Fundada en 2006 en Zaragoza, Libelium es una empresa tecnológica española dedicada al diseño de soluciones inteligentes para ayudar a empresas y ciudades a ser más sostenibles. Para ello, diseñan y fabrican hardware y un kit completo de desarrollo de software para redes de sensores inalámbricos, con el fin de que los integradores de sistemas, ingeniería y consultorías puedan ofrecer soluciones fiables de IoT (‘Internet de las cosas’), comunicaciones M2M y smart cities con un tiempo mínimo de comercialización.
Entre sus últimos proyectos, destaca haber sido la empresa encargada de diseñar e implantar la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) de Cartagena (Murcia), con tecnología basada en datos y en IA y sin alterar el paisaje urbano. También han presentado ’grid360’, el gemelo digital que permite mejorar hasta en un 30% la eficiencia en el transporte de energía con IoT, y se encuentran inmersos en mejorar la ciberseguridad en infraestructuras de gestión de agua. La solución propuesta combina diferentes tecnologías como IA, IoT y Blockchain, y es capaz de prevenir ciberataques y detectar anomalías en tiempo real en estas infraestructuras esenciales.
Además, actualmente lideran un proyecto de innovación en Cataluña basado en Inteligencia Artificial (IA) para medir la huella del tráfico y mejorar la sostenibilidad ambiental, que desarrollará un modelo de inteligencia para analizar el impacto ambiental del tráfico en tiempo real.
"Con los datos obtenidos, incluyendo aspectos como el tipo de vehículo o su antigüedad, podremos contribuir de forma significativa a la reducción de la contaminación y a promover entornos urbanos más saludables. No debemos olvidar que, según la ONU, nueve de cada 10 personas en el mundo respira aire contaminado, lo que provoca hasta siete millones de muertes prematuras”, asegura Alicia Asín, cofundadora y consejera delegada de Libelium. Charlamos con ella.
"Tenemos que reconciliar a los investigadores y académicos con el sector empresarial"
IA, ChatGPT, IoT, robótica, machine learning… ¿no cree que da un poco de miedo todo lo que trae consigo el mundo tecnológico?
Lo que da es esperanza, porque tenemos unas herramientas más potentes que nunca. Si somos capaces de utilizarlas al servicio de la humanidad, podremos superar todos los retos que tenemos. El aspecto tecnológico es algo de lo que hay que ocuparse, no preocuparse; hay suficientes ejemplos de todo lo que se puede hacer con inteligencia artificial y, desde luego, en Libelium somos un ejemplo de ello.
Nosotros utilizamos la tecnología para dar soluciones a ciudades y empresas que les permitan ser más eficientes, sostenibles y datocratizadas. Apostamos por ayudar a todos ellos a que puedan tomar decisiones más racionales basadas en datos. Para ello, hay que tener una fuente de datos fiable, ser capaz de interpretarla y visualizarla acordemente y predecir hacia dónde lleva esa información. Es decir, qué puedes hacer para cambiarlo y qué impacto van a tener en esos resultados.
¿Qué tecnología cree que es la más útil para el mundo empresarial?
Nosotros vemos una conjunción entre el potencial que tiene IoT -poder tener sensores y capturar información de cualquier cosa- con los gemelos digitales, que implica ser capaz de hacer una maqueta digital de cualquier cosa (desde el funcionamiento de una fábrica hasta cómo está moviéndose la contaminación del aire dentro de una ciudad).
Poder visualizar algo tan transparente a simple vista como el aire aporta muchísima información y ayuda a dimensionar el problema. Y a todo eso, una vez puedes capturar información donde antes era inviable, la puedes visualizar y jugar a simular qué pasa en diferentes escenarios. Ahí entra la Inteligencia Artificial, que es lo que nos permite ‘darle al play’ en ese gemelo digital y plantearnos múltiples opciones.
¿Considera que las compañías están bien preparadas para adaptarse a este mundo en constante cambio y evolución digital?
Las grandes empresas, sí, pero las pequeñas, no. España es un país de pymes, sobre todo de ‘micropymes’. Cuando decimos que la tecnología está cada vez más democratizada hay que entender qué significa eso. Es cierto que las empresas más pequeñas aún tienen problemas del día a día que no están relacionados con la parte de digitación. Por tanto, es bastante complicado hacer calar ese mensaje en ellas.
Los fondos europeos, ¿son una oportunidad perdida?
Como todas las convocatorias de fondos en este sentido, creo que lo que no termina de funcionar es el nivel de gestión burocrática que realizan las pymes, que en muchos casos son micropymes, para poder acceder a estas ayudas.
Nosotros, por la parte de ciudades, trabajamos mucho con la Administración Pública y vemos que gran parte de la explicación de que haya fondos que no puedan llegar a las empresas reside en que la propia Administración no tiene la capacidad de escribir esas convocatorias que liciten esos fondos.
¿Cree que España puede liderar la carrera tecnológica global?
No, desgraciadamente no. En primer lugar, y empezando por lo más básico, tendríamos que hacer una transferencia real y una reconciliación entre el sector investigador y académico y el empresarial. Soy consciente de que es un problema muy complejo, porque existen muchas razones que provocan que esto no vaya acompasado, pero ahí estamos perdiendo oportunidades.
En segundo lugar, necesitamos un tejido empresarial más fuerte. Si no tenemos grandes apuestas, es muy difícil que lleguemos a liderar algo.
¿Cómo será la ciudad del futuro?
Tiene que ser una ciudad mucho más eficiente, que dialogue con las personas que habitan en ella. Cuando hablamos de ‘smart city’, todo el mundo se imagina algo súper futurista con coches voladores, repartidores con drones, robots que llevan a los niños al colegio y cosas así.
Y, por supuesto, todo eso tiene cabida, pero también hablamos de una ciudad que sea ‘vivible’. Es decir, que tenga una iluminación adaptativa en función de la climatología, que riegue cuando es necesario y no cuando esté programado, que pueda gestionar la movilidad de una manera inteligente… Y, además, debe poder hacerlo no desde un punto de vista en el que solamente nos dediquemos a llenar de sensores toda la ciudad, sino que lo hagamos con un cambio de paradigma en la conversación entre ciudadanía y administración.
¿Cómo? Tomando decisiones basadas en datos y no en ideologías. Si, además, se publica la evolución y las conclusiones, la ciudadanía recupera transparencia y confianza por parte de las instituciones.
"Una sociedad que no está informada y no sabe cuáles son los riesgos y las limitaciones es imposible que decida libremente"
¿Debemos preocuparnos por la privacidad en un entorno en el que el control es cada vez más exhaustivo? ¿No estaremos perdiendo libertad en todo este proceso de digitalización?
Precisamente, sobre esto hablo en mi libro ‘Toma el control de tus datos’, en el que proporciono herramientas para ser más libres y conscientes del entorno en el que nos movemos a través de ejemplos prácticos que permiten entender el papel que juega la tecnología, tanto en nuestra vida privada como en nuestro entorno social.
En mi opinión, la libertad se consigue en el momento en el que se toman decisiones voluntariamente y, para ello, hay que estar informado. Ha habido un punto de ruptura en el que un día empezamos a consumir productos gratuitos en Internet sin planteárnoslo.
Por poner un ejemplo muy gráfico, si una mujer te ofrece una manzana por la calle, al margen de que te venga la historia de ‘Blancanieves’ a la cabeza, lo más probable es que te preguntes por qué la regala, dudando de su estado, y, por supuesto, desde la desconfianza. Sin embargo, en Internet abrimos el ordenador y empezamos a meternos un sinfín de artículos sin filtro. No nos lo planteamos, porque pensamos que ya pagamos una tarifa de datos y con eso es suficiente.
Lo que sucede es que tampoco nos lo esperábamos y de eso es de lo que tenemos que ser conscientes y recuperar. Todo esto lo he volcado en mi libro, pero no desde una visión tecnófila y pesimista, sino recuperando la idea de que una sociedad que no está informada y no sabe perfectamente cuáles son los riesgos y las limitaciones -que le puede suponer aceptar indiscriminadamente todo lo que se expone ante ella- es imposible que decida libremente.
¿Qué tecnologías cree que serán las que marcarán el desarrollo futuro de las economías?
La inteligencia artificial (IA) ya lo está marcando. Estamos viendo cómo las acciones de Nvidia están por las nubes, o cómo el dominio de quién puede utilizar determinados chips es un tema ya geopolítico… Y lo siguiente que va a suceder es que las propias materias primas directamente relacionadas con la fabricación de chips y semiconductores van a cobrar todavía, si cabe, más importancia en el futuro.
La mujer despunta en el mundo tecnológico, ¿cuál cree que es la razón principal de este incremento de la presencia femenina en grandes empresas del sector?
Está habiendo una búsqueda activa. En los últimos años hablábamos de que tenemos, por un lado, el ‘techo de cristal’, y, por otro, la realidad es que existen muy pocas vocaciones en este sector que sean femeninas; y es cierto que hay menos mujeres que hombres. Son dos extremos del problema, el de las vocaciones hay que fomentarlo e inculcarles desde niñas que tienen las mismas oportunidades que los niños.
"Utilizamos la tecnología para dar soluciones a ciudades y empresas que les permitan ser más eficientes, sostenibles y ‘datocratizadas’"
Además, los puestos con mejor remuneración y mayor responsabilidad, en muchos casos, van a estar relacionados con un background tecnológico. Con lo cual, si las mujeres se autoexcluyen de todos esos estudios, se van a estar autoexcluyendo también de esas futuras profesiones que se abran. Eso es algo a largo plazo.
En el otro extremo, en lo que respecta a cómo se deciden los puestos que se están ofreciendo hoy de manera más igualitaria, creo que muchas empresas, y cuanto más grandes, mejor, están haciendo los deberes en sus indicadores de diversidad e igualdad. Solo el hecho de forzarnos a buscar candidaturas femeninas, independientemente de que luego la persona mejor preparada sea un hombre, es un sistema ya más justo.
Libelium va camino de cumplir su mayoría de edad, ¿hacia dónde quiere dirigir la compañía su crecimiento?
Nacimos de la mano de los sensores, hemos sido una empresa que ha estado siempre muy cerca de la producción de los datos y sabemos el gran valor que tiene producir información fiable, precisa y segura a la hora de acceder a ella.
Ahora, 18 años después, y sin renunciar a nuestros orígenes, estamos virando hacia el análisis de esos datos y a ofrecer más valor añadido en torno a esos datos. Es un viaje desde la producción de los datos a esas recomendaciones. Por ilustrarlo con otro ejemplo, antes hacíamos sensores meteorológicos que podían medir la radiación solar, la velocidad del viento y la temperatura del ambiente.
Ahora también, pero además somos capaces de utilizar todos esos datos en un ‘gemelo digital’ y ser capaces de ayudar a una empresa que transporte electricidad a dimensionar de manera más eficiente su transporte de energía e incrementar la cantidad de energía que puede estar transportando cada hora, gracias a una mayor previsión de la capacidad que tiene esa línea.
¿Qué modelo de liderazgo desarrolla?
Creo en el concepto de ‘predicar con el ejemplo’ y diría que, para mí, el liderazgo debe ser ejemplar. Habrá otros que respondan que es más inspirador, pero creo que eso es una pregunta que habría que hacer al equipo.