Los Fuxing, cuyo nombre significa “renacimiento”, representan la cúspide de la ingeniería ferroviaria china y simbolizan la transformación de China en la potencia mundial de la alta velocidad. Estos trenes recorren actualmente 48.000 kilómetros, conectando más de 550 ciudades y superando con creces la longitud combinada de las redes de alta velocidad de Alemania, Japón y Reino Unido. Esta vasta infraestructura ha transformado la movilidad interna de un país con más de 1.400 millones de habitantes, consolidando al ferrocarril como un eje central de la vida económica, social y cultural de China. La eficiencia de este sistema es tal que ha logrado posicionarse como referencia global, inspirando a otras naciones, incluida España, a replantear sus proyectos ferroviarios.
Un ejemplo paradigmático del rendimiento de los Fuxing es la ruta que une Pekín Sur con Shanghai. Más de 1.200 kilómetros se recorren en apenas cuatro horas y 18 minutos, a una velocidad constante de 350 kilómetros por hora, con una puntualidad impecable que rara vez se ve en otros países. Los trenes ofrecen un confort notable, con asientos amplios y servicios pensados para maximizar la comodidad del pasajero. Entre ellos destaca un sistema de pedidos mediante código QR que coordina la preparación de la comida en tiempo real, de manera que, durante las breves paradas del tren, los pasajeros reciben sus pedidos directamente en sus asientos sin necesidad de interrumpir su viaje.
El interés de España por este modelo es evidente. Tras el reciente anuncio del ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, de elevar la velocidad de la red española hasta los 350 kilómetros por hora -lo que permitiría unir Madrid y Barcelona en apenas dos horas-, el país aspira a replicar la eficiencia y la fiabilidad de los Fuxing chinos. España busca, con ello, no solo reducir los tiempos de viaje, sino también mejorar la comodidad, la puntualidad y la integración tecnológica de sus trenes, inspirándose en el sistema chino como un referente probado y de alto rendimiento.
Mientras España planea esta modernización, China continúa avanzando. Su siguiente salto tecnológico será el CR450, que aspira a ser el tren bala más rápido del mundo, alcanzando los 453 kilómetros por hora en pruebas entre Shanghai y Chengdu. Este tren podrá acelerar hasta los 350 kilómetros por hora en menos de cinco minutos, una mejora significativa respecto al actual CR400 Fuxing, y se prevé que entre en operación el próximo año. Además, China experimenta con la levitación magnética, capaz de superar los 600 kilómetros por hora. En Shanghai, una línea comercial que conecta el Aeropuerto de Pudong con la estación de Longyang Road ya funciona a 430 kilómetros por hora, mostrando un anticipo de lo que será la integración futura de estos vehículos en la red ferroviaria convencional.
Estos desarrollos han permitido que en menos de dos décadas China articule una red que cubre más del 90% de su población. Las autoridades chinas proyectan expandirla hasta los 200.000 kilómetros para 2035, con 70.000 dedicados a la alta velocidad y velocidades medias de 350 kilómetros por hora. El ministro de Transporte, Liu Wei, ha destacado que China concentra más del 70% de toda la red de alta velocidad global y que solo en el primer semestre de este año se registraron 2.240 millones de viajes en tren, lo que refleja el papel central que este sistema desempeña en la vida del país.
En este contexto, España observa y aprende. La ambición de emular los trenes Fuxing refleja un intento por cerrar la brecha tecnológica con Asia y ofrecer a los viajeros nacionales un sistema competitivo a nivel internacional.
