La Unión Europea ha finalizado el procedimiento para aplicar represalias a 93.000 millones de euros en importaciones desde Estados Unidos, como respuesta a una posible escalada en la guerra arancelaria. Si las negociaciones con Washington fracasan, se prevé la activación inicial de aranceles a partir del 7 de agosto, con la mayoría de las medidas programadas para introducirse en dos fases posteriores: septiembre de este año y febrero de 2026.
La propuesta, aprobada por la mayoría de los Estados miembro, fue publicada en el Diario Oficial de la Unión Europea. Solo una delegación de los Veintisiete se opuso, revelan fuentes europeas. Según el documento, el 7 de agosto se activarán aranceles en respuesta al 50% de los gravámenes de Estados Unidos sobre el acero y el aluminio europeos, con una excepción extendida hasta diciembre para los contingentes de soja.
Bruselas ha limitado los gravámenes a importaciones de las que la Unión «no depende básicamente para su suministro»
En abril, cuando el arancel inicial de Estados Unidos era del 25%, se acordó este paquete, aunque fue inmediatamente suspendido para permitir negociaciones. Si no hay acuerdo, las represalias adicionales se implementarán inicialmente el 7 de septiembre y, más adelante, a partir de febrero de 2026, afectando productos como automóviles y piezas, con un impacto aproximado de 72.000 millones de euros en importaciones.
La Comisión Europea ha unificado en una sola lista las contramedidas del bloque contra la amenaza del presidente estadounidense Donald Trump, quien pretende imponer un 30% de aranceles generalizados sobre las importaciones de la Unión Europea. Este paquete incluye el aumento ya mencionado al acero, aluminio, automóviles y partes, condicionándose a la ausencia de un acuerdo con Washington que detenga esta ofensiva arancelaria.
El reglamento destaca que las medidas son de «reequilibrio» y defienden que fueron seleccionadas bajo criterios «objetivos» y de «proporcionalidad». Además, el documento incluye restricciones a la exportación de chatarra europea al mercado estadounidense, enfatizando que los exportadores europeos «no dependen sustancialmente» de Estados Unidos como mercado para los productos afectados. Se contemplan exenciones para bienes con fines humanitarios o para emergencias sanitarias.
