Con el aumento progresivo de las temperaturas estivales, los veranos en España se están volviendo cada vez más prolongados y las noches más calurosas, lo que inevitablemente lleva a un incremento en la demanda de aire acondicionado y, con ello, un alza en el consumo eléctrico. Esta tendencia climática no solo desafía la comodidad de los hogares españoles, sino que también afecta significativamente sus economías domésticas.
Desde los años 80, la temporada de verano en España se ha alargado en promedio unos diez días por década. En términos prácticos, esto implica que hoy disfrutamos –o sufrimos– de cuarenta días adicionales de calor en comparación con cuatro décadas atrás.
Un estudio reciente de Raisin ha calculado el impacto económico de este fenómeno. Basándose en el precio medio del kilovatio-hora (0,1359 €/h) y el consumo típico de un aparato de aire acondicionado (2,5 kWh/h), se estima que un hogar español gasta alrededor de 2,72 euros diarios en climatización, considerando un uso promedio de ocho horas diarias.
Las cinco semanas extra de calor se traducen en un aumento de 108,72 euros en la factura eléctrica solo durante los meses más cálidos, elevando el coste anual del aire acondicionado a casi 256 euros por hogar. Si extrapolamos esta cifra a todos los hogares españoles, el gasto total alcanza la asombrosa cifra de casi 2 mil millones de euros. Además, con la tendencia actual de aumento de los días calurosos, para 2050 podríamos estar enfrentando un incremento adicional de 64 euros anuales por hogar, sin considerar la inflación de los precios de la electricidad.
No solo el bolsillo de los españoles se resiente con el uso intensivo del aire acondicionado; este también contribuye al efecto invernadero, exacerbando el calentamiento global. Este dilema fue palpable durante la organización de las Olimpiadas de París, donde inicialmente se evitó la instalación de aire acondicionado, pero finalmente se adquirieron 2,500 unidades debido a las previsiones de calor extremo.
Mónica Pina Alzugaray, directora de Raisin España, destaca: “Este incremento en la demanda eléctrica se suma al hecho de que, a diferencia de la lavadora o el lavavajillas, el aire acondicionado no se puede utilizar en las horas más baratas, sino cuando se necesita. Además, no solo los veranos se están alargando, sino que las horas de calor también están en aumento. Esto tiene consecuencias significativas para los bolsillos y los ahorros de los españoles, no solo en cuanto a la factura del aire acondicionado, sino también, por ejemplo, en la factura del agua”.