El cambio climático ya no es una amenaza futura: es una realidad que impacta directamente en la vida cotidiana, especialmente en países como España. Según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el año 2024 fue el tercero más cálido en la historia del país, tan solo superado por 2022 y 2023. Durante el verano, se encadenaron tres intensas olas de calor, registrando temperaturas récord en muchas zonas del territorio. A nivel global, 2024 fue el año más cálido jamás registrado, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), lo que confirma un preocupante patrón de aumento sostenido de temperaturas.
Este nuevo contexto climático representa un serio riesgo para la salud pública, en especial para los trabajadores que realizan sus funciones al aire libre o en ambientes calurosos. Sectores como la agricultura, la construcción, el mantenimiento urbano y otros servicios esenciales son particularmente vulnerables. Las autoridades, las empresas y la sociedad civil coinciden en la necesidad urgente de adoptar medidas efectivas para proteger a estos trabajadores.
En este sentido, el Gobierno de España ha dado pasos importantes. En mayo de 2023, y en respuesta al trágico fallecimiento de varios trabajadores por golpes de calor en años anteriores, el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto-ley 4/2023, que introduce medidas específicas para garantizar la seguridad de los empleados frente al calor extremo. Esta normativa establece, entre otros puntos, que en situaciones de alerta naranja o roja por temperaturas extremas, las empresas deberán adaptar o reducir las jornadas laborales de los trabajadores expuestos, priorizando su salud y seguridad. Además, el Real Decreto obliga a proporcionar equipos de protección individual (EPIs) adecuados y garantizar pausas frecuentes en zonas frescas o sombreadas, así como el acceso continuo a agua potable. Estas disposiciones son especialmente relevantes para los empleadores, que deben incorporar criterios climáticos en sus evaluaciones de riesgos laborales.
La respuesta no se limita al ámbito normativo. La tecnología también ha comenzado a desempeñar un papel clave en la prevención. Un ejemplo de ello es la Pulsera Canaria Plus, un innovador dispositivo diseñado para monitorear en tiempo real las condiciones térmicas a las que están expuestos los trabajadores. Esta pulsera registra datos como la temperatura corporal, la temperatura ambiental, el tiempo de exposición y el uso correcto de los EPIs. En caso de detectar una situación de riesgo, emite alertas visuales, sonoras y por vibración para facilitar una intervención rápida.
"La prevención eficaz pasa por adelantarse al riesgo, y tecnologías como la Pulsera Canaria Plus nos lo permiten", señala Nuria Herrera, directora de Lyreco Intersafe, una empresa líder en soluciones de seguridad laboral. Esta compañía también ha difundido cinco recomendaciones esenciales para enfrentar el calor en el trabajo: hidratarse con frecuencia, protegerse del sol, usar ropa adecuada, organizar las tareas según las horas de mayor temperatura y realizar pausas frecuentes.
Estas recomendaciones, si bien sencillas, pueden marcar la diferencia entre una jornada segura y una situación de riesgo. A ello se suma la importancia de la sensibilización: trabajadores y empleadores deben estar formados para identificar los síntomas del golpe de calor (mareo, fatiga, confusión, calambres, etc.) y actuar con rapidez. En caso de sospecha, es vital contactar de inmediato con el servicio de emergencias (112).


