España sigue ocupando una posición rezagada en la recaudación fiscal ligada al automóvil dentro de la Unión Europea. Con apenas 1.295 euros de impuestos por vehículo al año, nuestro país se sitúa en la penúltima posición del ranking europeo, solo por delante de Grecia (1.132 euros). Esta cifra contrasta con la media de los grandes mercados del bloque comunitario, donde la presión fiscal alcanza 1.900 euros por vehículo, lo que deja un margen de más de 600 euros de diferencia respecto a España. En otras palabras, Hacienda todavía tiene un amplio terreno por explorar si quisiera equipararse con sus socios europeos en este ámbito.
El estudio de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles refleja la heterogeneidad fiscal en la UE. Mientras Bélgica lidera la lista con 3.355 euros por unidad -casi 2.200 más que Grecia y más del doble que España, otros países cercanos también superan ampliamente la cifra española. Portugal recauda 244 euros más por vehículo, Francia 741, Italia 360 y Alemania 520. Este escenario evidencia que España se encuentra por debajo de sus vecinos y de los principales mercados del automóvil en Europa.
En términos absolutos, los ingresos ligados al automóvil alcanzaron 415.000 millones de euros en toda la UE el año pasado. De ellos, España aportó 39.800 millones, cerca del 10% del total, situándose en una posición relativamente favorable frente a otros países medianos como Países Bajos, Suecia, Portugal, Bélgica o Irlanda. Es decir, aunque el ingreso medio por vehículo es bajo, el volumen total recaudado resulta elevado gracias al tamaño del parque automovilístico nacional, que suma 36,24 millones de unidades, con una ratio de 745 vehículos por cada 1.000 habitantes.
En el desglose por tipos de gravámenes, el mayor peso en España lo llevan los combustibles y lubricantes, con 22.700 millones de euros, seguidos del IVA, con 11.300 millones. Le siguen en importancia el impuesto de circulación, con unos 3.000 millones, y los ingresos por matriculaciones, que en 2023 sumaron 365 millones. En comparación, Alemania (97.100 millones), Francia (94.600 millones) e Italia (77.000 millones) concentran la mayor recaudación bruta, lo que muestra hasta qué punto los grandes socios europeos dependen de la fiscalidad ligada al automóvil.
El panorama fiscal europeo también presenta diferencias en el IVA aplicado al precio de los automóviles. Mientras Luxemburgo se sitúa en el 16% y Hungría alcanza el 27%, España aplica un 21%, un punto por debajo de Italia, pero por encima de Francia (20%) y Alemania (19%). A pesar de ello, el rendimiento recaudatorio en España sigue siendo inferior debido a los menores importes por vehículo en otras categorías.
En cuanto a los impuestos especiales sobre los combustibles, España ocupa posiciones bajas en la clasificación comunitaria. Se sitúa en la vigésima posición en gasolina y en la vigésima segunda en diésel, muy lejos de países como Italia, Países Bajos, Grecia, Bélgica o Irlanda, que lideran estos apartados. En términos concretos, los impuestos especiales españoles sobre la gasolina se sitúan en torno a los 359 euros por cada mil litros, y los del diésel en torno a los 300 euros, por debajo de la media comunitaria.
La recaudación por matriculaciones refleja una dinámica similar. En el primer semestre de 2025, Hacienda ingresó 365 millones de euros, un 1,31% menos que en el mismo periodo del año anterior. El importe medio por vehículo se situó en 594 euros, lo que supone 129 euros menos que en 2024. El grueso de la recaudación procede de los turismos de gasolina, que representaron el 67,7% del total.
Con este panorama, queda claro que España cuenta con un importante margen fiscal en relación con el automóvil. A corto plazo, las posibilidades de aumentar la presión impositiva sobre los combustibles, la matriculación o la propiedad podrían acercar a nuestro país a la media europea. Sin embargo, cualquier movimiento en este sentido choca con el delicado equilibrio entre objetivos recaudatorios, políticas medioambientales y el impacto sobre los hogares.
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