La sostenibilidad ha dejado de ser una palabra de moda para convertirse en el eje central de la estrategia de gobiernos, empresas e inversores. El giro es tan radical que ya no hablamos de compromisos voluntarios ni memorias de responsabilidad social aisladas, sino de normas de obligado cumplimiento, auditorías externas, penalizaciones económicas y oportunidades concretas para ganar ventaja competitiva.
España se encuentra en el epicentro de esta transformación, con ventajas evidentes -abundancia de sol y viento, empresas energéticas punteras y un marco regulatorio relativamente claro-, pero también con riesgos fuertes: la saturación de redes eléctricas, la competencia por recursos críticos y la necesidad de mantener cohesión social mientras la transición avanza.
Este reportaje recoge la visión de Valentín Alfaya, director de sostenibilidad de Ferrovial; Cristina Sánchez, directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial; Nuria Rodríguez Peinado, presidenta de DIRSE y directora de sostenibilidad de Naturgy, y Lucas Hunter, director ejecutivo interino de B Lab Spain, quienes aportan sus reflexiones sobre los retos regulatorios, las oportunidades de innovación, la gobernanza y el papel de las alianzas en la transformación empresarial hacia 2030.
En este contexto, Valentín Alfaya, director de sostenibilidad de Ferrovial, explica que la sostenibilidad ya no se puede diferenciar del propio negocio: “Actualmente, no soy capaz de distinguir con nitidez qué es sostenibilidad y qué es plan de negocio. (…) Hoy por hoy, si echamos un vistazo a la estrategia de negocio de Ferrovial, veremos que está seriamente apalancada en la sostenibilidad, y viceversa”. Y añade que los objetivos de la compañía avanzan con un claro enfoque en la descarbonización, la reducción de residuos y la siniestralidad laboral.
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“El balance que podemos hacer a las puertas de la recta final de la Agenda 2030 es esperanzador, aunque no exento de retos. Hoy podemos afirmar que el tejido empresarial español ha avanzado notablemente en su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El 89% de las empresas ya conoce la Agenda 2030 —frente al 69% en 2018— y un 72% ha identificado sus ODS prioritarios, lo que muestra un progreso claro en términos de integración estratégica, tal y como refleja nuestro informe Implantación de la Agenda 2030 en las empresas españolas”, afirma Cristina Sánchez, directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial. Sin embargo, matiza, “sabemos que este esfuerzo, aunque muy relevante, todavía no es suficiente ante la magnitud de los desafíos que enfrentamos. Necesitamos más compromisos medibles, más innovación y, sobre todo, más colaboración para que la sostenibilidad se convierta en una transformación real en todas las capas del tejido empresarial, incluidas las pymes”.
El año 2024 cerró con un dato histórico: el 56,8 % de toda la electricidad generada en España procedió de fuentes renovables, lo que supuso un crecimiento del 10,3 % respecto a 2023. En total, el sistema produjo 148.999 GWh de energía limpia, la cifra más alta registrada hasta ahora. La fotovoltaica tuvo un rol protagonista, aportando buena parte del nuevo salto en capacidad instalada, y logró posicionarse como la tecnología con mayor crecimiento neto ese año, acompañada por la eólica.
Gracias a esto, las emisiones asociadas a generación eléctrica cayeron hasta los 27 millones de toneladas de CO2, también récord mínimo. Paralelamente, la demanda eléctrica en España experimentó un crecimiento del 0,9 % en 2024, alcanzando los 248.811 GWh, e impulsada por la recuperación económica y las condiciones climáticas más benignas que el año anterior.
Si corregimos por efectos de temperatura y los días laborables, ese avance se aproxima al 1,4 %, lo que revela la tendencia subyacente hacia una mayor electrificación de la economía. Estas cifras reconfiguración del sistema energético: red eléctrica expandida, 45.674 km de circuitos activos en 2024 (se sumaron 487 km nuevos), y récords de exportaciones. Es decir, España fue nuevamente exportadora neta de electricidad, con un saldo de intercambio estimado en más de 10.000 GWh.
Pero estos hitos energéticos conviven con graves tensiones estructurales. En múltiples comunidades autónomas, las solicitudes de acceso a red para nuevas renovables se acumulan en espera por limitaciones de capacidad de distribución o congestiones. La demora en permisos y la saturación de subestaciones se han convertido en barreras recurrentes que pueden frenar proyectos. Por ejemplo, en Navarra algunas subestaciones operan al 94 % de su capacidad.
Asimismo, Endesa ha manifestado recientemente su descontento con la propuesta regulatoria para retribuir redes eléctricas (tasa del 6,46 %) y advierte de que podría reducir sus inversiones si no se ajustan las condiciones de remuneración.
Una transición técnica, energética y regulatoria
Desde enero de 2025, muchas empresas españolas, y en particular las grandes cotizadas y con actividad transfronteriza, están obligadas a reportar bajo los nuevos estándares ESRS derivados de la Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa (CSRD). Ya no basta con presentar memorias de sostenibilidad agregadas; se exigen inventarios detallados de emisiones, consumo hídrico, uso de suelo, biodiversidad, derechos humanos, diversidad y planes de transición con objetivos verificables.
“El mayor reto será gestionar la incertidumbre regulatoria fruto de la revisión de Directivas tan importantes como la CSRD, la CSDDD o la Taxonomía que contempla el Paquete Omnibus de la UE, garantizando la transparencia y al mismo tiempo la adaptación del reporting y modelo de gobernanza de las compañías. Por otro lado, que en este contexto no se perciba la sostenibilidad como un requisito más, sino como una palanca de reducir riesgos y generar nuevas oportunidades”, afirma Nuria Rodríguez Peinado, presidenta de DIRSE y directora de Sostenibilidad en Naturgy.
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En este marco, Ferrovial también afronta retos específicos en sectores intensivos en emisiones como las infraestructuras de transporte. Valentín Alfaya reconoce que constituyen un buen ejemplo de lo que decía anteriormente: “Estamos implicados en negocios que son intensivos en emisiones, y que requieren un proceso de transición acelerado. (…) Así, el modelo que llamamos Managed Lanes -carriles de gestión de demanda con peaje dinámico-, muy extendido en nuestros activos norteamericanos, nos permite reducir significativamente las emisiones por vehículo y km recorrido en comparación con una infraestructura convencional”.
Un ejemplo: Forética analizó los primeros reportes publicados en 2024 por empresas del Ibex 35 y concluyó que el 63 % ya integra la información ESG dentro de su informe anual, mientras el resto opta todavía por documentos independientes. También apunta que el 100% de esas compañías consideran materiales aspectos como el cambio climático, la gestión del personal y la conducta empresarial, y que el 82 % utilizan tablas estructuradas para presentarlos, lo cual indica un avance en la formalización del reporte.
Este salto regulatorio se complementa con otras herramientas como la taxonomía europea, que define criterios de elegibilidad para actividades consideradas sostenibles, y el CBAM (Carbon Border Adjustment Mechanism), que impone costes sobre importaciones de productos intensivos en carbono. Así, una empresa siderúrgica o cementera en España, además de competir frente a rivales nacionales, también lo hace frente a una presión externa que exige baja huella de emisiones para entrar al mercado europeo sin penalización.
“La CSRD eleva la información de sostenibilidad al mismo nivel que la financiera, lo que exige nuevas competencias, sistemas de recopilación de datos y verificación externa. La taxonomía ambiental ya obliga a demostrar inversiones sostenibles, y la social añadirá más complejidad por la falta de estándares claros. La mayor dificultad: la falta de metodologías para evaluar los riesgos y oportunidades ASG, así como homogeneizar indicadores y preparar a las pymes para responder a exigencias de grandes empresas”, subraya Rodríguez Peinado (DIRSE y Naturgy).
La construcción es otro de los campos clave, donde Ferrovial busca soluciones para reducir emisiones pese a las limitaciones tecnológicas. “Este sector constituye todo un reto, porque en muchos aspectos aún no disponemos de tecnologías a gran escala que permitan una descarbonización profunda de, por ejemplo, la maquinaria pesada que utilizamos en obras públicas”.
Lucas Hunter (B Lab Spain): "Estamos en un camino constante hacia un mayor impacto positivo"
Y añade que “estamos apostando por la penetración de combustibles alternativos como el HVO en maquinaria pesada, que reducen hasta un 90 % las emisiones, o la incorporación de materiales de construcción hipocarbónicos. Un buen ejemplo de esto último es el proyecto piloto que hemos desarrollado con Holcim para integrar hormigones de bajas emisiones en el túnel de Albertia, en Álava, reduciendo un 46 % las emisiones respecto de la alternativa convencional”.
Innovación, digitalización y rentabilidad
Rodríguez Peinado asegura que la digitalización y la inteligencia artificial (IA) serán claves para el reporting, la trazabilidad en la cadena de valor y la eficiencia energética. “También despuntan la innovación en economía circular, energías limpias y soluciones tecnológicas que permitan integrar la sostenibilidad de forma medible y verificable en toda la organización”, añade.
Alfaya, director de Sostenibilidad de Ferrovial, subraya que la innovación es inseparable de la sostenibilidad: “Mantenerse a la vanguardia en materia de sostenibilidad es inconcebible sin una estrategia de innovación fuertemente asentada en la compañía. Actualmente, un 35 % de las inversiones globales en innovación corresponden a proyectos que contribuyen positivamente a nuestra estrategia de sostenibilidad.
Y añade que, “en este contexto, la digitalización es una potente herramienta cuando no se percibe como un fin en sí misma, sino como un instrumento para, por ejemplo, mejorar la eficiencia energética de nuestras operaciones, o desarrollar nuevos modelos de negocio como, sin ir más lejos, el caso (…) de las Managed Lanes”.
Sobre el dilema entre inversión y rentabilidad, su posición es clara: “En sectores como los nuestros, en no pocas ocasiones la sostenibilidad va de la mano de la rentabilidad. (…) Incluso en los casos en que se requieren inversiones adicionales, si ponemos en la balanza los beneficios de una estrategia de sostenibilidad solvente en términos de atracción de capital, financiación de proyectos o demandas de nuestros accionistas, consideramos que el balance es muy positivo”.
“Algunas de las grandes tendencias que ya están marcando el rumbo de la sostenibilidad en España son muy claras. Por un lado, asistimos a un proceso de simplificación normativa que viene desde Europa. (…) Otra tendencia decisiva es la inteligencia artificial aplicada a la sostenibilidad. (…) Y, por supuesto, la gestión responsable de la cadena de suministro. Desde el Pacto Mundial de la ONU España impulsamos el Programa de Proveedores Sostenibles, que ayuda a las empresas a trasladar criterios ambientales, sociales y de buen gobierno a toda su red de proveedores, fortaleciendo así su competitividad y su resiliencia”, señala Cristina Sánchez, directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial



