La operatividad del Aeropuerto de Barcelona-El Prat se ha visto alterada este fin de semana por una combinación de factores que han puesto a prueba la capacidad de gestión del transporte aéreo. Por un lado, las intensas lluvias caídas en Catalunya durante la jornada del domingo obligaron a los controladores aéreos a espaciar las salidas y llegadas de vuelos, provocando retrasos y cancelaciones desde el mediodía. Por otro, los efectos del ciberataque registrado el sábado en varios aeropuertos europeos seguían dejando su huella en las operaciones.
Según fuentes de Aena, las condiciones meteorológicas adversas en Barcelona, Palma y Menorca han repercutido directamente en la planificación de vuelos, dificultando el normal desarrollo de las operaciones. La compañía publicó un mensaje en la red social X en el que recomendaba a los viajeros consultar directamente con su aerolínea antes de desplazarse al aeropuerto, para confirmar la situación de cada vuelo. La prioridad, explican, ha sido garantizar la seguridad en el tráfico aéreo, incluso si ello implicaba inevitables demoras.
Sin embargo, la meteorología no ha sido el único desafío del fin de semana. El ciberataque del sábado contra aeropuertos europeos recordó lo vulnerable que sigue siendo la infraestructura crítica en el continente. El suceso trajo a la memoria lo ocurrido en 2024, cuando un fallo en el sistema de seguridad CrowdStrike paralizó aeropuertos de todo el mundo, incluido Barajas.
Sancho Lerena, CEO de la tecnológica española Pandora FMS, ha sido contundente en su diagnóstico: "La situación apenas ha cambiado. En un entorno mucho más tenso en cuanto a amenazas de ciberseguridad, seguimos sin avanzar en conceptos tan básicos como la soberanía IT respecto a Estados Unidos. Hay que implantar sistemas propios y potenciar la diversidad, no utilizando todos un mismo proveedor que, al caerse, paraliza por completo la actividad".
El experto recuerda que España ha experimentado un incremento del 43% en los ciberataques a sectores esenciales durante el último año, siendo el transporte el más afectado, con más de un 24% de los casos. Para Lerena, esta realidad debería ser una llamada de atención urgente a la necesidad de reforzar los sistemas de monitorización y la diversificación tecnológica.
El caso de CrowdStrike, considerado uno de los fabricantes de seguridad más potentes del mundo, demostró que ni siquiera las compañías líderes están a salvo de un colapso. "Un software de seguridad que se supone debe proteger los sistemas de ataques tumba el propio sistema", reflexiona Lerena. La paradoja de que una herramienta destinada a blindar infraestructuras críticas terminara provocando su caída es, en sus palabras, la mayor pesadilla de cualquier empresa dedicada a la seguridad informática.
Los expertos coinciden en que el problema de fondo es la creciente complejidad tecnológica. "A más complejidad, mayor coste de mantenimiento y más posibilidades de fallo", señala Lerena. El CEO de Pandora FMS incluso relaciona este fenómeno con la falta de avances en proyectos tan ambiciosos como la exploración espacial tripulada: "Quizás por esto mismo no hemos vuelto a la luna desde los años 60, porque antes la tecnología se usaba con la cabeza y era menos compleja. Hoy el exceso pasa factura".
