BBVA se enfrenta a un año 2025 plagado de desafíos, algunos de los cuales son compartidos por el resto de entidades bancarias en España y Europa. Sin embargo, uno de los aspectos más destacados es su oferta pública de adquisición (OPA) y la posible fusión con Banco Sabadell, lo que busca aumentar su tamaño y presencia en un mercado español cada vez más competitivo.
La entidad, bajo la presidencia de Carlos Torres, ha estado trabajando en esta operación durante varios meses. Para proceder, necesita obtener la aprobación de organismos reguladores como la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). A pesar de que hace siete meses BBVA realizó una oferta formal para fusionarse con Banco Sabadell, esta fue rechazada por la dirección de la entidad vallesana. Como respuesta, BBVA extendió su propuesta a los accionistas a principios de mayo mediante una OPA de carácter «hostil».
La operación dependerá de obtener la aceptación del 50,01% del capital
Para llevar a cabo la OPA, BBVA deberá contar con las autorizaciones necesarias del Banco Central Europeo (BCE), la CNMV y el regulador financiero británico. Hasta finales de 2024, ha conseguido la ‘no oposición’ tanto del BCE como de la Autoridad Prudencial británica (PRA), pero aún quedan pendientes las autorizaciones de la CNMC y la CNMV. Esta última ha indicado que aprobara el folleto de la OPA solo luego de conocer los dictámenes sobre la concentración bancaria para garantizar la información adecuada a los inversores.
Impacto en la competencia y análisis en fase 2
El futuro de la operación está en manos de la CNMC, que ha elevado la evaluación a fase 2 tras detectar posibles riesgos en la competencia del sistema bancario español. En su análisis preliminar, la CNMC advirtió sobre la posibilidad de que la fusión genere cuotas de mercado superiores al 30% en el sector de terminales de punto de venta (TPVs), lo que podría afectar las condiciones comerciales para pequeñas y medianas empresas (pymes). Además, el organismo ha señalado que la operación podría dar pie a reducciones en el crédito disponible para estas empresas.
La fase 2 puede extenderse hasta tres meses, permitiendo a BBVA presentar más información
La entrada a esta fase permite que Banco Sabadell y otros interesados puedan presentar alegaciones, aunque en la práctica se ha restringido a Sabadell como la única entidad con un interés legítimo. Durante este proceso, la CNMC llevará a cabo un análisis en profundidad que podría resultar en la aprobación de la operación con o sin condiciones, o incluso su prohibición, lo que llevaría la decisión al Ministerio de Economía.
Los analistas coinciden en que los obstáculos regulatorios podrían afectar la rentabilidad de la operación. Javier Cabrera, analista de XTB, menciona que la presión del Gobierno podría obligar a BBVA a aceptar condiciones que comprometan el éxito financiero de la fusión. Este entorno operativo se complica aún más con las expectativas de bajadas de tipos por parte del BCE, la ralentización económica general y el nuevo impuesto a la banca que afectan al sector.
Conforme se aproxima 2025, la presión aumenta sobre BBVA, no solo para consolidar esta fusión, sino también para mantener su competitividad en un mercado cambiante.