Las políticas de Nayib Bukele en El Salvador están llamando la atención en todo el planeta. El país, uno de los más violentos del mundo, ha pasado a convertirse en el más seguro de toda América. La lucha contra las maras ha dado sus frutos en apenas unos años.
Con el primer paso consolidándose, el presidente tiene un segundo reto por delante: lograr que la economía del país comience a crecer y sacar de la pobreza a un país en ruinas.
Paso 1: la eliminación de la violencia
Hasta la llegada de Nayib Bukele a la presidencia en 2019, El Salvador era, no solo uno de los países más inseguros de América, sino que mantuvo su negativo récord mundial durante algunos años.
Por ejemplo, en 1995, el número de homicidios por cada 100.000 habitantes alcanzó la terrorífica cifra de 139, según el Banco Mundial. Y aunque los datos fluctúan a la baja durante la década siguiente, la media del periodo 2000-2010 rondó los 66,4 asesinatos por cada 100.000 habitantes, convirtiendo a El Salvador en un lugar donde el crimen campaba a sus anchas.
En 2015, la cifra volvió a subir hasta los 107 por cada 100.000. En 2019, Bukele llega al poder, y comienza a poner en práctica una política de tolerancia cero con el crimen organizado. Hasta entonces, las conocidas maras -mafias de grupos violentos enfrentados entre sí- ejercían su presión a las entidades políticas de forma tanto externa como interna. Los sobornos, secuestros y asesinatos estaban a la orden del día, incluso en los presidios, donde las maras eran dueños y señores.
Con la nueva política, las detenciones se han multiplicado, y las pandillas han sido descabezadas. La construcción del Centro del Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en 2022 -una mega cárcel con capacidad para 40.000 presos-, ha permitido encarcelar a cerca de 12.500 personas pertenecientes a la Mara Salvatrucha y a la Mara Barrio 18.
Cuando Bukele llegó al poder, el ratio de homicidios aún estaba cerca de los 50 por cada 100.000 habitantes. En 2023, El Salvador cerró el año con 2,4 por cada 100.000, la cifra más baja de su historia, siendo también la más baja del año en todo el continente americano.
A pesar de los datos, las organizaciones internacionales han acusado a Bukele de detenciones arbitrarias y de incumplimiento de derechos humanos, críticas que no parecen haber hecho mella en el presidente. De hecho, el apoyo masivo en las últimas elecciones reafirma la popularidad que se ha granjeado Bukele entre los salvadoreños.
Paso 2: criptomonedas y China
Atendiendo a la economía, no parece que la llegada de Bukele haya supuesto grandes cambios en la línea seguida por el país centroamericano. Antes del nuevo presidente, el PIB de El Salvador había crecido a un ritmo del 2,5%, con altibajos. Hay que decir que al menos un 4% del PIB total del país se fraguaba en los sobornos de los comerciantes y la policía a las maras para mantener el silencio sobre sus actividades delictivas, o simplemente, para evitar ser asesinados.
Con Bukele, el PIB ha vuelto a crecer al 2,5%, por lo que no hay un cambio indicativo apreciable a primera vista. Sin embargo, las diferencias estructurales son muy significativas.
La construcción de la economía no es un proyecto cortoplacista. Y Nayib Bukele parece haberlo entendido. Una de sus medidas más controvertidas, fue la autorización del bitcoin como moneda de curso legal a nivel nacional.
Esta decisión, ejecutada en septiembre de 2021, convirtió al país centroamericano en el primero del mundo en tener al bitcoin como moneda de curso legal, además del dólar estadounidense. Y aunque en 2023, el 88% de los salvadoreños no utilizó la criptomoneda como medio habitual, la idea del presidente era comprar activos suficientes para poder obtener ganancias venideras que sirvieran para costear la deuda y atraer inversiones.
Con más de 200 millones de dólares invertidos bajo esta premisa, El Salvador adquirió casi 3.000 criptomonedas, con la esperanza de que su valor, entonces al alza, continuara aumentando.
Pero esto no sucedió. Poco tiempo después de la compra, el bitcoin se desplomó, generando dudas sobre la capacidad de Bukele para dirigir la economía del país. Muchos expertos y periodistas criticaron la adopción de la criptodivisa, mientras el presidente se mantenía firme en sus trece.
En pleno 2024, las tornas parecen haber cambiado. El valor del bitcoin en bolsa ha superado los 60.000 dólares, pero en una nueva jugada, el presidente ha avisado de que van a holdear, es decir, que el país mantendrá congeladas sus inversiones en vez de vender, con la firme idea de que la moneda puede aumentar de valor aún más.
De hecho, Bukele ha sacado pecho de la buena situación: "Cuando el precio de mercado de bitcoin era bajo, escribieron literalmente miles de artículos sobre nuestras supuestas pérdidas. Es muy revelador que los autores de esos artículos de opinión, los "analistas", los "expertos", los "periodistas", estén totalmente callados ahora", se jactaba el líder.
Se calcula que el alza de la criptodivisa generará un 40% de beneficio para San Salvador. Pero no es la única estrategia que el mandatario hispano ha estado elaborando.
China ha puesto sus ojos en el pequeño país americano. Tras un inesperado giro de los acontecimientos, el cambio de opinión de Bukele sobre China ha permitido que se le nombre doctor honoris causa por la Universidad de Pekín, posando junto a Xi Jinping, como colofón de la nueva amistad transcontinental. Y esta amistad ya ha permitido la llegada de 500 millones de dólares al país; un guiño de Pekín para acrecentar el cambio que viven los salvadoreños.
Cuatro inversiones han llamado la atención del mundo. La primera, ya construida, ha costado 64 millones. La Biblioteca Nacional de El Salvador, un gigantesco edificio de cristal de 24.000 metros cuadrados, es ya el emblema de la modernidad del país. Estará abierta las 24 horas, con sus siete pisos iluminados de forma ilimitada.
Las otras tres inversiones chinas son el muelle turístico en La Libertad, con un coste de 24 millones de dólares, la potabilizadora del lago Ilopango -que beneficiará a 250.000 habitantes de la capital- y el Estadio Nacional, que tendrá capacidad para 52.000 espectadores y un coste de 100 millones.
Paso 3: proyectos de futuro y estabilización
Mantener las cuentas saneadas es otra de las cuestiones a tratar por el nuevo gobierno. Tras la pandemia, la deuda pública del país se disparó desde el 71,3% de 2019 hasta el 88,1% del 2020. Bukele ha cogido el toro por los cuernos, reduciendo de nuevo la deuda hasta el 73%, pero todavía queda mucho trabajo por hacer.
Para el año pasado, el país aún debía hacer frente a su deuda soberana, efectuando un pago de 800 millones de dólares, tras negarse el Fondo Monetario Internacional a nuevos préstamos para reducirla. Para 2027, deberán pagar otros 2.700 millones, y aunque China se ha ofrecido a pagarla, las condiciones no han convencido del todo al gobierno centroamericano.
Otro indicador importante es el desempleo. Antes de la llegada de Bukele se situaba en el 6,9%, pero ya ha bajado hasta el 5%. La economía sumergida también ha desparecido con la desarticulación de las maras, provocando que los comercios vuelvan a aflorar sin temor a las represalias.
El crecimiento del PIB ha sido del 2,6% en 2023, tras haber crecido más del 11% el año anterior, luego del descalabro de casi el 8% durante el confinamiento.
JP Morgan, en su informe “Latin America Emerging Markes Research”, ha destacado que la economía salvadoreña crecerá un 4% en 2024, con miras a seguir haciéndolo el año siguiente. Este si parece un paso de gigante para un país que venía hundido por los antiguos indicadores.
En el informe, la entidad ha destacado los puntos fuertes del plan económico de Bukele: una mayor actividad económica, una inflación controlada y una gestión fiscal sólida. El déficit del país, de un 5,7%, ha pasado a convertirse en un superávit del 2,4% en 2023.
Por otra parte, la agencia Moody´s ha hecho hincapié en los retos a los que se enfrenta el país, que serían cuatro: necesidad de financiación, acceso a los mercados internacional, necesidad de un plan fiscal elaborado y bajo nivel de ahorro nacional. Además, sitúan al país en la categoría de Caa3 con perspectiva estable, es decir, el penúltimo escalón de la calificación; El Salvador está al nivel de Ecuador, Pakistán y Surinam, pero por encima de Argentina.
Aún así, la proyección internacional fijada se está haciendo notar. Eventos como el Miss Universo y los Juegos Centroamericanos y del Caribe están dotando a El Salvador de la popularidad necesaria para atraer inversores extranjeros, todo ello amparado por el nuevo marco de seguridad que vive la región.
El turismo es otra de las claves del gobierno de Nayib Bukele. Y la mejora en los datos es evidente: el año pasado, El Salvador se ubicó como el quinto país del mundo en el que más aumentó la llegada de turistas internacionales (40%). Proyectos como Surf City quieren posicionar al país como un referente entre los amantes de este deporte.
De todas formas, el estado de la economía aún está en el aire. Cuando se vislumbran planes y proyectos a largo plazo, los resultados negativos en un corto espacio de tiempo hacen desconfiar a la población. Así, la preocupación por el estado de la economía ha pasado a ser la más alta entre los ciudadanos (69,9%), desbancando claramente a la preocupación sobre la violencia y los asesinatos (4,4%).
Esta situación refleja claramente el cambio de tendencia en el país, que poco a poco se adapta a la nueva realidad. Con el primer reto superado, el segundo se va consolidando, y solo el tiempo dirá si las ideas del nuevo gobierno terminan por dar sus frutos.
