La educación universitaria en España está viviendo un momento histórico: la población estudiantil ha alcanzado un nuevo récord, con 1,76 millones de alumnos matriculados en el curso 2023-2024, lo que representa un crecimiento del 2,4% respecto al año anterior y un incremento del 13,8% desde 2015-2016. Este aumento refleja tanto factores demográficos como un mayor interés en la formación superior vinculada a mejores perspectivas laborales. Sin embargo, este crecimiento no se distribuye de manera uniforme entre las universidades públicas y privadas, y la brecha entre ambos modelos se ha ido estrechando de forma significativa.
Tradicionalmente, la mayor parte del alumnado ha optado por la universidad pública, que todavía concentra un 74,3% del total. Sin embargo, la universidad privada ha experimentado un crecimiento notable, alcanzando casi medio millón de estudiantes en el curso 2023-2024, lo que supone un aumento del 6,8% respecto al año anterior. Si se analiza un periodo más amplio, la matrícula en universidades privadas ha crecido un 91% en nueve años, mientras que las públicas han registrado una caída marginal del 0,14%. Actualmente, España cuenta con 92 universidades, 50 públicas y 42 privadas, según datos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
La diferencia en crecimiento se explica en gran medida por las limitaciones estructurales de la universidad pública. Alfonso Campuzano, presidente de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (CREUP), señala que la infrafinanciación crónica de más de quince años ha derivado en instalaciones deterioradas, servicios insuficientes y menor capacidad de adaptación a las nuevas demandas académicas y sociales. La inversión pública en educación superior, según la Fundación CYD, asciende al 1,43% del PIB, cerca del promedio de la OCDE, pero la financiación por alumno se sitúa por debajo de la media de los países desarrollados, y un 67,2% del gasto en universidades proviene del sector público, inferior al 76% de la UE.
El modelo de financiación universitaria en España depende en gran medida de las comunidades autónomas (65%) y de las tasas que pagan los estudiantes (13,5%), mientras que la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) establece un mínimo de financiación pública del 1% del PIB. Ante la creciente demanda y la insuficiencia de recursos, la CRUE ha solicitado un Plan Extraordinario de Fortalecimiento Institucional con una inversión de 1.500 millones de euros para modernizar infraestructuras y equipamiento docente e investigador, pero subraya que esta medida no reemplaza la financiación estructural.
La oferta de titulaciones también refleja la diferencia entre ambos modelos. Las universidades privadas se han adaptado rápidamente a la demanda laboral, incrementando su oferta de grados y másteres en un 20,5% y 39% respectivamente en los últimos cinco años, mientras que la pública ha crecido solo un 7,3% y 7,2% en los mismos periodos. La flexibilidad, la cercanía con el sector empresarial y la rapidez para lanzar nuevas titulaciones han convertido a las privadas en una opción atractiva para los estudiantes, especialmente en áreas emergentes como Inteligencia Artificial, Ingeniería Biomédica y Ciencia de Datos. Casos recientes en Andalucía han mostrado cómo las universidades privadas han conseguido autorizaciones para nuevos grados antes que algunas públicas, a pesar de contar estas últimas con alumnado preinscrito.
El desajuste entre la oferta y la demanda se refleja también en las notas de corte, que han aumentado un 24% en la última década. Este fenómeno fuerza a muchos estudiantes a recurrir a universidades privadas, generando desigualdades económicas, ya que no todos pueden afrontar los elevados costes de la educación privada. Aun así, como apunta Rubén González, vicerrector de la UNIR, el precio no es el único factor decisivo: los alumnos valoran la personalización, la innovación metodológica, la calidad de los recursos y la vinculación con el mundo laboral.
En los estudios de posgrado, la universidad privada ya concentra al 53% de los estudiantes de máster, especialmente en modalidades online, mientras que en grado representa un 23% del alumnado, con un crecimiento sostenido desde 2014-2015. Por el contrario, las universidades públicas han perdido terreno en todos los niveles educativos, desde grado hasta doctorado.

