La esteatosis hepática, o hígado graso no alcohólico, está afectando a una parte alarmante de la población mundial, con cifras preocupantes en Europa y España. Este trastorno, que avanza en silencio y sin síntomas evidentes, puede desembocar en complicaciones graves como la cirrosis o el cáncer hepático si no se detecta a tiempo. En este reportaje, exploramos de la mano los expertos de Quirónprevención los últimos avances en la detección temprana y las estrategias preventivas que pueden ayudar a proteger la salud hepática antes de que sea tarde.
La esteatosis hepática, también conocida como la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés), es un problema de salud que afecta a millones de personas en todo el mundo, especialmente en Europa y España, donde se estima que uno de cada cuatro habitantes padece esta afección. Según informan los expertos en salud de Quirónprevención, se trata de una enfermedad que, en sus primeras etapas, es silenciosa, sin síntomas evidentes.
Sin embargo, su progresión sin un diagnóstico y tratamiento adecuado puede llevar a complicaciones graves, como la cirrosis o incluso el cáncer hepático, lo que pone en peligro la vida de los afectados. Las estadísticas son alarmantes. En Europa, la prevalencia de la esteatosis hepática ha ido en aumento en los últimos años debido al incremento de los factores de riesgo que predisponen a esta enfermedad, tales como la obesidad, la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico.
En España, la situación es similar, con aproximadamente una de cada cuatro personas afectadas por esta condición. Esta realidad subraya la importancia de tomar medidas preventivas y detectar la enfermedad a tiempo para evitar complicaciones graves.
La esteatosis hepática se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa en las células del hígado, un órgano clave en el metabolismo de nuestro cuerpo. A pesar de la importancia de este órgano, la esteatosis es una enfermedad que pasa desapercibida durante mucho tiempo, ya que en las primeras etapas no presenta síntomas. Sin embargo, el daño progresivo que causa la acumulación de grasa en el hígado puede llevar a inflamación, daño celular e incluso fibrosis, que es la cicatrización del tejido hepático.
"El 28% de la población presenta signos ecográficos de esteatosis, que puede derivar en cirrosis o incluso en cáncer"
Si la fibrosis progresa, puede evolucionar a cirrosis, una condición en la que el hígado pierde su capacidad de funcionar correctamente. En algunos casos, la cirrosis puede degenerar en cáncer de hígado, una de las formas más mortales de cáncer. Aunque la esteatosis hepática es más común en personas que tienen sobrepeso u obesidad, también puede afectar a personas con peso normal.
Sin embargo, los estudios demuestran que el riesgo de desarrollar esta enfermedad es mucho mayor en personas con obesidad, diabetes tipo 2 o síndrome metabólico, una combinación de factores de riesgo que incluyen presión arterial alta, niveles elevados de glucosa en sangre, exceso de grasa abdominal y niveles anormales de colesterol o triglicéridos.
El contexto en España, un problema de salud pública
Para comprender mejor la magnitud del problema en España, es importante tener en cuenta algunos datos clave. Aproximadamente el 34% de los adultos mayores de 18 años tiene sobrepeso, y el 14% padece obesidad, dos condiciones que aumentan significativamente el riesgo de esteatosis hepática. Además, un 20% de la población adulta sufre de diabetes tipo 2, lo que no solo incrementa el riesgo de esteatosis, sino también de desarrollar otras complicaciones metabólicas y cardiovasculares.
De hecho, el 31% de los adultos en España padece síndrome metabólico, una condición estrechamente relacionada con la esteatosis hepática y que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes. Estos datos ponen de manifiesto que un gran porcentaje de la población española está en riesgo de desarrollar esteatosis hepática sin siquiera saberlo, tal y como ponen de manifiesto los expertos de Quirónprevención.
Muchas personas desconocen que tienen hígado graso porque, como se ha mencionado, la enfermedad es asintomática en sus primeras etapas. Solo cuando la enfermedad ha progresado hacia una etapa más avanzada, comienzan a aparecer síntomas como la fatiga, el malestar abdominal o la pérdida de peso inexplicable, momento en el cual el daño hepático puede ser irreversible.
El examen de salud laboral, oportunidad para la prevención
El ámbito laboral ofrece una oportunidad única para detectar precozmente la esteatosis hepática mediante los reconocimientos médicos periódicos. En estos exámenes, que suelen incluir pruebas de laboratorio para medir la glucosa, el colesterol, los triglicéridos y las enzimas hepáticas, se pueden añadir los nuevos indicadores identificados por Quirónprevención para evaluar el riesgo de hígado graso no alcohólico.
Los resultados del estudio de Quirónprevención han demostrado que el 85% de las personas con un índice FLI alterado presentan signos de esteatosis al ser sometidos a una ecografía hepática. Esto pone de manifiesto la eficacia del Fatty Liver Index (FLI), que sirve para medir el riesgo de daño hepático en personas con sobrepeso, como herramienta de detección precoz y su capacidad para identificar casos de esteatosis que de otro modo habrían pasado desapercibidos.
Además, el 28% de la población general estudiada presentaba signos ecográficos de esteatosis, una cifra que coincide con la prevalencia estimada de la enfermedad en España. Por último, los resultados muestran que el índice FLI alterado es más común en personas con obesidad, alcanzando el 100% en aquellas con obesidad tipo 2 y el 89% en personas con obesidad tipo 1. Incluso en personas con sobrepeso.
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Diagnóstico: ¿Cómo saber si tengo esteatosis hepática?
Es crucial realizar pruebas diagnósticas preventivas para detectarla antes de que se produzca un daño hepático irreversible. Tal y como explican desde Quirónprevención, Existen varias pruebas que permiten identificar la presencia de hígado graso y evaluar el daño hepático, y que varían en complejidad y nivel de invasividad:
1. Pruebas de laboratorio: Una forma sencilla y no invasiva de evaluar el riesgo de esteatosis hepática es a través de pruebas de laboratorio que miden parámetros como la glucosa en sangre, el colesterol, los triglicéridos y las enzimas hepáticas. Un aumento en los niveles de las enzimas hepáticas (como la alanina aminotransferasa, ALT, y la aspartato aminotransferasa, AST) puede ser un indicio de daño hepático. Sin embargo, estas pruebas no son concluyentes y deben combinarse con otras herramientas diagnósticas para confirmar la presencia de esteatosis hepática.
2. Ecografía abdominal: La ecografía hepática es una prueba no invasiva que permite visualizar el hígado y detectar la presencia de grasa en sus células. Es una herramienta útil para el diagnóstico de esteatosis en sus primeras etapas, aunque no siempre es precisa para identificar daños hepáticos leves. A medida que la enfermedad avanza, los hallazgos ecográficos son más evidentes, lo que facilita su detección. Sin embargo, la ecografía no permite evaluar con precisión el grado de fibrosis o cirrosis en el hígado.
3. Biopsia hepática: Aunque es la prueba más invasiva, la biopsia hepática sigue siendo el método más preciso para confirmar el diagnóstico de esteatosis hepática y evaluar el grado de daño hepático. Consiste en extraer una pequeña muestra de tejido hepático para analizarla bajo el microscopio. Esta prueba se utiliza principalmente en casos en los que se sospecha daño hepático avanzado o cuando los resultados de otras pruebas no son concluyentes.
Nuevos avances en la detección temprana
En un esfuerzo por mejorar la detección precoz de la esteatosis hepática y prevenir sus complicaciones, Quirónprevención ha llevado a cabo un estudio innovador que permite identificar una serie de indicadores preventivos basados en los datos obtenidos de más de 3.500 personas que participaron en reconocimientos médicos laborales entre los años 2022 y 2023.
Este estudio ha dado lugar a la implementación de nuevos indicadores que permiten detectar el riesgo de padecer esteatosis hepática en sus etapas iniciales y, por lo tanto, reversibles. El principal hallazgo de este estudio es la identificación de tres indicadores clave que pueden ayudar a determinar si una persona está en riesgo de desarrollar hígado graso no alcohólico. Estos indicadores son:
1. Índice FLI (Fatty Liver Index): Este es el indicador más específico y fiable para determinar el riesgo de esteatosis hepática. El FLI se calcula utilizando varios parámetros, como el Índice de Masa Corporal (IMC), el perímetro abdominal, los niveles de triglicéridos y la enzima hepática GGT. Este índice ha demostrado tener una alta especificidad para identificar el riesgo de daño hepático en personas con sobrepeso u obesidad.
2. Cociente AST/ALT: El segundo indicador clave es el cociente entre las enzimas hepáticas AST y ALT. Una proporción anormal entre estas dos enzimas puede ser un signo de daño hepático temprano y un indicio de la presencia de esteatosis.
3. NFS (Non-Alcoholic Fatty Liver Disease Fibrosis Score): Este indicador se utiliza para evaluar si la esteatosis ha progresado a fibrosis, lo que indica un daño hepático más avanzado. El NFS se calcula utilizando una fórmula que incluye, entre otros parámetros, los niveles de albúmina, una proteína que se encuentra en la sangre. Gracias a estos indicadores, se puede identificar a las personas en riesgo de desarrollar esteatosis hepática en una etapa temprana y, lo más importante, reversible. Esto permite implementar estrategias preventivas, como cambios en el estilo de vida y tratamientos médicos, para evitar que la enfermedad progrese hacia complicaciones graves como la cirrosis o el cáncer hepático.