Telefónica se encuentra en un momento clave de su estrategia corporativa, ya que a partir de junio de 2026 tendrá plena libertad para vender, total o parcialmente, su participación del 50% en la joint venture británica Virgin Media O2 (VMO2). Esta posibilidad, contemplada desde la fusión con Liberty Global en 2020 y formalizada el 1 de junio de 2021, está comenzando a tomar protagonismo en la revisión estratégica que el grupo español lleva meses realizando. El objetivo principal de esta revisión es explorar nuevas vías de ingresos que permitan a la compañía reducir su deuda, consolidar su posición en mercados clave y expandirse en otros países europeos, siempre con un enfoque que mantiene a Vodafone España como referencia directa de la competencia.
Según fuentes del mercado, Telefónica estaría considerando todas las alternativas posibles para sus activos, sin descartar ninguna fuente de recursos. En virtud del acuerdo de fusión, tanto Telefónica como Liberty Global podrán abandonar la joint venture después de cinco años de operación, momento a partir del cual la salida a bolsa de VMO2 será factible desde junio de 2024. Sin embargo, este escenario se percibe como poco viable, debido a la complejidad de asumir la deuda de la compañía, estimada en cerca de 12.000 millones de euros. Consultadas al respecto, fuentes de Telefónica han declinado hacer comentarios oficiales.
Entre los posibles escenarios de desinversión se incluye la incorporación de un tercer inversor en la sociedad. En este contexto, se ha mencionado a Saudi Telecom Company (STC), accionista de Telefónica con un 10% del capital y con intenciones de aumentar su presencia en Europa, como un candidato potencial para participar en la joint venture. Esta perspectiva refleja el carácter explorador de Telefónica, que también se ha trasladado al desempeño de su negocio en el Reino Unido. Este mercado, en el que se ejecutó la operación más ambiciosa en la historia de la compañía, valorada en 43.000 millones de euros, no ha cumplido con las expectativas iniciales generadas durante la pandemia.
Dos años después de la fusión, en 2022, Telefónica valoraba su participación en VMO2 en aproximadamente 11.700 millones de euros, según su informe financiero anual. La compañía ha enfrentado varios retos, entre ellos la ralentización del despliegue de fibra y la integración del espectro adquirido a Vodafone por 400 millones de euros. Asimismo, la consolidación del mercado británico ha intensificado la competencia, especialmente tras la fusión de Vodafone y Three, que creó un operador dominante valorado en 15.000 millones de libras esterlinas, desbancando a EE, controlada por British Telecom.
Las cuentas de VMO2 muestran un panorama complicado. Durante el primer semestre del año, la compañía reportó pérdidas de 414 millones de euros, frente a las ganancias de 35,6 millones en el mismo período de 2024. Este deterioro se ha visto impulsado por un descenso en la facturación tanto en el segmento móvil (-1%) como en el de fijo (-0,5%). A pesar de estas cifras, la compañía sigue apostando por inversiones significativas: más de 2.000 millones de libras para mejorar la calidad de sus redes y servicios, así como el despliegue de fibra óptica en 18,5 millones de hogares, con la meta de alcanzar los 23 millones en el próximo año, apoyándose en Nexfibre, sociedad participada al 50% por Liberty Global y Telefónica Infra.
VMO2 también ha buscado alianzas estratégicas para fortalecer su negocio corporativo, como la creada con Daisy Group en mayo, denominada O2 Daisy, en la que la joint venture posee el 70% del capital y su nuevo socio, el 30% restante. La valoración de esta sociedad alcanza los 3.600 millones de euros, con ingresos proforma de 1.660 millones, lo que refuerza la diversificación de ingresos de VMO2 y abre nuevas oportunidades de crecimiento en el segmento corporativo.
En este escenario, Telefónica encara decisiones estratégicas de gran calado. La revisión de sus activos no solo podría implicar la venta de su participación en VMO2, sino también la exploración de nuevas formas de financiación e inversión para consolidar su posición en Europa y reducir su deuda. Este enfoque integral, combinado con la búsqueda de sinergias y la optimización de recursos, podría marcar un punto de inflexión en la estrategia de expansión internacional del grupo español. La decisión final, prevista para el horizonte de 2026, tendrá un impacto significativo tanto en el futuro de VMO2 como en la capacidad de Telefónica para mantener su competitividad en un mercado europeo cada vez más consolidado y desafiante.
