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Gastronomía

Literatura, tango…esencia de ÁSTOR, referente de la cocina fusión en el barrio de La Latina

Por Redacción Capital

El compositor argentino Astor Piazzola revolucionó el mundo del tango abriendo el género a nuevos estilos como el jazz o la música clásica. Y en ello se ha basado Ástor, el restaurante que ha sabido fusionar la cocina argentina con las peruanas nikkei y chifa, la italiana, la francesa y, por supuesto, la española. Y es detrás de este están dos parejas emprendedoras. El argentino Andrés Olivares y la vallisoletana Raquel Choya, desde el principio tuvieron claro que el compositor era su gran ejemplo en esta aventura. Otro elemento característico son los cuervos de cerámica repartidos por el salón del restaurante, su símbolo. Un claro homenaje al poema ‘El Cuervo’ de Edgar Allan Poe, en el que Andrés Olivares se inspiró para crear la imagen corporativa del restaurante.

Con un romántico local en la calle del Almendro, ahora Ástor Puerta Cerrada es su buque insignia, situado entre las calles Segovia y Tintoreros, donde destaca una cocina de autor que se fundamenta en productos frescos con un enfoque innovador y vanguardista. Este “hermano mayor” cuenta con un espacio, dividido en dos plantas, con capacidad para 81 personas, entre su restaurante, su salón privado y su terraza. Tranquilidad y calma en pleno centro de la ciudad para disfrutar de una experiencia gastronómica única, con una cocina de autor que se fundamenta en productos frescos y de alta calidad con un enfoque innovador y vanguardista.

Las personalidades de los dueños determinan el carácter ecléctico de la carta del restaurante. Y es que sus recetas tienen toques de Argentina, Perú, Valladolid, Italia…dando lugar a una esencia única. Una mezcla multicultural que da identidad a una cocina que cruza fronteras y despliega sus mejores encantos en platos como el risotto de nuez garrapiñada y pera macerada; el ceviche frito de cazón al estilo jalea; o el tartar de salmón con yuca frita a la huancaína.

El lado argentino de Ástor lo conocemos a través de sus empanadas de espinacas, queso mozzarella y uvas pasas, su provoleta, un auténtico parrilero con pimientos rojos asados y aceite infusionado con ajo y albahaca; de sus excepcionales carnes como la gran hamburguesa de buey de 250 gramos, su increíble ojo de bife de vaca de la raza Hereford, procedente de la Pampa argentina, con patatas especiadas, ensalada de rúcula, cherries y aliño casero de mostaza de Dijon y, que viene con chimichurri casero. De la misma raza de vaca son sus albóndigas emulsionadas en nata y orégano con salsa parmeggiano. Y, por supuesto, en los postres, entre los que sobresale la famosa chocotorta argentina, un bizcocho de chocolate con de dulce de leche.

En su oferta hay también recetas francesas e italianas como la pasta casera o tagliatelle, con salsa de trufa. Y lo mejor, toda la carta es apta para celíacos. Tampoco falta la presencia de clásicos del tapeo como los boquerones en vinagre, sus croquetas de jamón ibérico sobre puré de guisantes o las de bacalao con láminas de katsuobushi y salsa picante de tomate y naranja, la degustación de quesos, embutidos, cecina de León o jamón ibérico de bellota 100% DOP Guijuelo.

Por otro lado, en la bodega del restaurante se fusionan la tradición y la innovación. Con una cuidadosa selección de referencias de blancos, tintos, jerez y espumosos procedentes de España, Francia, Argentina, Australia y Nueva Zelanda, ofrece una experiencia única. Aquí, también, el arte de la mixología alcanza nuevas alturas bajo la dirección del limeño Renato Medina.

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