Para llegar a esta isla del Tesoro, como llaman a Mull, basta con cruzar desde Glasgow en ferry hasta las llamadas Hébridas, han comenzado a llegar turistas concienciados y amantes de la naturaleza
En las Islas Hébridas el turismo es el gran descubrimiento. Desde hace unos años, han comenzado a llegar turistas concienciados y amantes de la naturaleza. Los aficionados a la observación de aves o al estudio de formaciones geológicas han descubierto un nuevo paraíso. Sólo un endiablado viento parece volver locas a las negras masas cargadas de nubes… “Aquí no tenemos estaciones… Tenemos días…”, dicen los lugareños.
Son estas islas de piratas y leyendas, como la de Tobermory, la principal población de la Isla de Mull, situada en torno a una ensenada en la que en 1588 fue volado el galeón español Florida, perteneciente a la Armada Invencible. El galeón iba cargado de oro y durante siglos se hicieron multitud de intentos de recuperar el tesoro perdido en el mar sin conseguirlo.
Por eso, la leyenda de este lugar sigue creciendo.
Para llegar a esta isla del Tesoro, como llaman a Mull, basta con cruzar desde Glasgow en ferry con la recompensa de contemplar un paisaje inédito y poco frecuentado por el turismo internacional. También resulta muy sencillo llegar a otra de las islas interiores, la de Skye, que dispone desde hace algunos años de un puente de peaje, muy cómodo, aunque no muy bien visto por los isleños. También hay ferrys que van desde Glasgow al resto de las Hébridas Interiores: Arran, Islay, Jura y Mull.
Como visitantes, lo más sencillo y apetecible es quedarse en Skye y Mull, bastante bien preparadas para quienes se animan a conocerlas. En Mull uno tiene la sensación de haber llegado al fin del mundo. Su paisaje accidentado está jalonado por granjas y algún torreón solitario sobre las colinas de la costa, que nos hablan de su importancia en otros tiempos y de la necesidad de defenderse y su carácter místico. En los días de lluvia, que son numerosos, todo el paisaje cobra una extraña espiritualidad difícil de encontrar en otras partes.
La islita de Iona, junto a Mull, es un lugar de peregrinación ya que es la cuna del cristianismo escocés. Es una isla de larga historia, ligada a la llegada del monje irlandés San Colombano a Escocia (en el año 563). Tras su muerte, su tumba se convirtió en lugar de peregrinaciones. Daneses, noruegos y escoceses se disputaron sus dominios durante siglos pero cuando definitivamente volvió a manos escocesas, sus reyes la eligieron para albergar sus sepulturas.
Su minúscula catedral y su cementerio atraen todavía a miles de visitantes, tras haber inspirado a poetas e incluso a músicos: Félix Mendelssohn se inspiró en las cercanas cuevas de Fingal's Cave para su poema sinfónico Hébridas. Aún conociendo su historia, resulta sorprendente encontrar en su cementerio las tumbas de una larga lista de reyes. El último de los monarcas enterrado aquí fue Duncan I (1034-1040) asesinado por Macbeth.
Entre los principales reclamos turísticos de Mull destacan el Duart Castle, un castillo restaurado famoso por ser la sede del Clan MacLean, y la mansión victoriana de Trosay House. Mull presume también de contar con el teatro profesional más pequeño de Gran Bretaña, el Mull Little Theatre, con sólo 43 butacas. Pero lo más atractivo es sin duda la posibilidad de caminar a lo largo de las costas de Mull para llegar a sitios como The Burg, con un antiquísimo árbol fósil que figura en todas las guías. De vuelta a nuestro hotel, un primer sorbo de whisky nos ayuda valorar mejor la experiencia.