Europa está atravesando una de las olas de calor más intensas y prolongadas de los últimos años. España, Italia, Francia y otros países del sur del continente han registrado temperaturas récord, que no solo afectan al bienestar de la población, sino que están comenzando a traducirse en impactos económicos significativos.
Según datos preliminares de agencias nacionales y europeas, sectores clave como el turismo, la agricultura, la construcción y la sanidad están sufriendo las consecuencias directas de las temperaturas extremas.
España, tradicionalmente uno de los destinos turísticos más demandados en verano, está viendo cómo las reservas hoteleras sufren un freno inesperado. Algunas zonas del interior peninsular han registrado más de 45 ºC durante varios días consecutivos, lo que ha llevado a un aumento en cancelaciones y cambios de destino hacia regiones más frescas del norte de Europa. Las empresas del sector turístico, especialmente en zonas rurales o de interior, estiman pérdidas de entre un 10% y un 20% en comparación con el verano anterior.
El calor también afecta directamente a la productividad laboral, especialmente en sectores como la agricultura, la logística y la construcción. El número de jornadas perdidas por “riesgo térmico” ha aumentado significativamente, y algunas empresas están adelantando turnos a las horas más frescas de la madrugada o directamente paralizando actividades durante las horas centrales del día. Un estudio reciente del Banco de España advierte que una temperatura media diaria por encima de los 35 ºC puede reducir la productividad en ciertos sectores hasta un 30%, con efectos especialmente severos en regiones del sur del país.
Los sistemas sanitarios también están sufriendo presión. El número de atenciones por golpes de calor, deshidrataciones y agravamiento de enfermedades crónicas se ha disparado. Solo en la primera semana de julio, varios hospitales públicos han informado de saturación en urgencias, especialmente entre personas mayores y colectivos vulnerables. Un informe del Instituto de Salud Carlos III estima que los costes sanitarios derivados de las olas de calor en España podrían superar los 1.000 millones de euros anuales si la tendencia continúa. A ello se suma la necesidad de ampliar infraestructuras de climatización en centros públicos y adaptar los protocolos sanitarios.
La Agencia Europea de Medio Ambiente ya ha advertido que el cambio climático está alterando estructuralmente el patrón económico del continente. Según sus previsiones, los costes directos e indirectos de las olas de calor podrían alcanzar los 170.000 millones de euros anuales en Europa hacia 2030, si no se aplican políticas de adaptación agresivas. Los seguros también están comenzando a reflejar esta realidad. Algunas aseguradoras han empezado a ajustar pólizas para cubrir pérdidas económicas vinculadas a fenómenos climáticos extremos, lo que encarecerá primas para empresas del sector agrícola y turístico.
Expertos del sector económico y ambiental coinciden en que la resiliencia climática será clave para mitigar estos impactos. Inversiones en infraestructuras verdes, edificios adaptados a temperaturas extremas, horarios laborales flexibles y políticas de turismo sostenible están sobre la mesa. Desde el Gobierno central se han anunciado subvenciones específicas para la instalación de sistemas de refrigeración en colegios, hospitales y residencias, así como nuevos protocolos para proteger a trabajadores expuestos a altas temperaturas.
La ola de calor no es solo un fenómeno meteorológico; se ha convertido en un factor económico de primer orden. Su impacto sobre el turismo, la salud y la productividad obliga a replantear prioridades de inversión y adaptación. El futuro del crecimiento económico en Europa pasa por asumir que el clima extremo ha dejado de ser una excepción para convertirse en parte de nuestra normalidad estructural.
Nuevas medidas contra el calor en el trabajo ante un verano récord


