acabamos desarrollando el plan de negocio en una servilleta”, recuerda. Así nacía en 2012 Kids Brain. “Nuestra vocación es intentar mejorar las matemáticas, hacerlo en inglés y jugando con un ábaco”, indica su creador. Desde entonces, ya cuenta con catorce franquicias (la media de inversión está entre los 1.500 y los 2.500 euros) y unos 700 alumnos. Una inversión baja, ya que no se necesita local porque las clases se imparten en colegios o en academías con los que se llega a un acuerdo. “Este año vamos a dar una hora a la semana en doce colegios como asignatura, y en otros 130 estaremos como actividad extraescolar, por lo que esperamos alcanzar la cifra de 3.000 alumnos”, pronostica este emprendedor. ¿Quiénes son sus franquiciados? Personas de entre 25 y 35 años que sienten pasión por la educación ya que han sido, o son, profesores o propietarios de academías. En cuanto a planes de futuro, en su punto de mira está el salto internacional, ya que han recibido propuestas de países como Costa Rica, Perú y México. Y darle la vuelta a la tortilla, es decir, implantar Kids Brain en países de habla inglesa pero enseñando en español. “La situación de crisis ha hecho que los padres inviertan más en la educación de sus hijos”, afirma. También reconoce que lo más difícil a la hora de emprender es encontrar financiación. Y lo dice con la autoridad que le da haber creado cuatro empresas en los últimos cinco años: desde una constructora de prefabricados de hormigón hasta una compañía dedicada a las ITV pasando por estaciones de servicio low cost. “En 2009, y aunque teníamos licencia administrativa para las ITV, los cuatro socios fuimos a diferentes entidades financieras y no encontramos el capital necesitario, por lo que tuvimos que vender a otra persona el 50% de la sociedad”, señala. Nos les va nada mal, ya que cuentan con seis ITV operativas y otras tres en desarrollo. Respecto a las estaciones de servicio low cost, son ocho las que están en marcha, más otras doce en proyecto. “Soy una persona muy práctica. Todas las ideas las trabajo como algo que tiene que funcionar. Si veo que no es así, lo dejo”, reconoce. Es lo que sucedió con la empresa constructora. Pero lo que más le duele es que, en España, esté mal visto fracasar: “No debería ser así”.]]>