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Quién es Zohran Mamdani, el nuevo alcalde de Nueva York: hijo de inmigrantes, musulmán practicante y socialista declarado

A los 34 años, Mamdani se convierte en el primer alcalde musulmán de la ciudad que nunca duerme

Por Marta Díaz de Santos

Zohran Mamdani cruza el umbral del City Hall con paso firme tras convertirse en el nuevo alcalde de Nueva York. A sus 34 años, hijo de inmigrantes, musulmán y socialista declarado, su victoria reescribe así la política de la ciudad más diversa del mundo. La ciudad que nunca duerme se convierte en escenario de un cambio político que pocos habrían imaginado hace unos años.

Mamdani, de 34 años, hijo de inmigrantes, musulmán practicante y miembro de los Democratic Socialists of America, ha ganado las elecciones. Se convierte así en el primer alcalde musulmán de la ciudad y el primero de origen surasiático en ocupar el cargo. Su victoria frente al ex gobernador Andrew Cuomo simboliza un giro ideológico y generacional en la política neoyorquina, pero también abre una etapa de incertidumbre sobre cómo gobernar una de las ciudades más complejas del mundo bajo un programa abiertamente progresista.

Mamdani ha construido su carrera política desde la periferia, tanto geográfica como institucional. Nacido en Kampala, Uganda, e hijo del académico Mahmood Mamdani y de la cineasta Mira Nair, llegó a Nueva York siendo niño y creció en el distrito de Queens, uno de los más diversos de Estados Unidos. Allí comenzó su compromiso social como consejero de vivienda, ayudando a familias que enfrentaban desahucios.

En 2020 fue elegido para la Asamblea del Estado de Nueva York, representando el distrito 36. Desde entonces, se convirtió en una de las voces más visibles del ala socialista del Partido Demócrata. Su agenda ha sido coherente con su discurso: transporte público gratuito, congelamiento de alquileres, expansión de la vivienda pública y aumento de impuestos a las grandes fortunas y corporaciones. Su estilo, más reflexivo que combativo, lo distingue de otros dirigentes progresistas, aunque comparte con ellos una convicción central: el centro político ya no ofrece soluciones a las crisis urbanas contemporáneas.

"No queremos una ciudad de supervivencia, queremos una ciudad de vida", repite en cada acto público

La elección de Mamdani refleja transformaciones sociales que van más allá de su figura. Nueva York es hoy una ciudad profundamente desigual. El uno por ciento más rico concentra casi la mitad de la riqueza, mientras que más de un millón de personas viven por debajo del umbral de pobreza. Los alquileres se han disparado, el transporte público enfrenta un déficit estructural y los trabajadores esenciales, que sostuvieron la ciudad durante la pandemia, siguen en gran parte precarizados. Mamdani representa a una generación que ha crecido en ese contexto de inseguridad económica, crisis ambiental y pérdida de confianza en las instituciones tradicionales. Su mensaje, centrado en la redistribución y el acceso a derechos básicos, ha conectado con votantes jóvenes, minorías y sectores sindicales.

Sin embargo, su llegada al poder abre una etapa de pruebas. La gobernabilidad de Nueva York exige negociación constante con actores que históricamente concentran poder económico y político: promotores inmobiliarios, bancos, sindicatos policiales y el propio Partido Demócrata. Su programa de control de alquileres y fiscalidad progresiva enfrenta resistencia entre los sectores empresariales y financieros.

Algunos medios internacionales le presentan como "el experimento socialista que podría poner en riesgo la estabilidad fiscal de la ciudad"

En medios conservadores y en parte de la prensa local, ya se le presenta como un "experimento socialista" que podría poner en riesgo la estabilidad fiscal de la ciudad. En su entorno responden que esas críticas son las mismas que acompañaron cada reforma social importante en la historia de Nueva York, desde la creación de la vivienda pública en los años treinta hasta la implementación del salario mínimo en los noventa.

Durante su discurso de victoria, Mamdani insistió en que su proyecto no busca confrontar a la ciudad con su propio éxito, sino redistribuirlo. "Hemos ganado una elección, pero el poder real sigue concentrado en los mismos lugares. Nuestro trabajo comienza ahora", afirmó ante una multitud en Queens. La frase refleja su conciencia del desafío: transformar un movimiento social en una estructura de gobierno efectiva, capaz de resistir las presiones externas sin perder la conexión con la base que lo llevó al poder.

En sus primeros meses, Mamdani ha evitado las confrontaciones directas y ha intentado presentarse como un mediador entre la base progresista y las estructuras tradicionales del poder local. Pero el tono de su discurso sigue siendo claro. "No queremos una ciudad de supervivencia, queremos una ciudad de vida", repite en cada acto público. Esa frase resume su apuesta política: hacer que Nueva York vuelva a ser habitable no solo para los que la conquistan, sino también para los que la sostienen.

El nuevo alcalde llega al poder en un momento en que la ciudad parece cansada de su propio éxito. Su biografía -inmigrante, joven, de raíces africanas y surasiáticas- encarna el rostro contemporáneo de Nueva York, diverso y contradictorio. Su desafío será demostrar que esa diversidad puede traducirse en un modelo de gobierno más equitativo, sin caer en el desencanto que suele acompañar a las grandes esperanzas políticas.

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