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Economía

La batalla por los semiconductores entre China y Taiwán que mira de reojo Estados Unidos

Por Pablo Poyo

Los semiconductores vuelven a escena ante una posible invasión china de Taiwán

La visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, ha alterado al gobierno chino. De hecho, su presidente y su ministro de Defensa han amenazado con represalias si occidente interfiere en las relaciones que mantiene la isla con el gigante asiático.

Xi Jinping ya había advertido hace unos días a Joe Biden con la premisa de que "los que juegan con fuego morirán en él". Las amenazas chinas se hacen notar en un contexto de crispación nacional derivado de los roces con Estados Unidos y sus aliados en Asia-Pacífico. Ahora, con la llegada de la delegación estadounidense a Taiwán, China vuelve a poner el grito en el cielo.

Para el país asiático, Taiwán es una parte indisoluble de su territorio, a la que no renunciarán jamás. "La voluntad de 1.440 millones de chinos de recuperar la isla es inquebrantable". Estas palabras del ministro de Defensa chino denotan hasta que punto están dispuestos a llegar los asiáticos para evitar que ningún país mueva ficha en el asunto taiwanés.

Ante el miedo de una posible escalada de violencia, las bolsas asiáticas registraron este martes caídas que rondaron el 1%, incluyendo las bolsas de Hong Kong y Shanghái (3%). Los mercados de Sídney, Seúl o Wellington también registraron pérdidas, y el dólar taiwanés cayó hasta un 0,7%.

El miedo a la guerra es real, pero el problema principal no es solo el asunto sino-taiwanés. El mercado de los semiconductores vuelve a salir a la palestra y es cada vez más apetecible para los bocados del gigante asiático.

Taiwán y los semiconductores

La isla de Formosa o Taiwán, es una isla de unos 36.000 kilómetros cuadrados situada entre China y el estrecho que lleva su mismo nombre. De cultura y etnia china, la isla es independiente del gobierno de Pekín desde 1949. La guerra civil entre los comunistas de Mao y los nacionalistas de Chiang Kai-shek terminó con la victoria de los primeros, obligando al Kuomintang a refugiarse en el archipiélago taiwanés.

Desde entonces, los dos territorios han estado separados por gobiernos de diferente ideología, y solo reanudaron su comercio a partir de los años 80. La postura del Partido Comunista Chino respecto a la isla es tajante: Taiwán es China, y se hará lo que sea necesario para que vuelva a formar parte de ella.

El miedo a una invasión desde el continente es lo que ha hecho que a lo largo de varias décadas Taiwán se haya convertido en uno de los socios predilectos de Washington, quizá junto a Corea del Sur. Estados Unidos sabe de la importancia estratégica y económica del país, y apoya la independencia de la isla en las sombras, con pactos de defensa, venta de armamento y acuerdos comerciales. Estos acuerdos crispan los nervios de Pekín, que no mantiene relaciones con ningún país que reconozca oficialmente la existencia de Taipéi.

Esta importancia económica se ve reflejada en los semiconductores. Los semiconductores son chips de máxima importancia para la fabricación de otros elementos de alta tecnología. Sus propiedades y su dificultad para la fabricación hacen que solo unos pocos países en el mundo sean capaces de producirlos. Y Taiwán es uno de ellos.

De hecho, Taiwán es con mucha diferencia el mayor fabricante de semiconductores del planeta. La isla lleva varios años especializándose en el dominio de la producción de chips, y ha logrado sacar una gran rentabilidad en este nicho de mercado en proceso de explotación. Para China, esto supone un revés a su orgullo de potencia.

Es por ello que los mercados extranjeros quieren proteger a Taiwán de cualquier injerencia china, pues ahora mismo la producción de la isla es insustituible para los mercados occidentales. Las empresas tecnológicas punteras dependen tanto de estos chips, que una escalada de violencia en Taiwán puede provocar una terrible escasez en todo el mundo.

El dominio de la producción mundial

Prácticamente tres países aglutinan la producción mundial de semiconductores: Taiwán (que no es reconocido como país por casi toda la comunidad internacional), Corea del Sur y China, con la irrupción en el mercado de otras economías como la estadounidense o la india.

El problema aquí son los porcentajes. En otros sectores económicos, lo normal sería que la pieza del pastel se repartiera entre China y Estados Unidos, que son los dos países que más producen del mundo. Sin embargo (y aquí radica la importancia de Taiwán), no ocurre lo mismo en este caso.

Taiwán domina cerca del 65% del mercado de semiconductores del mundo. Le siguen Corea del Sur con un 18%, y China con un 5%. Gracias al plan "Made in China 2025", las cifras se han multiplicado. El gigante asiático planea ser el principal productor de este material para el año 2025, pero incluso a pesar de sus escandalosas cifras, es imposible si no se logran controlar las fabricas especializadas de Taiwán. Y esto requiere de una invasión militar.

Dentro del mercado taiwanés, solamente la empresa TSMC (Taiwan Semiconductor Manufactoring Company) domina el 56% de la producción mundial de chips de alta gama. La también taiwanesa UMC controla alrededor del 5% del mercado y es otra de las grandes referentes de este sector.

En cuanto a Corea del Sur, Samsung es el líder indiscutible en este sector (17%), y la segunda del mundo tras TSMC. Le sigue, por fin, la china SMIC, que controla casi la totalidad del mercado chino. En cuanto a la producción total de microchips, Taiwán también sigue dominando, ya que produce el 22% del total mundial, seguido de Corea (21%) y una China que ya produce el 15,9%. Japón y Estados Unidos producen un 15% y un 12% respectivamente, y a la cola de todas las cifras está la Unión Europea.

En vista de que Taiwán domina totalmente el mercado de semiconductores y que de momento es también el principal productor de dicho material, no es de extrañar que Estados Unidos mire con recelo las intenciones chinas para con la isla. Entre el plan chino para 2025 y el miedo a una posible invasión, los mercados internacionales temen que China pueda acaparar el mercado si cumple con estos dos objetivos. Aunque Estados Unidos tiene un plan.

El gran plan americano

Es sabido que China aún necesita importar hasta el 80% de todos los semiconductores que necesita para satisfacer sus necesidades, a pesar de que su producción de los mismos haya aumentado hasta el 15,9%. El gigante asiático ha llegado a ofrecer suculentos contratos a trabajadores taiwaneses para que dejen la isla y se trasladen a China, donde podrán trabajar para el Gobierno y desarrollar sus conocimientos especializados en este sector. Por su parte, Taiwán ha propuesto multas e incluso penas de doce años para aquellos que decidan poner tierra de por medio y mudarse al continente.

China está buscando la autosuficiencia en lo que a chips se refiere, por lo que ha invertido miles de millones de dólares en subvenciones para las fábricas especializadas. Estas ayudas han logrado reducir el coste de producción hasta en un 40%. Y por su parte, Estados Unidos ha aprobado una ley para fomentar la producción de semiconductores dotada de unos fondos que rondan los 52.000 millones de dólares. Europa también sigue su estela con la llamada 'EU Chips Act', con una inversión de 43.000 millones de euros.

Sin embargo, Estados Unidos quiere ir más allá. La única forma de parar a China es mediante un plan en el que estarían implicados los Países Bajos. En efecto, el país americano quiere que ASML, empresa holandesa, aplique restricciones para sus ventas a China.

Y es que está compañía es la mayor fabricante de equipos fotolitográficos del mundo, que se utilizan en la mayoría de las fábricas de semiconductores. Es sencillo: si no hay material para comenzar la producción, no habrá producción. Si los planes salen bien, ASML restringirá su comercio con China, asestando un importante golpe a las ambiciones de Xi Jinping para con la fabricación de semiconductores.

Como todo, no es tan sencillo como parece, pues China podría responder con la paralización de las ventas de materias primas necesarias para la construcción de chips, por lo que los jugadores volverían a la casilla de salida.

De momento, lo único claro es que la importancia de Taiwán en el mercado mundial de semiconductores está en el punto de mira de los gobernantes chinos. La visita de Nancy Pelosi a la isla puede deparar un complicado teatro de operaciones para un mercado tecnológico que depende casi en exclusiva de Taiwán.

 

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