La noticia ha llegado según lo previsto: el BCE ha recortado este 5 de junio los tipos de interés en 25 puntos básicos, situando la tasa de depósito en el 2%. Sin embargo, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha sido clara: esta decisión no implica una senda automática de recortes.
La medida se toma en un contexto en el que la inflación de la eurozona ha bajado al 1,9%, por debajo del objetivo del 2% del BCE por primera vez en años. También influye un crecimiento económico moderado (0,3% en el primer trimestre de 2025), un mercado laboral estable y tensiones comerciales crecientes con EE. UU., que amenazan con erosionar el impulso de la actividad en la segunda mitad del año.
La bajada de tipos busca estimular el crédito, el consumo y la inversión. Uno de los efectos más inmediatos se notará en el mercado hipotecario. El euríbor a 12 meses, índice de referencia de la mayoría de hipotecas en España, ha caído al 2,081% en mayo y podría seguir bajando tras este anuncio. Según cálculos del sector, una hipoteca variable media podría abaratarse en más de 1.600 euros anuales. También se espera que se reactive gradualmente la demanda de vivienda, en un mercado que llevaba meses marcado por la cautela.
Sin embargo, el BCE camina con cuidado. El mensaje de fondo es de prudencia. Lagarde ha insistido en que cada decisión futura dependerá de los datos, y no se ha comprometido con nuevos recortes en lo que queda de 2025. Philip Lane, economista jefe del banco central, ha sugerido que el tipo "de equilibrio" podría estar en torno al 1,5%, pero solo si la inflación se mantiene anclada y las tensiones económicas no escalan.
Esta bajada, aunque esperada, se produce en un momento inusual: en medio de una campaña electoral europea y con el BCE celebrando su tradicional foro en Sintra, Portugal, a solo semanas vista. Todo ello ha añadido una carga simbólica a una decisión que, si bien técnica, está lejos de ser neutral en un entorno geopolítico y económico especialmente volátil.
Para los hogares endeudados, las pymes que dependen del crédito y los sectores sensibles al coste del dinero -como el inmobiliario, la automoción o la construcción-, la bajada de tipos es un respiro. Pero en el BCE lo saben: si el recorte de hoy se interpreta como una luz verde generalizada al endeudamiento fácil, el riesgo de relajación prematura podría volver a desajustar el equilibrio que tanto ha costado recuperar.
La clave ahora está en los próximos trimestres: si la inflación se mantiene bajo control, habrá margen para más recortes. Pero si repunta, el freno volverá. Por ahora, el 2% es tanto un gesto técnico como una señal política: el BCE quiere apoyar el crecimiento, pero sin dar la impresión de que la crisis ha terminado. Porque no lo ha hecho. Aún.
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