La esperada boda entre Jeff Bezos, fundador de Amazon, y la periodista Lauren Sánchez, se ha convertido en uno de los eventos más comentados y controvertidos del año. Lejos de ser una celebración íntima o discreta, la boda se está desarrollando en un contexto de fastuosidad extrema en Venecia, una ciudad que parece haber sido transformada durante varios días al servicio de la pareja y sus invitados. Lo que en un principio debía ser una gran fiesta romántica, ha acabado generando un aluvión de críticas por su impacto en el espacio público y por la gestión de los recursos durante los días previos a la ceremonia.
El evento, que tiene lugar del 24 al 26 de junio de 2025, está atrayendo a una élite de invitados internacionales, incluidos nombres como Leonardo DiCaprio, Kim Kardashian, Bill Gates, Lady Gaga, Ivanka Trump o Oprah Winfrey. La ciudad, una de las más turísticas y delicadas del mundo por su arquitectura e infraestructura, ha tenido que adaptarse a una celebración que, por sus dimensiones, se asemeja más a una cumbre de líderes mundiales que a una boda tradicional. Uno de los puntos más criticados ha sido la expulsión de huéspedes del hotel Aman Venice, uno de los más lujosos de la ciudad, para alojar en exclusiva a la pareja y su séquito. Según varios medios, personas con reservas ya confirmadas fueron avisadas en el último momento de que no podrían quedarse, y se les ofreció alojamiento alternativo. Aunque el equipo de organización cubrió los costes, la medida fue interpretada como un símbolo del poder económico que Bezos puede ejercer sin apenas obstáculos. Otros hoteles de cinco estrellas, como el Gritti Palace, el Belmond Cipriani o el St. Regis, también han sido parcialmente reservados para la ocasión, bloqueando la disponibilidad de alojamiento en una ciudad que, de por sí, vive tensionada por el turismo masivo.
A nivel de seguridad y logística, la situación no ha sido más sencilla. Se ha desplegado un importante operativo de vigilancia para proteger a los asistentes, y los traslados entre eventos se están realizando mediante flotas privadas de taxis acuáticos y barcos de lujo, que han alterado el funcionamiento habitual de los canales. Pero el mayor sobresalto vino con el cambio de ubicación de la fiesta final: inicialmente prevista en la Scuola Grande della Misericordia, tuvo que ser trasladada en el último momento al Arsenale, un antiguo astillero militar. El motivo: protestas anunciadas por colectivos ecologistas y ciudadanos, que habían preparado manifestaciones con pancartas y hasta cocodrilos hinchables como símbolo de rechazo a lo que consideran una “privatización” de Venecia.
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Greenpeace y otros movimientos sociales locales no han dudado en expresar su descontento. Denuncian que eventos como este refuerzan la percepción de que los ultrarricos pueden apropiarse del espacio urbano y del patrimonio histórico a su antojo. "Es de lo más vergonzante que se ha visto nunca", declaró un portavoz ciudadano a medios italianos. "Esto sienta un precedente peligroso: cualquier millonario puede ahora pensar que, con suficiente dinero, puede alquilar una ciudad entera". Las pancartas en el Puente de Rialto y la Plaza de San Marcos rezaban lemas como "Venecia no está en venta" o "Nuestro patrimonio no es tu fiesta privada".
A pesar de la controversia, Bezos y Sánchez han seguido adelante con una agenda cuidadosamente planeada. La ceremonia religiosa se celebra en la iglesia de San Giorgio Maggiore, un lugar con vistas espectaculares a la laguna. La novia, según se ha informado, llevará hasta 27 vestidos diferentes a lo largo de los tres días, firmados por casas como Versace, Dolce & Gabbana u Oscar de la Renta. La decoración y la producción del evento corren a cargo de Lanza & Baucina, expertos en eventos de alto nivel, mientras que la música y el entretenimiento están previstos al más puro estilo hollywoodiense.
Intentando contrarrestar las críticas, la pareja ha pedido a sus invitados que en lugar de regalos realicen donaciones a proyectos de conservación de Venecia. Además, han prometido hacer una donación significativa, de alrededor de un millón de euros, para apoyar la investigación sobre la protección de la laguna veneciana frente al cambio climático. Sin embargo, estas buenas intenciones no han sido suficientes para calmar los ánimos. La sensación entre muchos venecianos es que su ciudad se ha convertido en un parque temático de lujo para multimillonarios, con eventos como este exacerbando los problemas de gentrificación, encarecimiento de precios y pérdida de identidad local.
