Si Hollywood tuviese un panteón de sus noches más grandes, la del 2 de marzo de 2025 entraría en la historia con letras doradas. A los pies de las colinas que han visto nacer y morir a tantas estrellas, el Dolby Theatre volvió a encender sus focos para celebrar la 97ª edición de los Premios Oscar.
La gran vencedora de la noche fue Anora, el drama dirigido por Sean Baker. Venía con el aura de favorita y cumplió con todas las expectativas: se llevó cinco estatuillas, entre ellas las más codiciadas: Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Guion Original y Mejor Actriz. En el escenario, Baker, que ha hecho de los márgenes su territorio narrativo, agradeció entre susurros a todo un equipo que ha transformado una historia pequeña en un fenómeno global. "El cine sigue siendo la forma más honesta de contar la verdad", dijo, con la emoción contenida de quien no se cree del todo lo que está viviendo.
Más allá de los premios, la gala también dejó espacio para los encuentros que parecen guionizados por la misma industria que premia: en la alfombra roja, Demi Moore y Whoopi Goldberg se encontraron frente a frente, como si alguien hubiese decidido que era hora de traer de vuelta el espíritu de Ghost. Se abrazaron, rieron y recordaron a Patrick Swayze, como si en ese momento, en esa burbuja de flashes y micrófonos, el tiempo hubiese dado un paso atrás para permitirles revivir una historia que pertenece tanto al cine como a la gente.
No hubo sorpresas con el Oscar a Mejor Actriz de Reparto, que se lo llevó Zoe Saldaña por su papel en Emilia Pérez. "Este premio es para todas las actrices que alguna vez pensaron que no encajaban en esta industria", dijo, con la voz quebrada y la estatuilla temblando en sus manos. En un año con interpretaciones femeninas de gran nivel, la actriz dominicana-puertorriqueña brilló en un papel complejo que la llevó a explorar registros nunca antes vistos en su carrera. "Este es un sueño que pensé que nunca se haría realidad", dijo Saldaña, visiblemente emocionada, al recibir su primer Oscar. Su discurso, en el que reivindicó la diversidad y la importancia de los relatos latinoamericanos en Hollywood, fue uno de los más ovacionados de la velada.
Kieran Culkin fue galardonado como Mejor Actor de Reparto por su papel en A Real Pain. En esta película, dirigida por Jesse Eisenberg, Culkin interpreta a Benji Kaplan, un hombre que lucha contra la depresión mientras busca sus raíces familiares en Polonia. Este reconocimiento marca un hito significativo en la carrera de Culkin, que ha alcanzado en los últimos años su mayor reconocimiento por su trabajo en la serie Succession.
Tampoco sorprendió la categoría de Mejor Actor: Adrien Brody, eterno enfant terrible de Hollywood, subió al escenario con el mismo porte melancólico con el que interpretó a su atormentado arquitecto en The Brutalist.
El momento más esperado llegó cuando Morgan Freeman apareció en el escenario para rendir homenaje a Gene Hackman, fallecido apenas unas semanas antes. "Nuestra comunidad ha perdido a un gigante. Yo he perdido a un amigo", dijo Freeman. Durante un minuto, el Dolby Theatre se quedó en silencio.
Pero si hubo un momento que dejó a todos en estado de shock fue el Oscar que se le escapó a Demi Moore. La actriz, que había deslumbrado con su papel en La Sustancia, llegaba como favorita a la categoría de Mejor Actriz, pero la estatuilla terminó en manos de Mikey Madison por su interpretación enAnora. La joven actriz, prácticamente desconocida hasta la fecha, logró cautivar a la Academia con un papel de una intensidad arrolladora que dejó sin opciones a la veterana Moore. En la sala, la sorpresa fue evidente; muchos esperaban ver a Moore, en su regreso triunfal a la gran pantalla, recoger el premio que parecía destinado para ella.
La gala terminó como suelen terminar estas noches: con un susurro de emociones, con un puñado de estatuillas elevadas al cielo y con la certeza de que el cine, al final, sigue siendo el mejor narrador de nuestras historias. En la madrugada de Los Ángeles, con la resaca de la gloria todavía en el aire, Hollywood vuelve ahora a dormirse con la sensación de que, por una noche, todo ha encajado a la perfección (excepto para Demi Moore).
The Brutalist, el drama arquitectónico que conquistó los Oscar 2025
