El presidente estadounidense ha comunicado la imposición de aranceles del 35% a todos los bienes importados desde Canadá, programada para entrar en vigor el 1 de agosto de 2025.
Esta medida será suprimida si las empresas canadienses trasladan su producción a Estados Unidos. Trump ha explicado que no habrá ningún arancel si Canadá o sus empresas deciden fabricar productos dentro de Estados Unidos. Además, ha afirmado la disposición de sus autoridades para facilitar de manera eficiente este traslado de operaciones.
La decisión también está sujeta a posibles ajustes, como destaca el presidente: «Estoy abierto a modificar el gravamen al alza o a la baja si Ottawa trabaja conmigo para detener el flujo de fentanilo». Esto refleja una intención de utilizar los aranceles como herramienta para fomentar la colaboración bilateral en temas críticos.
Trump ha defendido su decisión citando diversas políticas comerciales canadienses que, según él, crean déficits insostenibles para Estados Unidos. Un punto de contención clave es que Canadá impone aranceles extraordinarios de hasta el 400% a los productores de leche estadounidenses.
En una crítica contundente al gobierno canadiense, Trump acusa a Ottawa de optar por represalias en lugar de colaboración, una respuesta que se gestó desde la imposición de aranceles del 25% por parte de Washington el pasado febrero. Esto se justificó en base a la «gran amenaza de extranjeros ilegales y de las drogas mortales» procedentes de la frontera norte.
Finalmente, Trump ha advertido que se considerará un incremento adicional sobre el arancel del 35% anunciado, si Canadá decide aumentar sus gravámenes sobre los productos estadounidenses. Este continuo cruce de medidas y respuestas plantea un escenario complejo en las relaciones comerciales entre las dos naciones vecinas.
Donald Trump no extenderá el plazo de aranceles más allá del 1 de agosto
