'La hormiga verde' busca gestionar de forma circular, ecológica y social la basura electrónica desde su recogida a través de un centro especial de empleo que en tres años no ha dejado de crecer
Vivimos rodeados de más desperdicios tecnológicos que de seres humanos. Cada 24 horas la población mundial crece en 155.000 personas, la basura electrónica lo hace en 157 millones de kilos. Usamos, consumimos y tiramos. Cada vez más y con más frecuencia. 50 millones de toneladas anuales. La ONU prevé que, si nada lo remedia, en 2050 el vertedero de esta chatarra se haya duplicado. Un inmenso problema de volumen, pero también de salud. La mala gestión de esos residuos, entre los que hay elementos tóxicos que no son biodegradables, como el plomo, el mercurio y el arsénico, tiene efectos devastadores para el medioambiente.
Un pequeño ejército de eficientes `hormigas´, formado por discapacitados y varios desempleados mayores de sesenta años, trabaja a diario para combatir parte del problema, consumir y desechar, y convertirse en parte de la solución, reducir y reutilizar. Desde 2019 avanzan a pasos agigantados, por la senda de la sostenibilidad, sin dejar más huellas que las de la economía circular y la economía social.
Ignacio García Gamero, ingeniero industrial, encabeza 'La Hormiga Verde', un centro especial de empleo dedicado a la correcta gestión de basura electrónica desde su recogida, a través de cuatrocientos puntos verdes en toda Extremadura, hasta su valorización para obtener nuevas materias primas. Todo ocurrió hace poco más de tres años, cuando este vecino de Villanueva de los Barros (Badajoz) supo ver la oportunidad en la adversidad: “Me quedé en paro con 48 años. Estaba casado y tenía tres hijos, así es que tuve que reinventarme”.
Procedente del sector de la biomasa, García Gamero aprovechó su experiencia y, como comenta en conversación con Capital, apostó por dedicarse a la gestión de la basura electrónica dándole una segunda vida a los residuos tecnológicos: “En febrero de 2019 fue el pistoletazo de salida. Comencé contratando a dos personas a través de la Confederación Española de Personas con Discapacidad (COCEMFE), y pronto, de tres empleados, pasamos a ser diez. Lo que más me preocupaba era que, según el plan inicial de negocio, para que la empresa fuera rentable teníamos que recoger 1000 kilogramos de cacharros al día, 250 toneladas al año, lo que me parecía una barbaridad”.
¿Habrá materia prima suficiente? Era la pregunta que quitaba el sueño a este emprendedor, quien comprobó enseguida que los números son tan rotundos que no dejan margen para la duda.
España, uno de los países que más basura genera y que menos recicla
En nuestro país, el basurero electrónico es uno de los que más aumenta de tamaño y de los que menos se recicla: cada español genera una media de 17 kilos anuales y apenas reutilizamos el 21%: “En solo un mes, por ejemplo, recogimos una cantidad monstruosa de lo que llamamos monitores 'culones', los antiguos televisores”, apunta el fundador de la empresa extremeña. “Gestionamos nada menos que dos tráilers. Los pequeños electrodomésticos, como hornos, planchas, batidoras, microondas, invaden también nuestra basura. Se suman ordenadores, aparatos de aire acondicionado, placas solares, teléfonos móviles… El año pasado hemos gestionado 1200 toneladas de residuos, es decir, cinco veces el objetivo inicial. Y seguimos creciendo. Cuantos más aparatos recogemos, más personal necesitamos”.
El escuadrón de hormigas verdes ya lo integran treinta y cuatro personas, “seremos treinta y cinco en febrero”, añade Ignacio García. En su empresa trabajan con un perfecto engranaje “en el que cada uno se autogestiona como si fuéramos un hormiguero” y su mayor orgullo es su modelo de negocio: “Aunamos el ecologismo con la empatía social”. Además de una oportunidad de creación de empleo, el gerente de `La Hormiga Verde´ insiste en que con tanta ilusión no caben defectos y en que el reciclaje tecnológico es una fuente inagotable de materias primas: “La clave de cualquier negocio es vender tu producto.
Nosotros, todo lo que generamos, lo tenemos vendido. No se trata de componentes sino de materiales como el hierro, el cobre o el aluminio. También el plástico del que gestionamos más de 1000 kilogramos al día. Con él, por ejemplo, hacemos bancos y asientos, y con el que obtenemos de los CDs también producimos maceteros”.
Este sistema de economía circular, que gestiona los recursos y los vuelve a introducir en el mercado, podría generar, según el último informe de las Pymes en España, más de 150.000 puestos de trabajo durante los próximos diez años. Un negocio al alza y de incuestionable rentabilidad: “En 2021 tuvimos 800.000 euros de ingresos y este año llegaremos al millón”, apunta el empresario. “Sin embargo, el mayor valor de nuestra compañía es crear empleo, incorporar a personas con alguna discapacidad que, sin embargo, demuestran cada día ser tan capaces de desempeñar perfectamente su oficio como cualquiera, y, sobre todo, reintroducir al mercado laboral a trabajadores con edades que superan, incluso, los sesenta años”.
Un escuadrón de hormigas que trabajan para dejar un mundo más sostenible con el rostro de seguridad y certeza que solo da el tiempo y la confianza en hacer un bien social.