal clara de que los precios se han ajustado al alza.
De momento, el horizonte no es alentador. Los expertos prevén que los precios se mantendrán elevados hasta bien entrado 2026, mientras la industria intenta restablecer la producción y las autoridades sanitarias controlan los focos de contagio. "La normalización será lenta", advierte Sánchez. "Incluso cuando se frenen los brotes, se necesitarán meses para recuperar las poblaciones de ponedoras y los niveles de sacrificio previos a la crisis".
En este contexto, los consumidores españoles afrontan un panorama en el que los alimentos más básicos -huevos y pollo- se han convertido en termómetros del mercado alimentario. La gripe aviar ha demostrado que un virus en las granjas puede tener efectos que trascienden el campo y llegan al corazón de la economía doméstica. Sin duda, la seguridad sanitaria y la sostenibilidad de la producción son, más que nunca, una cuestión de estabilidad económica.

