Durante los últimos años, Cataluña ha intensificado su lucha contra la creciente proliferación de pisos turísticos, especialmente en núcleos urbanos como Barcelona, donde el turismo masivo ha generado un fuerte impacto en la vida cotidiana de los residentes. A pesar de los esfuerzos del Govern catalán por contener esta expansión a través de regulaciones estrictas y limitaciones a las licencias, los resultados no han sido los esperados: lejos de reducirse, la cantidad de viviendas turísticas sigue en aumento.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), actualizados a mayo de 2025, Cataluña cuenta con 308.770 plazas en viviendas destinadas a uso turístico. Esta cifra supone un incremento del 6% respecto a noviembre de 2024, cuando se contabilizaban 289.780 plazas. El crecimiento es aún más evidente si se analiza el número de pisos registrados: en solo seis meses, se han sumado 3.981 nuevas viviendas, pasando de 52.870 a 56.851, lo que representa un aumento del 8%.
Este fenómeno refleja un contrasentido evidente: mientras las autoridades autonómicas promueven medidas más restrictivas y refuerzan el control normativo, el sector turístico continúa expandiéndose a un ritmo notable. Incluso se observa una tendencia paradójica: el momento en que se comenzaron a aplicar políticas más estrictas, alrededor de 2023, coincide con una nueva etapa de crecimiento acelerado del número de pisos turísticos. Esta evolución pone en duda la eficacia de las estrategias actuales.
Cabe destacar que entre agosto y noviembre de 2024 se registró una disminución significativa de alojamientos turísticos, una caída de más de 5.800 pisos, que sugería un posible cambio de tendencia. Sin embargo, la recuperación posterior ha sido rápida, y en mayo de 2025 se alcanzó la tercera cifra más alta desde que el INE comenzó a registrar esta actividad en 2020.
La presión turística y sus efectos sobre el mercado inmobiliario han llevado al Govern catalán a ser una de las administraciones más estrictas en cuanto a regulación del alojamiento vacacional. Entre las medidas implementadas destacan la limitación de licencias en zonas tensionadas, la modificación de normativas urbanísticas para restringir la conversión de viviendas en apartamentos turísticos, y la exigencia de renovación periódica de las licencias vigentes. Asimismo, se ha permitido que los ayuntamientos establezcan sus propios criterios y límites, con el objetivo de adaptar las restricciones a la realidad de cada municipio.
No obstante, estos esfuerzos se enfrentan a desafíos importantes. Uno de ellos es la capacidad del mercado para adaptarse rápidamente a las regulaciones mediante estrategias que esquivan los controles administrativos, como el alquiler por temporadas o el uso de plataformas digitales que no siempre garantizan la legalidad de las ofertas. Otro obstáculo es la elevada rentabilidad que ofrecen estos pisos frente al alquiler residencial, lo que incentiva a propietarios a reconvertir sus inmuebles, contribuyendo a la escasez y el encarecimiento del alquiler tradicional.
Cataluña no es la única comunidad que impulsa el crecimiento del alojamiento turístico. Andalucía también ha registrado un notable aumento, con 5.813 nuevos pisos añadidos al parque en el mismo periodo. Juntas, estas dos regiones han sido responsables de buena parte del incremento total a nivel nacional, que asciende a 13.542 nuevas viviendas turísticas entre noviembre de 2024 y mayo de 2025, lo que supone un crecimiento del 3,6% en todo el país. Este incremento ha contrarrestado las caídas registradas en otras comunidades como Madrid, que ha reducido en más de 2.200 su número de pisos turísticos.
Desde que el INE comenzó a seguir esta actividad en 2020, el auge de los pisos turísticos durante los meses estivales se ha consolidado como una tendencia estructural del sector. Por ejemplo, solo entre febrero y agosto de 2024, se sumaron en toda España unos 52.000 nuevos pisos destinados al alquiler vacacional, una cifra muy superior a los 35.000 del mismo periodo del año anterior.
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