Economía

Ranking europeo de jornada laboral: ¿dónde se trabaja menos y se vive mejor?

La jornada laboral media en los Países Bajos es de apenas 32,2 horas semanales

Archivo - Imagen de recurso de un ordenador.
Por Redacción Capital

En el imaginario colectivo, trabajar muchas horas suele asociarse con productividad, esfuerzo y crecimiento económico. Sin embargo, la realidad europea desmonta ese mito: algunos de los países más prósperos del continente son también aquellos donde menos horas se trabaja a la semana. Un ejemplo paradigmático es Países Bajos, que lidera el ranking como el país con la jornada laboral más reducida de Europa. Según los últimos datos publicados por Eurostat, la jornada laboral media en los Países Bajos es de apenas 32,2 horas semanales. Esto contrasta significativamente con países como España, donde se alcanzan las 37,8 horas, o Grecia y Rumanía, que superan las 40 horas semanales.

Lo llamativo es que esta menor carga horaria no se traduce en una menor riqueza. Al contrario: Países Bajos es una de las economías más sólidas y eficientes de Europa. Esto demuestra que la clave del desarrollo no está en la cantidad de horas trabajadas, sino en la productividad por hora, el uso de la tecnología, y un modelo laboral flexible que permite una mejor conciliación entre la vida profesional y personal.

El ranking que desmonta mitos

Estos son los países de la Unión Europea que menos horas trabajan a la semana (según datos recientes). Muestra que los países del norte y centro de Europa, con economías más desarrolladas y mayor calidad de vida, tienden a trabajar menos horas. Mientras tanto, los países del sur y este europeo suelen registrar jornadas más largas, sin que eso se traduzca necesariamente en una mayor productividad o bienestar social.

  1. Países Bajos – 32,2 horas
  2. Alemania – 34,0 horas
  3. Suecia – 34,4 horas
  4. Dinamarca – 34,6 horas
  5. Francia – 35,1 horas
  6. Italia – 35,5 horas
  7. España – 37,8 horas
  8. Grecia – 39,8 horas
  9. Rumanía – 40,5 horas
  10. Polonia – 40,7 horas

En el caso de España, se sitúa en una posición intermedia en el ranking europeo, con casi 38 horas semanales. A pesar de ello, su productividad por hora sigue estando por debajo de la media europea. Esto se debe, en parte, a una cultura de largas jornadas con pausas extensas (como la comida) y un modelo laboral que todavía prioriza la presencia física más que la eficiencia.

¿Cuál es el secreto del éxito laboral en Europa?

Lejos de lo que podría pensarse, trabajar menos no es sinónimo de pereza ni de baja competitividad. Los países que encabezan el ranking de menores jornadas laborales semanales, como Países Bajos, Alemania, Suecia o Dinamarca, han demostrado que trabajar menos puede ser una estrategia productiva si se apoya en un modelo eficiente, moderno y centrado en el bienestar de las personas. Estos son los pilares que sustentan ese modelo:

Alta productividad por hora trabajada

Uno de los elementos clave es la productividad, entendida como la cantidad de riqueza generada por cada hora de trabajo. Países como Alemania y los Países Bajos están entre los líderes mundiales en este aspecto. Esto significa que, en menos tiempo, sus trabajadores logran producir más bienes y servicios de calidad.
Esta eficiencia se logra gracias a una combinación de factores: mejor organización del tiempo, procesos bien estructurados, menor burocracia interna en las empresas, y una formación profesional alineada con las necesidades del mercado.

En contraste, países con jornadas más largas pero baja productividad suelen evidenciar deficiencias en la gestión del trabajo, poca inversión en innovación y modelos empresariales obsoletos.

Trabajo a tiempo parcial voluntario

En el caso particular de los Países Bajos, destaca el alto porcentaje de empleo a tiempo parcial, que supera el 50% de la población activa, especialmente entre mujeres. A diferencia de lo que ocurre en otros países, esta modalidad no está asociada a la precariedad, sino que es una elección consciente para equilibrar vida y trabajo.

Este enfoque permite reducir las horas medias trabajadas sin afectar el rendimiento general del país. Además, genera una mayor participación laboral, ya que muchas personas que no podrían asumir jornadas completas sí pueden trabajar parcialmente, contribuyendo así a la economía.

Cultura laboral basada en la eficiencia, no en la presencia

Otro rasgo distintivo es la cultura laboral enfocada en resultados. En estos países, lo importante no es cuántas horas se pasa en la oficina, sino qué se consigue con ese tiempo. Se evita el “presentismo”, una cultura muy extendida en países como España o Italia, donde la presencia física prolongada es percibida como compromiso, incluso si no hay productividad real.

Las empresas en Alemania, Suecia o Dinamarca priorizan el cumplimiento de objetivos y plazos, y promueven la autonomía de los trabajadores. Esto fomenta entornos de trabajo más ágiles, motivadores y responsables.

Inversión en tecnología y automatización

La modernización de los procesos productivos es otro factor esencial. Estos países invierten intensamente en digitalización, inteligencia artificial, automatización y sistemas de gestión inteligentes, lo que permite reducir tareas repetitivas, evitar errores y aprovechar mejor el tiempo humano.

Esta apuesta tecnológica permite liberar horas de trabajo para tareas más creativas, estratégicas o de mayor valor añadido, mientras que las máquinas y los sistemas informáticos se encargan de lo rutinario. En consecuencia, se reduce la necesidad de largas jornadas sin que eso implique menor producción.

Conciliación, bienestar y políticas públicas efectivas

Por último, la calidad de vida es una prioridad. Los países líderes en menor jornada laboral cuentan con sólidas políticas de conciliación: permisos parentales amplios y remunerados, acceso universal a educación infantil, incentivos al teletrabajo, horarios escolares compatibles con el empleo, y sistemas de salud y transporte que reducen el estrés cotidiano.

Todo esto mejora el bienestar emocional y físico de los trabajadores, lo que se traduce en menos bajas por enfermedad, menor rotación laboral y mayor compromiso con el trabajo.

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