Jackson Hole es una conferencia económica anual organizada por la Reserva Federal de Kansas City que reúne a economistas, banqueros centrales, académicos y otros expertos financieros de todo el mundo. Su nombre proviene del valle de Jackson Hole, en el estado de Wyoming, Estados Unidos, donde se lleva a cabo este evento.
La conferencia ha ido ganando repercusión por ser un foro donde se discuten temas económicos globales y, en particular, políticas monetarias. Es un evento influyente, ya que los discursos y debates que se realizan allí suelen tener un impacto significativo en los mercados financieros y pueden influir en las decisiones de política económica a nivel mundial. Los comentarios de los presidentes de los bancos centrales, especialmente de la Reserva Federal de EEUU, suelen ser seguidos de cerca por analistas e inversores.
La conferencia de Jackson Hole se celebra anualmente a finales de agosto. Por lo general, el evento dura unos tres días, con sesiones intensivas de discusión y presentaciones de ponencias clave. Las fechas exactas pueden variar ligeramente cada año, pero generalmente ocurre durante la última semana de agosto.
La edición de este año, que se celebrará del 22 al 24 de agosto, se centrará en el tema «Reevaluación de la eficacia y la transmisión de la política monetaria». Entre los temas clave se incluirán la inflación, la estabilidad del mercado laboral y los posibles cambios en la política monetaria.
Se espera que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, pronuncie un discurso de apertura en el que dé pistas sobre la confianza de la Fed en alcanzar su objetivo de inflación del 2% e insinuar posibles recortes de los tipos de interés ya en septiembre. El mercado está atento a cualquier señal sobre las futuras acciones de la Fed, especialmente a la luz de los recientes desafíos económicos.
También participarán otros destacados banqueros centrales y economistas de todo el mundo, entre ellos la Presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, que debatirán sobre la situación económica mundial y las implicaciones para la futura política monetaria. El simposio de este año es especialmente significativo, ya que podría influir en los mercados financieros mundiales y determinar las expectativas de actuación de los bancos centrales en los próximos meses.
No obstante, más que por el evento en sí, el interés tiene mucho que ver con el contexto en el que se produce. Por un lado, se dan ciertas señales de que la economía estadounidense se ralentiza, mientras algunas otras lo desmienten. Ante eso, el mercado espera una reacción de la Reserva Federal, comandada por Jerome Powell.
Durante todo el año, el mercado ha esperado una bajada de tipos que, sin embargo, no ha llegado a producirse por el buen desempeño de la actividad económica. Y a la vez, la inflación, aunque más moderada que el año pasado, sigue sin dar tregua, por lo que si la Fed toma una decisión al respecto podría acabar estimulando los precios, que es el principal problema al que se enfrenta.
Por otro lado, influye la convocatoria electoral, con dos discursos económicos aún por concretar, pese a que se espera que Kamala Harris continúe la senda de Joe Biden y que Donald Trump ha dado algunas pinceladas en este tiempo. Todo ello hace que cualquier declaración de Powell haga el silencio a su alrededor, a la espera de indicios en un momento incierto.