La OPEP+ controla el 60% de la producción mundial de petróleo, aunque Estados Unidos tiene estrategias para contrarrestar su hegemonía
La Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) es una entidad intergubernamental que agrupa a los principales países productores mundiales de este combustible.
Según sus propias consignas, sus objetivos son unificar las políticas petroleras de los países miembros, garantizar unos precios justos y estables para estos países productores de petróleo, un suministro eficiente, económico y regular de petróleo a los consumidores y un rendimiento justo para los inversores en la industria del "oro negro".
Aún así, ser una agrupación que exporta unos 27 millones de barriles de crudo al día (35% del total), controla el 43% de la producción y posee el 81% de las reservas de petróleo mundiales, confiere a estos países un poder que juega un papel muy relevante en el tablero geoestratégico mundial.
Una historia de oro líquido
La OPEP fue fundada tras la Conferencia de Bagdad de 1960 por cinco miembros originales: Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudí y Venezuela. Al poco tiempo se unieron también ocho países más: Catar (1961), Indonesia (1962); Libia (1962); Emiratos Árabes Unidos (1967); Argelia (1969); Nigeria (1971); Ecuador (1973-1992 y 2007-2020) Y Gabón (1975-1994).
Indonesia abandonó la organización por no querer cumplir la cuota de producción impuesta el mismo año de su entrada, mientras que Ecuador lo hizo en 2020 por no querer reducir dicha cuota. Por su parte, Catar también se desligó de la OPEP en 2019, con el fin de poder seguir aumentando sus niveles de producción y exportación de gas.
Con todo, la reaceptación de Gabón en 2016 y la entrada de Guinea Ecuatorial (2017) y de la República del Congo (2018) conformó el marco definitivo en el que ahora descansan buena parte de las economías de los principales países exportadores de petróleo.
La relevancia de la nueva organización se puso de manifiesto durante los años setenta, cuando el embargo del crudo árabe de 1973 y la revolución iraní de 1979 provocaron dos crisis petrolíferas que marcaron la década. En los ochenta, los precios llegaron a su máximo histórico, hasta que una nueva crisis en 1986 desplomó de nuevo los precios. Tras estos acontecimientos, la organización se concienció de su poder como mediador mundial para poder estabilizar los precios y garantizar el suministro de combustible a los países interesados.
Gracias a estas acciones se evitó un nuevo descalabro a principios de los noventa, aunque en 1998 los precios volvieron a desplomarse. Sin embargo, la intervención de la organización petrolera logró de nuevo estabilizar la situación y tranquilizar a un mercado que estaba al borde del pánico.
En 2016 y con el objetivo de aumentar el control del mercado del crudo, se creó la OPEP+. La incorporación de Azerbaiyán, Bahréin, Brunéi, Kazajistán, Malasia, México, Omán, Rusia, Sudán y Sudán del Sur aumentó el dominio de la producción mundial de los países miembros hasta el 60% del total. Este dominio podría dejar fuera de juego al principal actor geopolítico del planeta: Estados Unidos.
La lucha por la producción
Estados Unidos produce de media unos 15,3 millones de barriles de petróleo al día, lo que le sitúa a la cabeza de la lista de productores. Pero antes de analizar las estrategias de cada país, hay que poner énfasis en diferenciar los tipos de petróleo y en cómo han evolucionado sus precios para entender mejor cómo funciona este mercado.
El barril Brent es el barril de petróleo que se usa como referencia en Europa. Se trata de un crudo liviano extraído en el Mar del Norte, que al contener apenas un 0,39% de azufre es considerado "petróleo dulce", por lo que es ideal para la producción de gasolina. El Brent marca el precio de referencia para aproximadamente el 78% de las diferentes variedades de crudo del mundo, aunque en Estados Unidos también suelen utilizarse otras corrientes como el West Texas Intermediate (WTI). El West Texas también es un petróleo ligero, debido principalmente a su bajo contenido en sulfuro.
Otras variedades utilizadas en el país americano son Light Louisiana Sweet (LLS), el Mars and Poseidon y el Southern Green Canyon. El barril Brent cotiza en la International Petroleum Exchange de Londres, en la New York Mercantile Exchange y en el electrónico Intercontinental Exchange.
En los últimos doce meses el precio del Brent ha llegado a caer un 33,35%, situándose este mismo 16 de mayo a 75,54 dólares. Por su parte, el West Texas ha descendido un 34,74%, marcando un precio 71,49. Nos queda analizar a la OPEP, cuya cesta es un promedio de la lista de los países miembros que también se utiliza como referencia mundial. El precio de este combustible ha descendido un 33,43%, situándose en los 75,85 dólares de media.
En vista de la caída generalizada de los precios del crudo, la importancia de la OPEP es vital para garantizar el suministro a sus países aliados y puede ser letal para aquellos que estén en su contra. Con 12,2 millones de barriles diarios, Arabia Saudí se posiciona como el segundo mayor productor del planeta, seguido de cerca por Rusia (11,4 millones) y algo más lejos por Canadá (5,2 millones). Irán, que produce cada día unos 4,77 millones de barriles completa este top 5.
Las mayores reservas de petróleo del planeta se encuentran en Venezuela, pero se trata en su mayoría del llamado crudo "extra pesado", que requiere de técnicas de extracción y refinamiento más complicadas que las del petróleo dulce. La situación de crisis política y económica que atraviesa el país solo le permite producir unos 907.000 barriles al día, y exportar unos 555.000, según cifras de Reuters. La venta de este combustible suponía en 2020 el 65,6% del total de las exportaciones venezolanas, pero solo un 4,2% del petróleo había sido refinado.
La estrategia de Estados Unidos contra la hegemonía de la OPEP
La creación de la OPEP+ ha provocado que la balanza se incline hacia una tendencia monopolística en manos de los países miembros, que ya controlan el 60% de la producción total. Estados Unidos sabe que debe andar con cautela con los países árabes. El embargo de 1973, provocado por el apoyo estadounidense a Israel fue un claro ejemplo de que el desabastecimiento generalizado podía volver a ocurrir en el futuro. Pero los tiempos cambian, y el país americano ha ido aprendiendo de sus errores.
Garantizar la estabilidad del mercado pasa por llevarse bien con países como Arabia Saudí. La ventaja para la industria americana es que el segundo mayor productor y el quinto de la lista se odian a muerte. Arabia Saudí e Irán están enfrascados en una contienda intemporal debido a sus discrepancias religiosas y a la lucha de poder que mantienen por controlar Oriente Medio.
Los acercamientos entre el país árabe y los Estados Unidos, además de las sanciones económicas impuestas contra los persas, garantizan que el crudo siga fluyendo de forma estable hasta Washington. Pero esta no es la única estrategia del país de las barras y estrellas.
Rusia, país tradicionalmente exportador de crudo a nivel internacional, se encuentra acosado y bloqueado por las infinitas sanciones establecidas por Occidente, por lo que sus barriles de petróleo no pueden ser vendidos a la mayor parte de los países aliados. Los rusos han logrado salir del paso mediante descuentos a otros países, entre los que destaca China.
Lo que preocupa a Estados Unidos es la cuota que puedan marcar desde la OPEP si los precios continúan poco estables. Por ello, han invertido grandes cantidades de dinero en el fracking, también llamado fracturación hidráulica. Este método le ha permitido al país norteamericano aumentar sus exportaciones hasta los 3,6 millones de barriles diarios en 2022, un 22% más respecto al año pasado. Aún así, la OPEP ya planeaba en marzo aumentar la producción ante la incapacidad de los países occidentales para abastecer la demanda global: Estados Unidos necesitaba importar en 2019 unos 9 millones de barriles diarios para satisfacer su propia demanda.
A pesar de todo, Estados Unidos tiene otro as bajo la manga. En el Golfo de México se encuentra la Reserva Estratégica de Petróleo de Estados Unidos, el mayor depósito de crudo para situaciones de emergencia que existe en el mundo. La reserva se almacena en cuatro lugares, cada uno ubicado cerca de un importante centro de refinación y procesamiento petroquímico.
Los inmensos almacenes compuestos cada uno de una red de cavernas fueron situados entre 500 y 1.000 metros bajo el nivel del mar. Esto hace que sea más económico que guardar el petróleo en tanques en la superficie y, también, más seguro: la composición química de la sal y la presión evitan que se filtre el petróleo.
Cada caverna tiene una dimensión promedio de 60 metros de diámetro y una capacidad para albergar de 6 millones a 37 millones de barriles cada una. De acuerdo con datos del Departamento de Energía de Estados Unidos, actualmente estos almacenes cuentan con 645 millones de barriles en su interior, aunque el máximo de su capacidad de almacenamiento es algo mayor: 713.5 millones.
Según datos oficiales, los estadounidenses utilizaron en promedio 20,5 millones de barriles de petróleo por día en 2018, lo que significa que las reservas podrían mantener al país funcionado por aproximadamente 31 días.
Aunque la utilidad de mantener unas reservas tan grandes en un momento en el que la producción de energía de Estados Unidos está en auge ha sido cuestionada en los últimos años, esta "estrategia defensiva" es uno de los pilares con los que cuenta el país americano en caso de una nueva crisis mundial.