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Lifestyle

10 piezas que todo amante de la relojería debe tener

Por Redacción Capital

Por Marta Díaz de Santos

Son los más admirados y deseados por los amantes de la relojería y los grandes coleccionistas. Piezas históricas cuyo éxito se ha ido cementando con los años y que ahora tenemos al alcance de nuestra muñeca (aunque lo cierto es que algunos se reservan para los más pudientes)... Presentamos 10 iconos de estilo que se convirtieron en leyenda:

Audemars Piguet Royal Oak, el primer reloj deportivo de lujo de la historia

En 1972, cuando los primeros relojes de cuarzo se preparaban para provocar una crisis sin precedentes en la industria relojera suiza, Audemars Piguet desafió las convenciones con su primer reloj deportivo de alta gama fabricado en acero: el Royal Oak. La historia empezó cuando la manufactura contactó con el diseñador Gérald Genta para crear un modelo deportivo de gama alta destinado a un uso diario, una pieza destinada a personas muy activas de acuerdo con el nuevo estilo de vida que se empezaba a proponer en la época. La idea de Genta era proteger el movimiento de carga automática más delgado del mundo en ese momento (3,05 mm) desarrollado por Audemars Piguet en 1967 con una armadura resistente en acero inoxidable. Un material poco convencional en “Haute Horlogerie” y mucho más difícil de trabajar que el oro, puesto que el acero requería una inversión en nuevas herramientas y técnicas para obtener los acabados requeridos. Por primera vez, el acero se ennobleció elevándolo al mismo estatus que el oro.

El Royal Oak revolucionó los códigos estéticos de la relojería con su amplio bisel octogonal, caja en forma de tonel de 39 mm (apodada ‘Jumbo’), tornillos hexagonales, brazalete de acero integrado con eslabones de tamaño decreciente e innovadora esfera guilloché ‘Tapicería’. Su caja y brazalete de acero presentaban refinadas técnicas: los acabados pulidos a mano y satinados alternos constituyen sus signos distintivos.

Patek Philippe Nautilus, el modelo que cambió la historia de la manufactura más prestigiosa del mundo

En la década de los 70, en pleno cambio social y económico, Patek Philippe tuvo claro que era el momento de dar un golpe de timón para presentar su primer modelo deportivo en acero. Era una apuesta arriesgada, pero el empeño de Philippe Stern, uno de los directivos e hijo del entonces presidente, Henri Stern, hizo que viera la luz. Para la arriesgada misión se contó con el diseñador Gerald Genta, autor del Royal Oak de Audemars Piguet que, inspirándose en las escotillas de los barcos, incluidas las bisagras, dotó al modelo de una hipnótica personalidad. En 1976 el Nautilus 3700/1 era una realidad. Las reticencias iniciales del ‘cliente Patek’, debido al material empleado, su tamaño de 42 mm, demasiado grande para la época y que le hizo ganarse el apelativo de ‘Jumbo’ y su caja monobloque, hermética hasta los 120 metros, se convirtieron rápidamente en virtudes que catapultaron este sencillo y robusto modelo a un lugar impensable. El Nautilus podía presumir desde su nacimiento, y de hecho ya lo hacía en sus primeras publicidades, de que era el reloj más caro del mundo fabricado en acero. Además, en tiempo récord, se convirtió en el modelo más reconocible y deseado. Se considera que, en la actualidad, la Manufactura fabrica una unidad por cada 100 peticiones que reciben de esta icónica referencia cuya leyenda no para de crecer.

Jaeger-LeCoultre Memovox, el reloj de buceo por excelencia

Jaeger-LeCoultre pone de relieve los mejores mecanismos de sonería desarrollados en la Manufactura desde su creación en 1833. Desde sus inicios, la Maison ha creado más de 1.200 calibres, además de las 400 patentes, que ha depositado a lo largo de sus más de 180 años de historia y que actualmente gozan de un reconocimiento único dentro del sector de la relojería. En 1950, la Manufactura presenta el Memovox, la voz de la memoria en latín que, en 1956, se convierte en el primer reloj automático con despertador de la historia de la relojería. En esencia, suponía un martillo golpeando una espiga soldada al fondo del reloj que producía un zumbido, perceptible tanto acústicamente como por vibración en la muñeca. En 1959 se presenta el ya legendario Memovox Deep Sea, el primer reloj de bu[1]ceo dotado de semejante complicación, culminado con el Memovox Polaris de 1965, con una triple caja diseñada para poder ser oída claramente incluso a los 200 metros de profundidad homologados para el Polaris.

Zenith El Primero, el primer cronógrafo automático del mercado

1969 fue un año histórico para la industria relojera, Zenith presentó El Primero, el primer cronógrafo automático de alta frecuencia del mundo (36.000 alternancias por hora) lo que le permitía medir con una precisión de una décima de segundo. Convertido posiblemente en el calibre más famoso y avanzado de la industria, hasta que la crisis del cuarzo casi acaba con él. Solo la determinación de Charles Vermot, relojero de Zenith, impidió el desastre. A mediados de los 70 recibió la orden de sus jefes de deshacerse de todo el equipamiento con el que se fabricaban los movimientos mecánicos en la manufactura y, por suerte, tuvo el valor de desobedecerles. La historia ha puesto a El Primero en su sitio. Es un reloj de lujo que nació motivado por la audacia, la autenticidad y la pasión. Pero no solo el movimiento fue innovador. Los modelos de relojes equipados con el revolucionario calibre también fueron alabados por sus diseño contemporáneo y singular, que sigue inspirando y fascinando a los aficionados a la relojería y a los coleccionistas más exigentes 50 años después.

Rolex Daytona, el objeto de deseo imposible

Es uno de los modelos más icónicos de la colección Rolex y, posiblemente, el reloj más deseado del mundo. En 1959, Rolex se asoció con la prestigiosa Daytona International Speedway, en Estados Unidos, y en 1963 lanzó el Oyster Perpetual Cosmograph, un modelo diseñado para responder a las exigencias cronométricas de los pilotos de alta competición. Unos años más tarde, Rolex agregó el nombre Daytona a la carátula del emblemático cronógrafo, a fin de marcar su conexión con el circuito. Rolex no acababa de conseguir con el Daytona el estatus que sí gozaba como otros modelos de la manufactura. Todo cambió cuando Paul Newman fue visto portando el reloj. Pero no fue por iniciativa propia. Joanne Woodward, que nunca vio con buenos ojos la pasión del actor por el mundo de la velocidad (Newman llegó a tener su propio equipo de competición) decidió hacerle un regalo cuando ambos rodaban “Quinientas Millas” (1969), película que giraba en torno al mundo de los coches de carreras. Esta pieza fue subastada en 2017 por 17.752.500 dólares, el precio más alto pagado hasta la fecha por un reloj de pulsera. De película.

Tag Heuer Mónaco, el reloj de las carreras

Un icono del mundo relojero. Desde 1860, TAG Heuer ha encarnado la vanguardia, la precisión y la audacia que han marcado la historia mundial de la relojería. Lanzado en 1969, el atractivo aspecto del Mónaco, uno de los relojes deportivos más reconocidos y celebrados de la historia, representó el rompimiento absoluto con el diseño relojero convencional. Con su caja cuadrada, este modelo irrumpió en el mercado relojero en la feria de Basilea y se convirtió inmediatamente en centro de atención no solo por su inusual y contundente diseño, sino por las soluciones de estilo, técnica y funcionalidad que siempre le han acompañado. Fue el primer reloj con esta forma hermético al agua y el protagonista del debut del afamado Calibre 11, el primer cronógrafo de cuerda automática de la relojería suiza. Un modelo que, literalmente, de la mano de Steve McQueen, en la película “Le Mans” (1971) lleva más de medio siglo convertido en objeto de deseo.

Breitling Navitimer, marcando el camino de la aviación

En 1952, la todopoderosa Asociación de Propietarios y Pilotos de Aeronaves de EE. UU. (Aircraft Owners and Pilots Association, AOPA) contactó con Willy Breitling solicitando un nuevo cronógrafo que cubriera las exigentes necesidades de sus socios. El relojero creó un innovador instrumento de pulsera adaptando a los usos aeronáuticos la regla de cálculo logarítmica original del Chronomat de la década anterior, integrándola en un bisel rotatorio. Así los pilotos podrían hacer rápidamente cálculos sobre velocidad media, distancia recorrida, consumo de combustible, velocidad de as[1]censo y descenso y conversión de millas a kilómetros o millas náuticas. La caja de 41mm, especialmente grande para la época, aseguraba la legibilidad y se reforzaba mediante dígitos arábigos con radio en su interior en contraste con la esfera negra. El Navitimer (contracción de Navigation + Timer), una vez presentado a la AOPA, tuvo un éxito instantáneo. Tras una trayectoria de más de 65 años es, sin la menor duda, el Breitling más emblemático y sigue siendo el instrumento de muñeca definitivo para los pilotos.

Omega Speedmaster, el reloj que pisó la luna

Este cronógrafo deportivo creado en 1957 se inspiraba en los relojes de los modelos deportivos italianos de la época. En el momento de su nacimiento, era el primer cronógrafo de pulsera con una escala taquimétrica en el bisel, lo que le convertía en el compañero ideal de los pilotos de carreras. Su relación con la NASA comenzó en octubre de 1962, cuando los astronautas Walter Schirra y Gordon Cooper llevaron sus Speedmaster en misiones del programa Mercury. El 1 de marzo de 1965 se convirtió en el único reloj que superó las duras pruebas que impuso la NASA y consiguió convertirse en “Reloj certificado oficialmente para todas las misiones tripuladas”. Omega empezó a añadir la leyenda ‘Professional’ en la esfera, debajo de Speedmaster. El 20 de julio de 1969 el mundo asistió en directo al primer alunizaje de un ser humano. Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins llevaban ceñido al traje espacial sus propios Speedmaster Professional, un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para... Omega. Nacía una leyenda de la relojería de un modelo tan reconocible tanto por su esfera como por las palabras que desde entonces lleva en su tapa trasera: “First and Only Watch Worn on the Moon”.

Cartier Santos, el primer reloj de pulsera del mundo

Creado en 1904, se basa en el concepto de la forma, el gusto por el minimalismo, la precisión de las proporciones y la atención a los detalles. Una obra maestra inspirada en las orugas de los tanques de la Primera Guerra Mundial y diseñado por Louis Cartier para el piloto pionero y amigo personal Alberto Santos Dumont. Considerado el primer reloj de pulsera masculino, es, sin duda, el candidato perfecto para quienes buscan un modelo vintage. La pieza, que sigue manteniendo su nombre original, fue tan bien acogida que no sólo invadió las muñecas de los 80, sino que su diseño, todo un referente que trasciende las modas, sigue manteniendo por derecho propio su lugar en el olimpo de la relojería. Una pieza que ha sido portada por personalidades de la talla de Gary Cooper, Alain Delon, Diana de Gales, Yves Saint-Laurent o Catherine Denueve, entre muchos otros.

Rolex Submariner, la maestría técnica de la hermeticidad

Hablamos del reloj más icónico de la historia. Este modelo marcó un hito en la historia de la relojería y se convirtió en el instrumento de buceo por excelencia gracias a que su bisel giratorio permitía a los submarinistas leer el tiempo de inmersión. En concreto, en junio de 1953 se transformó, con permiso del Blancpain Fifty Fathoms, o sin él, en el primer reloj de buceo hermético hasta 100 metros (330 pies).

Una pieza que ha evolucionado para adaptarse a las exigencias actuales, pero manteniendo su esencia y aumentando sus prestaciones. Un reloj precioso y preciso, robusto, fiable, con mínimo mantenimiento y exquisito servicio técnico.

Sean Connery lo convirtió en su compañero inseparable en ‘Dr. No’ (1962), su primera película de la saga Bond y era raro ver a Steve McQueen sin lucir su 5512 en su día a día... y eso que ‘The King of Cool’ era la imagen publicitaria de una marca de la competencia. Un clásico atemporal, perfecto para ir de sport o de traje, que se revaloriza casi cada día.

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