Tesla acaba de dar un paso decisivo para reactivar sus ventas y defender su posición como referente del automóvil eléctrico. La compañía ha presentado nuevas versiones más económicas de sus modelos Model 3 y Model Y, que costarán entre 37.000 y 40.000 dólares, alrededor de 5.000 menos que las versiones actuales. Con esta medida, la firma pretende compensar el fin del crédito fiscal de 7.500 dólares que el gobierno de Estados Unidos ofrecía a quienes compraban vehículos eléctricos y que fue eliminado recientemente por la administración de Donald Trump.
La reducción de precios llega en un momento clave para Tesla. A pesar de que sigue siendo la empresa con más vehículos eléctricos del mundo, su cuota de mercado se ha reducido por debajo del 50% en Estados Unidos y muestra síntomas de desaceleración en Europa. En un entorno en el que marcas como Hyundai, General Motors, Volkswagen o Nissan, o nuevos competidores como BYD, multiplican sus ofertas y recortan precios, Musk se ha visto obligado a mover ficha.
Los nuevos modelos no son rediseños, sino versiones simplificadas que mantienen la tecnología de propulsión eléctrica, la conectividad digital y los sistemas de conducción asistida que caracterizan a Tesla, pero introduciendo también pequeños cambios de diseño para abaratar costes; como los techos de cristal panorámico, que ahora se sustituyen por estructuras metálicas y los faros LED de barra continua por un sistema más sencillo de doble foco. Así, Tesla consigue reducir el precio de venta sin comprometer la esencia tecnológica de sus coches.
El anuncio llega tras un tercer trimestre con cifras récord de entregas, aunque los analistas creen que ese repunte fue puntual, provocado por la prisa de los compradores por aprovechar los últimos días de incentivos fiscales. En los próximos meses, prevén un descenso del ritmo de ventas.
Tesla se enfrenta a críticas por la falta de nuevos modelos
Su último lanzamiento, el Cybertruck, ha tenido una acogida más fría de la esperada, y la actualización del Model Y no ha logrado revertir la caída de su cuota global. Musk canceló incluso el proyecto de un coche eléctrico económico de 25.000 dólares que iba a producirse en México, para destinar recursos al desarrollo de robotaxis autónomos y robots humanoides, un cambio de rumbo que algunos inversores ven con escepticismo.
Aun así, la empresa mantiene su capacidad para marcar el ritmo del sector. Su estrategia de reducir precios coincide con un momento en el que los coches eléctricos comienzan a competir en igualdad de condiciones con los de gasolina. Como comentábamos al inicio del reportaje, Hyundai, por ejemplo, anunció hace unos días que rebajará más de 9.000 dólares el precio de su Ioniq 5 2026, que costará unos 35.000 dólares, una cifra similar a la del SUV Santa Fe de combustión. General Motors y Nissan también han lanzado modelos eléctricos por debajo de los 35.000 dólares, con autonomías que superan los 480 kilómetros por carga. En este nuevo contexto, el automóvil eléctrico deja de ser un lujo tecnológico para convertirse en una alternativa real para muchos conductores.
Model Y y su etapa irregular en España
Mientras Tesla ajusta su política global, el Model Y, su vehículo más vendido en Europa, vive una etapa irregular en España. Aunque sigue siendo uno de los eléctricos más populares, las cifras muestran altibajos. En el primer semestre de 2025, Tesla logró mantener el liderazgo con más de 3.000 unidades del Model Y matriculadas, situándose junto al Model 3 en los dos primeros puestos del ranking nacional. Sin embargo, las ventas han fluctuado de forma notable: mientras en junio se vendieron más de 1.100 unidades, en agosto apenas se registraron 289, un descenso superior al 20 % respecto al mismo mes del año anterior.
Pese a esa inestabilidad, Tesla conserva una base sólida en el mercado español. La compañía ofrece el Model Y en versiones de tracción trasera y total, con autonomías que pueden alcanzar 568 kilómetros en el ciclo WLTP. En 2025 ha introducido además la variante Performance, con mejoras de diseño, suspensión y conectividad, que busca atraer a un perfil de comprador más exigente. En las pruebas y reseñas locales, el modelo ha recibido elogios por su eficiencia y confort, aunque algunos usuarios apuntan que el servicio posventa de la marca y los plazos de entrega siguen siendo puntos débiles.
En cuanto a percepción pública, el Model Y sigue considerado referente del coche eléctrico. Su diseño minimalista, la red propia de supercargadores y las continuas actualizaciones de software le dan ventaja sobre otros competidores. Pero el panorama es más exigente: marcas como BYD, Kia o Renault están lanzando modelos con precios más bajos y prestaciones similares, lo que obliga a Tesla a ser más flexible.
El mercado europeo, además, está experimentando una ralentización general. En países como Alemania, Noruega o Francia, las matriculaciones de Tesla han caído significativamente en 2025. España, pese a ser un mercado más pequeño, se ha convertido en una prueba importante para la marca: un país donde el precio y la eficiencia pesan tanto como la innovación.
Con inversiones de menos coste, Tesla espera mantener su atractivo ante un consumidor más sensible al precio, pero a la vez también más informado y con más opciones. Los inversores, sin embargo, se muestran prudentes. Algunos temen que las versiones económicas resten ventas a los modelos más caros y reduzcan los márgenes de beneficio. “El volumen generado se deberá principalmente a la canibalización de versiones más caras”, advirtió recientemente el analista Gary Black.
A pesar de las dudas, Tesla parece decidida a jugar en todos los frentes: mantener su imagen de marca tecnológica y al mismo tiempo ganar en accesibilidad. En España, donde la electrificación avanza lentamente pero de forma constante, el éxito o fracaso del Model Y marcará el rumbo de la compañía en el mercado europeo. Si logra mantener su liderazgo en ventas pese al aumento de la competencia, Musk podrá presumir de haber transformado otra vez el panorama automovilístico; si no, el año 2025 quedará como el punto de inflexión en el que Tesla pasó de liderar la revolución eléctrica a tener que adaptarse a sus propias reglas.
