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Trump, los recortes y el cometa que podría cambiar la historia

El objeto interestelar 3I/ATLAS brinda una oportunidad única para estudiar material llegado de otro sistema estelar, pero los recortes presupuestarios en la NASA podrían hacer que la misión Europa Clipper deje pasar el encuentro

Por Marta Díaz de Santos

Esta semana, la ciencia espacial ha rozado un momento histórico. El cometa 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar detectado por el ser humano, se encuentra en pleno tránsito por el sistema solar, desplegando una larga cola de plasma que podría ser analizada por dos misiones espaciales activas: la Europa Clipper, de la NASA, y la Hera, de la Agencia Espacial Europea (ESA). Ambas se hallan, casi por azar, en la trayectoria ideal para atravesar ese rastro cósmico. Sin embargo, la falta de recursos en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) amenaza con frustrar el experimento.

3I/ATLAS fue descubierto en julio por el sistema de vigilancia ATLAS en Hawái. Con unos diez kilómetros de diámetro y una velocidad superior a los 60 km por segundo, es un visitante fugaz que proviene del espacio interestelar, igual que los célebres ʻOumuamua (2017) y Borisov (2019). Según un estudio recién publicado en el repositorio arXiv, la sonda Europa Clipper cruzará entre el 30 de octubre y el 6 de noviembre una región del espacio donde probablemente se extienda la cola de iones del cometa, una zona cargada de plasma que podría revelar su composición química exacta.

Los científicos del JPL describen la oportunidad como "única en una generación": analizar directamente materia interestelar, sin depender de telescopios ni espectros remotos. Pero el entusiasmo se ha topado con la realidad presupuestaria.

Tras meses de ajustes y más de 550 despidos, el laboratorio atraviesa una crisis financiera derivada de los recortes impuestos por la administración de Donald Trump en los programas de exploración científica. La falta de personal y la reestructuración de prioridades han dejado en el aire la posibilidad de redirigir Europa Clipper para capturar datos durante el cruce.

La sonda europea Hera, que viaja hacia el sistema de asteroides Didymos-Dimorphos, pasará por la zona unos días antes, entre el 25 de octubre y el 1 de noviembre. Sin embargo, no dispone de los instrumentos necesarios para analizar la composición del plasma, por lo que su aportación será limitada.

En consecuencia, el análisis profundo dependía de la NASA, y con él, la oportunidad de resolver uno de los grandes misterios cósmicos: cómo son realmente los cuerpos que viajan entre estrellas.

A estas alturas, los astrónomos asumen que la posibilidad de obtener datos directos es mínima. 3I/ATLAS, situado ahora al otro lado del Sol, permanecerá invisible desde la Tierra durante semanas. Se espera que la misión JUICE, de la ESA, pueda volver a observarlo en noviembre, aunque desde una distancia mucho mayor y sin capacidad de muestreo directo.

El caso de 3I/ATLAS se ha convertido así en un símbolo de cómo las decisiones políticas pueden marcar el destino del conocimiento científico. En palabras de un investigador citado por IFLScience: “No se trata de falta de tecnología, sino de voluntad. Hemos tenido un trozo de otro sistema estelar a nuestro alcance… y puede que lo dejemos escapar por culpa de un presupuesto”.

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