España se posiciona en el puesto 31 de los 38 países de la OCDE en términos de libertad económica, de acuerdo con un estudio elaborado por la Fundación Heritage y adaptado al contexto español por el Instituto de Estudios Económicos (IEE). Este informe, presentado recientemente por destacados economistas como Íñigo Fernández de Mesa y Gregorio Izquierdo, revela que el nivel de libertad económica de España es un 7% inferior al promedio de las naciones desarrolladas.
El IEE identifica varias áreas donde las políticas económicas de España necesitan reformas urgentes. El principal obstáculo es el «excesivo» tamaño del Estado, que implica un elevado gasto público, déficit fiscal persistente y una acumulada deuda pública. Estos factores, combinados con una presión fiscal desafiante, son vistos como elementos que limitan el progreso económico del país. Un «gasto público estructuralmente elevado» y una «creciente presión fiscal» sobre empresas y familias contribuyen a esta situación.
Según el índice de libertad económica (ILE), que evalúa 184 países, España ocupa la posición 53, destacando que solo tres países han sido clasificados como «libres». «Estamos muy alejados de las primeras posiciones», alerta el IEE, «lo cual condiciona nuestro progreso económico y bienestar». Mientras Singapur, Suiza e Irlanda lideran el ranking, España experimenta retos considerables en sostenibilidad fiscal y reformas económicas.
El IEE advierte que la debilidad en la salud fiscal afecta la capacidad del Estado para desarrollar políticas efectivas para contrarrestar crisis económicas, limitando la capacidad de emprender reformas impositivas y desincentivando la inversión privada.
Las implicaciones son profundas. Una salud fiscal débil limita la capacidad del Estado para responder a crisis económicas, reduce el margen para bajar impuestos y desincentiva la inversión privada
. Sin una corrección decidida, España corre el riesgo de seguir habitando un entorno económico estancado y vulnerable.
En cuanto a la libertad empresarial, el informe resalta que España se sitúa ligeramente por encima del promedio de la OCDE pero queda «muy alejada» de los países más avanzados como Dinamarca y Australia. La regulación excesiva sigue siendo un obstáculo significativo para el desarrollo empresarial en el país, afectando la rentabilidad y la competitividad a largo plazo.
Finalmente, el IEE subraya la importancia de la libertad económica como motor del crecimiento y bienestar. En un contexto de creciente complejidad institucional y tensiones geopolíticas, esta libertad cobra relevancia estratégica, instando a España a revertir su tendencia negativa en el ranking de facilidad inversora, donde actualmente ocupa el puesto 20 entre los países más avanzados.
