La reciente propuesta para la ampliación del Aeropuerto de Barcelona ha sido calificada como la «más equilibrada» entre las ocho presentadas desde 2021, según expertos en infraestructura consultados por Europa Press. Se busca modernizar una instalación clave para el transporte aéreo en España, respetando el entorno natural de la zona.
La profesora Anna Matas, de la Universitat Autònoma de Barcelona, afirmó que la prolongación de 500 metros de la tercera pista afectará significativamente menos a los espacios naturales, catalogándola como la opción más «factible» para permitir el despegue de aviones de mayor tamaño. Lluis Sala, vicepresidente del Col·legi d’Aeronàutics de Catalunya, coincide en que la propuesta presentada este lunes por el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, es la más «equilibrada y adecuada» para recuperar el ritmo de 90 vuelos por hora sin comprometer el entorno.
Es un proyecto retocado y mejorado, para este viaje no hacían falta tantas alforjas
La propuesta actual sigue la línea de lo sugerido por Aena en 2021, con la intención de alargar 500 metros la pista cercana al mar para facilitar el despegue de vuelos de largo alcance. Se ha trabajado también en un acuerdo para minimizar el impacto ambiental, reduciendo en 87 metros la afectación en La Ricarda y creando 270 hectáreas protegidas.
Desde la propuesta inicial de Aena, han emergido numerosas ideas para aumentar la capacidad del aeropuerto, demostrando la complejidad y importancia de una decisión que afectará tanto al tráfico aéreo como al entorno. Expertos como Francesc Robusté destacan que pese a las múltiples propuestas, la solución final no se desvía radicalmente del proyecto inicial de Aena.
El proyecto sigue siendo competencia del Gobierno de España y cuenta con el acuerdo de la Generalitat y Aena, aunque aún espera la validación de las autoridades europeas debido a consideraciones medioambientales. En este contexto, la profesora Matas insiste en que el plan ganaría credibilidad si se incluyeran los compromisos ambientales solicitados por Europa. A su vez, Robusté y Sala piden que las exigencias ecológicas no interfieran con el calendario prometido, que proyecta el fin de las obras para 2033.
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