Con tecnología de vanguardia, un enfoque multidisciplinar único en Europa y una visión profundamente humana de la medicina, Olympia Quirónsalud se ha consolidado como un centro de excelencia donde confluyen ciencia, precisión y acompañamiento emocional. En sus instalaciones, diseñadas como un ecosistema integral para la salud, se recuperan desde estrellas del deporte hasta pacientes que simplemente desean volver a caminar sin dolor. El corazón de este modelo es el doctor Manuel Leyes, jefe del Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica, y uno de los cirujanos más reconocidos en el ámbito de la medicina deportiva internacional.
Por sus manos han pasado las rodillas, tobillos y sueños de algunos de los atletas más célebres del planeta. Desde futbolistas como Dani Carvajal, Rodrigo Hernández, Luka Modric o Zinedine Zidane, hasta deportistas de otras disciplinas como Carolina Marín, todos comparten una certeza: cuando el cuerpo se quiebra y el futuro se llena de incertidumbre, confían en él para volver a empezar. La lista de nombres podría llenar una alineación de lujo, pero para Leyes lo relevante no es la fama, sino la responsabilidad que hay detrás de cada cirugía.
Por las manos del Dr. Leyes han pasado deportistas como Rodrigo Hernández, Luka Modric, Zinedine Zidane o Carolina Marín
El doctor viene de una saga de médicos. Nieto e hijo de cirujanos, creció en un entorno donde la medicina no era solo una profesión, sino una manera de entender el mundo. Sin embargo, lo que realmente le distingue, más allá de su gran trayectoria formativa y profesional, es su capacidad para unir precisión técnica con empatía. “Operar una rodilla es relativamente sencillo; lo difícil es reconstruir la confianza de quien teme que no volverá a ser el mismo”, explica. “Ahí es donde empieza la verdadera rehabilitación”. Esa filosofía, cultivada durante años, impregna hoy todo el modelo asistencial de Olympia.
Lo difícil no es operar una rodilla, sino devolver la confianza al paciente
Un centro pionero en Europa
Olympia Quirónsalud, ubicado en Madrid, es uno de los complejos médico-quirúrgicos más avanzados del continente. Sus más de 12.000 metros cuadrados albergan tecnología y recursos que rara vez se encuentran bajo un mismo techo: resonancias magnéticas de 3 teslas, quirófanos de última generación, laboratorios de biomecánica, salas de readaptación deportiva con césped artificial, espacios de hipoxia para simular altitud y cámaras de crioterapia capaces de descender hasta los -110 ºC.
“No queríamos solo un hospital. Queríamos un centro donde el paciente, deportista o no, encontrara todo lo necesario para recuperarse de forma integral”, afirma Leyes. Por eso, cuando alguien entra por sus puertas no solo accede a la consulta de un especialista, sino a un equipo completo formado por traumatólogos, radiólogos, rehabilitadores, cardiólogos, podólogos, nutricionistas, readaptadores y psicólogos deportivos. Todos trabajan bajo un mismo concepto: One Stop Service, un modelo en el que el paciente realiza todas las pruebas, diagnósticos y tratamientos de forma coordinada y sin tiempos muertos.
“En Europa no existe otro centro con esta estructura”, asegura el cirujano. “El jugador o el paciente común ya no tiene que peregrinar de un hospital a otro. Aquí encuentra respuestas inmediatas, y eso reduce la ansiedad y acelera el proceso de curación”.
El desafío del ligamento cruzado: una batalla doble
Uno de los motivos por los que Olympia se ha convertido en referencia mundial es el tratamiento de lesiones graves, especialmente la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA), una de las patologías más temidas por los deportistas modernos. El reciente artículo de The Athletic sobre el caso de Rodri Hernández no hizo más que confirmar lo que el ámbito profesional ya sabía: el centro madrileño es hoy un destino habitual para quienes buscan una recuperación rápida, segura y personalizada.
“Cada vez vemos más lesiones de cruzado”, señala Leyes. “El fútbol actual es más rápido, más explosivo, y los calendarios están más saturados que nunca. Antes se rompía un cruzado por equipo cada dos temporadas; ahora llegamos a ver dos o tres en la misma campaña”.
Pero para el especialista, la clave va mucho más allá de la técnica quirúrgica. El verdadero campo de batalla está también en la mente. “Una lesión grave no afecta solo a la rodilla, sino al cerebro. El jugador asocia movimiento con dolor, y eso altera su percepción y su confianza. Por eso trabajamos desde el primer día para estimular la plasticidad neuronal, evaluar el nivel de miedo con escalas específicas y proporcionar apoyo psicológico continuo. Si el futbolista no vence el miedo, la rodilla no funcionará como antes, por muy perfecta que sea la cirugía”.
La filosofía del centro parte de una idea simple pero poderosa: cada deportista es único. “No operamos igual a un delantero que a un defensa, ni a una gimnasta que a un saltador”, subraya Leyes. “Cada gesto técnico, cada necesidad biomecánica, cada tiempo de retorno es diferente. La cirugía debe ser un traje a medida”, añade.
Del deporte de élite al ciudadano anónimo
Aunque su nombre está estrechamente asociado al deporte profesional, Leyes insiste en que Olympia no es un centro exclusivo ni inaccesible. “El objetivo es que el mismo tratamiento que recibe un jugador de la selección lo tenga cualquier persona que quiere volver a su vida normal sin dolor”, recalca. Y, de hecho, así ocurre.
El mismo tratamiento que recibe un jugador de la selección lo puede tener cualquier persona que quiera volver a su vida normal sin dolor
Los deportistas funcionan como un acelerador de innovación. Su exigencia, su presión por volver cuanto antes y su disciplina permiten desarrollar protocolos que luego se trasladan al paciente convencional. “Gracias a ellos hemos perfeccionado técnicas menos invasivas, acortado tiempos de rehabilitación y mejorado la planificación quirúrgica. Todo eso, que aprendemos con los profesionales, beneficia a todos”.
Un buen ejemplo es la cirugía protésica ambulatoria. Hace unos años parecía impensable operar una prótesis de rodilla o cadera y que el paciente regresara a casa el mismo día. Hoy, gracias a mejoras anestésicas, incisiones más pequeñas y protocolos de dolor avanzados, es una realidad cotidiana. “Lo importante es que el paciente se sienta acompañado incluso cuando ya está en casa”, explica el doctor.
La fuerza invisible de la mente
A lo largo de su carrera, Leyes ha presenciado historias que superan lo puramente médico. Una de las más emblemáticas es la de Carlos Soria, el legendario alpinista español. Tras ser operado de una prótesis de rodilla, y con 86 años, Soria volvió a escalar un ochomil. “Siempre le digo que, aunque le cortase la pierna, subiría igual. Es la demostración viviente de que la mente es más poderosa que cualquier músculo”.
Este equilibrio entre ciencia, tecnología y humanidad define su manera de entender la medicina deportiva. “Cuando un deportista se lesiona no pierde solo un tendón o un ligamento: pierde parte de su identidad, su objetivo, su ritmo de vida. Todo eso hay que reconstruirlo. No basta con cerrar una herida”.
Para Leyes, cada cirugía es la suma de muchas cosas: precisión técnica, planificación minuciosa, trabajo en equipo, apoyo emocional y una conexión genuina con el paciente. Su meta no es solo reparar una articulación, sino devolver la confianza, la movilidad y la ilusión. Porque, como resume con convicción, “la verdadera medicina deportiva no consiste en curar rápido, sino en curar bien”.
La verdadera medicina deportiva consiste en curar bien




