Aún no sabemos cómo se llama a los fans de Bruce Springsteen. ¿Bossistas? ¿Brucistas? ¿Springsteens? Los de Taylor Swift lo tienen claro -son los swifties-, pero lo que los seguidores de The Boss sí saben y tienen asegurado es que cualquier concierto del músico y su E Street Band siempre es un auténtico espectáculo. Así lo demostraron una vez más en el concierto de este miércoles en la capital; un show, un canto a la vida, que sólo ellos saben montar. Lo repetirán este viernes y el lunes 17 en el estadio Metropolitano de Madrid..., porque el jefe y su banda son de otro planeta.
Tras un ligero retraso, se escuchó un "Hola Madrid, ¿Estáis preparados?". Ahí estaba. Con casi 75 años, y ante un Bruce Springsteen más melancólico que en otras ocasiones pero igual de rockero que siempre, el músico ha vuelto a demostrar que lo suyo es pasión por la música, que tiene cuerpo y ganas para rato. Empezó cañero, con un repertorio de clásicos que mantuvo al público entregado gracias a éxitos como Lonesome Day, No Surrender, Two Hearts, Darkness On The Edge Of Town y otras más recientes, como Ghosts.
She is the one, My Hometown o The River iluminaron el estadio Metropolitano con linternas de teléfonos móviles que no se vieron demasiado durante el resto del show, buena señal que reflejó que la gente estaba pendiente de lo único importante. El momento más emotivo quizá fue Last Man Standing, un homenaje a The Castiles, su primera banda, de la que es "el único superviviente".
El broche de oro llegó al final, con las luces del Metropolitano encendidas y los clásicos Dancing in the dark, Badlands, Thunder Road, Born to run o Twist and Shout, que nos hicieron vibrar hasta el infinito. Por último, el adiós con I'll See You In My Dreams. Y nos verá mañana, y al otro, y al otro..., porque lo de The Boss no se acaba nunca.