El reciente acuerdo alcanzado entre la Unión Europea y Estados Unidos ha evitado una escalada arancelaria de consecuencias imprevisibles. Firmado el 27 de julio de 2025 en Turnberry (Escocia) por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente estadounidense Donald Trump, el pacto establece un nuevo marco de relaciones comerciales entre ambas potencias. Uno de sus pilares es el sistema de “aranceles cero por cero” (zero-for-zero tariffs), mediante el cual ciertas categorías de productos quedan completamente exentas de gravámenes por ambas partes.
Este régimen de exención mutua busca proteger cadenas de suministro esenciales, facilitar el comercio estratégico y reducir la tensión en sectores clave. Aunque el acuerdo impone un arancel general del 15 % sobre el 70 % de las exportaciones de la UE hacia EE. UU. -afectando a industrias como la automoción, los productos farmacéuticos no genéricos o los semiconductores acabados-, se ha creado un listado específico de bienes que quedan fuera del conflicto arancelario.
Entre los sectores beneficiados destacan la industria aeronáutica, que incluye aviones y todas sus piezas, maquinaria para fabricación de semiconductores, productos químicos y materias primas críticas, medicamentos genéricos seleccionados, algunos productos agrícolas considerados “no sensibles” y ciertos recursos naturales estratégicos. En todos estos casos, se aplicará un arancel cero en ambos sentidos del comercio, lo que garantiza acceso libre y competitivo a los respectivos mercados.
La industria aeronáutica, en particular, se considera un símbolo de esta voluntad de cooperación. Al quedar completamente exenta de cualquier tarifa, se asegura la continuidad de las cadenas de producción transatlánticas, especialmente en relación con Airbus, Boeing y los múltiples proveedores europeos y estadounidenses. Lo mismo ocurre con equipos de semiconductores, un área clave para la soberanía tecnológica de ambos bloques. Al quedar fuera del arancel del 15 %, estas herramientas podrán seguir fluyendo entre ambos continentes sin costes añadidos, favoreciendo la innovación y la competitividad frente a terceros actores como China o Corea del Sur.
En el sector químico, algunos productos esenciales para las industrias farmacéutica, automovilística y agrícola también han sido incluidos en la categoría cero por cero. Esto garantiza un suministro fluido de insumos de alta complejidad, y evita costes que podrían trasladarse al consumidor final. Por su parte, en la agricultura, se han identificado productos “no sensibles” que podrán comerciarse sin aranceles, aunque se excluyen expresamente carne de vacuno, aves, arroz, azúcar y etanol, todos ellos considerados políticamente delicados.
Una de las grandes controversias del acuerdo radica en los medicamentos. Mientras que Ursula von der Leyen afirmó que los genéricos sí están protegidos bajo el régimen de arancel cero, Trump sostuvo que ningún producto farmacéutico estaba incluido. Este desacuerdo apunta a futuras negociaciones para clarificar el estatus de los productos farmacéuticos, con importantes implicaciones para la industria de genéricos europea.
Aunque el acuerdo representa una distensión importante, la mayoría de las exportaciones europeas seguirán afrontando el arancel del 15 %. Además, el acero, el aluminio y el cobre seguirán gravados con aranceles de hasta el 50 %, o estarán sujetos a un sistema de cuotas restringidas. Esta situación ha sido criticada por parte del sector industrial europeo y por varios gobiernos nacionales, que consideran que la UE ha cedido demasiado para evitar una guerra comercial.
Von der Leyen ha insistido en que se trata del mejor acuerdo posible dadas las circunstancias, y que permite salvar sectores vitales mientras se gana tiempo para renegociar condiciones más equilibradas. De hecho, el pacto prevé ampliar la lista de productos exentos, especialmente en los ámbitos de alimentación, bebidas espirituosas, vinos y biotecnología, aunque todo ello dependerá de las futuras rondas de negociación.
El impacto económico del acuerdo no es menor. Se estima que el nuevo marco podría restar hasta un 0,5 % del PIB europeo en el medio plazo, mientras que EE. UU. espera ingresos fiscales multimillonarios procedentes de los nuevos aranceles. A pesar de ello, los sectores acogidos al sistema de cero por cero se perfilan como ganadores netos, al preservar su competitividad y acceso fluido a uno de los mercados más relevantes del mundo.
El acuerdo entrará en vigor el 1 de agosto de 2025, aunque deberá ser ratificado por los estados miembros de la UE y por el Congreso estadounidense. Hasta entonces, la incertidumbre sobre su aplicación práctica y sus efectos concretos seguirá marcando la agenda económica y comercial transatlántica. Mientras tanto, los productos incluidos en el régimen cero por cero simbolizan una apuesta conjunta por la estabilidad y la cooperación estratégica en tiempos de tensión geoeconómica.
La UE y EEUU pactan un 15% de arancel a los productos europeos


