Economía

El oro como salvavidas: bancos, fondos e inversores huyen del dólar

La presión política sobre la Reserva Federal debilita al dólar y refuerza el atractivo del metal precioso

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Por Marta Menéndez

El precio del oro está marcando máximos históricos, y todo indica que esta tendencia alcista no se detendrá pronto. La onza ya ha superado los 3.500 dólares y algunos analistas, como los de Goldman Sachs, proyectan que podría alcanzar los 5.000 si se agrava la incertidumbre política en Estados Unidos. El detonante principal es la creciente presión de Donald Trump sobre la Reserva Federal (Fed), que ha generado un clima de desconfianza en torno a la independencia del banco central estadounidense. Esta situación ha debilitado al dólar y ha impulsado a inversores institucionales y particulares a buscar refugio en activos más estables, como el oro.

La credibilidad de la Fed, tradicionalmente una institución independiente, se encuentra en entredicho tras el despido de la gobernadora Lisa Cook y los rumores sobre la próxima sustitución de Jerome Powell, actual presidente del organismo. Con la Casa Blanca tomando un rol más activo en decisiones que históricamente se han mantenido al margen de la política, los mercados temen que el banco central quede bajo el control de intereses partidistas. Esta desconfianza ha comenzado a traducirse en un movimiento de capitales desde el mercado de bonos del Tesoro hacia el oro, que históricamente ha servido como refugio en momentos de crisis institucional o pérdida de poder adquisitivo del dinero fiduciario.

Goldman Sachs ha sido contundente: si apenas un 1% del mercado de bonos se desplazara hacia el oro, la onza podría llegar a valer 4.900 o incluso 5.000 dólares. Esta proyección no es aislada. El oro ya ha subido más de un 35% en lo que va de 2025, superando ampliamente el rendimiento del S&P 500, el Bitcoin e incluso del mercado inmobiliario. Bancos centrales, aseguradoras, fondos privados y pequeños inversores están acumulando oro, impulsados tanto por la expectativa de recortes en los tipos de interés como por la desconfianza hacia el dólar.

La caída del dólar ha sido otro factor clave en esta ecuación. Existe una fuerte correlación inversa entre el valor del oro y el billete verde. Cuando el dólar pierde valor, el oro suele apreciarse. Esta tendencia se ha intensificado con las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda estadounidense, los elevados déficits fiscales y el temor a que el dólar pierda su estatus como moneda de reserva global. Mientras tanto, los bancos centrales de todo el mundo están aumentando sus reservas de oro: un 43% planea seguir comprando, según el Consejo Mundial del Oro.

La situación recuerda a los grandes ciclos alcistas del oro en el pasado. Tras el fin del patrón oro en 1971, su precio se multiplicó por 20. Durante la crisis de 2008, volvió a dispararse. Ahora, en 2025, estamos ante el tercer gran ciclo, según analistas como Gustavo Martínez. Y aunque el oro no devenga intereses como los bonos, ni genera dividendos como las acciones, su valor reside en la confianza que inspira como reserva de riqueza.

Inversores individuales también están aprovechando esta oportunidad. Desde aplicaciones de inversión como MyInvestor hasta tiendas físicas especializadas, muchos están incorporando oro a sus carteras mediante métodos como el DCA (Dollar-cost averaging), comprando de forma periódica para reducir el riesgo. Además, las opciones de inversión se han diversificado: desde ETFs que replican el precio del oro, hasta acciones de empresas mineras que se benefician directamente de su subida. Compañías como Barrick Gold o Newmont han registrado alzas de más del 70% este año.

También existe un renovado interés por el oro físico. Empresas como Degussa, con sede en Madrid, reportan una creciente demanda de lingotes y monedas, tanto por parte de particulares como de grandes patrimonios. Algunos clientes compran lingotes de 10 gramos; otros, de hasta un kilo, que hoy se acerca a los 100.000 euros. En un entorno de posible crisis financiera, muchos prefieren tener un activo tangible, exento de IVA y fuera del sistema bancario.

Más allá de lo anterior, la revalorización del oro también refleja un fenómeno más profundo: la pérdida de confianza en las monedas tradicionales. Para muchos analistas, no es que el oro se haya encarecido, sino que el valor del dinero, especialmente el dólar, se ha debilitado. En palabras de Judith Arnal, del Real Instituto Elcano, los bancos centrales acumulan oro no solo por razones económicas, sino también por "motivos geopolíticos, como una protección frente a posibles sanciones o bloqueos internacionales".

Goldman Sachs predice que el oro podría alcanzar los 5.000 dólares si Trump influye en la Fed

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