Con casi dos millones y medio de seguidores en redes sociales y una trayectoria editorial en constante crecimiento, Óscar Alonso (Bilbao, 1983), conocido como 72 Kilos, se ha consolidado como uno de los ilustradores más queridos del panorama cultural actual. En sus dibujos hay una mezcla de minimalismo y profundidad, de ternura y reflexión, que ha conseguido acompañar a miles de personas en momentos esenciales de la vida: desde el amor hasta el duelo, pasando por la gratitud, el crecimiento personal o la necesidad de parar.
Ahora regresa con El pequeño libro de las madres, publicado por Ediciones B (Penguin Random House), una obra de 128 páginas que combina ilustración, frase breve y narrativa emocional en un formato ya característico: cuadrado, compacto y ligero, pero cargado de sentido. "Es un libro que puedes abrir por cualquier página, como quien saca una carta al azar. Y a veces, justo lo que necesitas está ahí", dice.
Este nuevo volumen es el segundo de su colección de "pequeños libros" dedicados a temas universales. El primero, El pequeño libro del amor, fue un éxito de ventas y conectó con miles de lectores. "Quería seguir explorando esta idea de libros temáticos, pequeños pero potentes", explica. "Y el siguiente paso natural era hablar de las madres. Porque, de un modo u otro, todos llevamos una madre dentro".

Óscar Alonso (72 Kilos): “El mayor reto de ‘El pequeño libro de las madres’ ha sido todo lo que he tenido que dejar fuera”
Pero también sabía que se enfrentaba a un terreno emocional complejo. "No todas las madres son iguales. No todas las historias con madres son felices. Y yo quería hacer un libro que fuese acogedor también para quien tuviera una relación difícil con la suya, o para quien ya no la tiene. Por eso hay gratitud, pero también hay memoria, hay distancia, hay huecos".
Uno de los grandes desafíos, de hecho, fue el proceso de selección. "Tenía cientos de frases y dibujos que me gustaban. El problema no era crear, sino elegir. Lo más difícil ha sido dejar fuera cosas que me encantaban". Algunas viñetas ya habían sido publicadas en redes y funcionaron tan bien que sabía que debían estar. Otras son totalmente inéditas. "Me apetecía también sorprender. No todo puede ser previsible. Hay frases que no sé si van a funcionar, pero necesitaban estar".
El libro es también un recorrido personal: "He pensado mucho en mi relación con mi madre, en los gestos, en las palabras, en lo que nunca dijimos. Es un ejercicio emocional muy fuerte. Mientras dibujaba, volvía constantemente a escenas de mi infancia".
Una de las frases más destacadas del libro dice: "Gracias, mamá, por cogerme de la mano, primero, y por dejarme volar, después". Cuando se le pregunta si recuerda ese momento en su vida, responde: "No con una fecha exacta, pero sí en ciertas conversaciones. Recuerdo cuando me dieron dinero para comprar un disco. Me sentí mayor, pero a la vez protegido. Esa mezcla de autonomía y cuidado es algo que ahora valoro mucho más".
Como padre, el artista vive ahora ese proceso desde el otro lado. Tiene dos hijos, uno de ocho años y otro que está a punto de cumplir seis. "Empiezo a ver en ellos eso de soltar. El otro día fueron solos a jugar al tenis y sentí que estaban empezando a volar. Es muy emocionante. Y te remueve, claro".
El primero en leer el libro fue Telmo, su hijo mayor. "Se lo leyó entero, pasando páginas muy concentrado. Algunas cosas no las entendía del todo, pero otras le hicieron preguntas. Me gusta pensar que un día, dentro de muchos años, recordará ese momento en el sofá, leyendo conmigo". Y la segunda lectora fue su madre. "Me dijo: 'No lo voy a leer delante de ti porque me voy a poner a llorar'. Y lo hizo sola. Es bonito que lo sintiera tan suyo. Este libro también es para ella".
Óscar Alonso (72 Kilos): “Normalmente escribo primero y luego dibujo. Pero también dejo que las imágenes me lleven”
Pero El pequeño libro de las madres no es solo un trabajo personal. Es, sobre todo, una obra que recoge lo colectivo. La comunidad que 72 Kilos ha construido en redes sociales es una de las más activas y respetuosas del mundo creativo digital. "Me escriben muchas personas contándome historias muy profundas. Me dicen que una viñeta les ayudó a reconciliarse con su madre, o que la usaron para despedirse. Hay gente que me cuenta cosas que no le ha contado ni a sus amigos".
Y esa carga emocional, a veces, pesa. "Tengo que aprender a poner distancia. Porque si no, te lo llevas todo puesto. Y no se puede vivir al límite emocional todo el rato. Admiro mucho a los sanitarios, a los psicólogos, a quienes están cerca del dolor todo el día. Yo no podría".
En cuanto a su proceso creativo, reconoce que cada viñeta tiene una vida propia. "Normalmente escribo primero y luego dibujo, pero no siempre. A veces una imagen me lleva a una frase. Depende. Viene de mi etapa como redactor publicitario, donde tenía que adaptarme al lenguaje visual".
Sobre sus referentes, sorprende: no se alimenta de otros ilustradores. "Intento no mirar demasiado lo que hacen los demás. Me da miedo copiar sin querer. Me inspiro más en el cine, la música, la fotografía. Wes Anderson, Celine Song... artistas que trabajan la emoción desde otro lenguaje".
La comunidad que 72 Kilos ha construido en redes sociales es una de las más activas y respetuosas del mundo creativo digital: "Me escriben muchas personas contándome historias muy profundas. Me han llegado a contar, por ejemplo, que una viñeta les ayudó a reconciliarse con su madre"
También es consciente del ruido de las redes sociales. "Instagram te lo da todo tan fácil que cuesta parar. Por eso me obligo a desconectar, a leer libros lentos, ver películas exigentes, salir a correr sin auriculares. Hay que tomar distancia para que lleguen ideas nuevas".
Cuando se le pregunta por su libro más especial, no duda: Las vidas que dibujamos. "Fue el primero. El salto. El momento en que todo esto empezó. Ver un libro tuyo, con tapa dura, en una librería, es algo que no se olvida".
Sobre el futuro, tiene claro el deseo: “Seguir viviendo de mis ideas. Seguir dibujando, explorando. Probar nuevos formatos. Que este lenguaje siga vivo, y que si un día deja de tener sentido, sepa soltarlo. Pero de momento, aún tengo mucho que contar”.
“A veces, una sola frase puede acompañarte toda la vida”
El ilustrador de las emociones
72 Kilos nació como un reto personal. Óscar Alonso quería perder peso, dibujar cada día, correr una maratón, y en el camino acabó encontrando una comunidad. Lo que empezó como un blog con humor gráfico se transformó en una voz poética, casi terapéutica, que ha acompañado a millones de lectores en momentos importantes de sus vidas. Su cuenta de Instagram se ha convertido en una especie de refugio emocional, una suerte de oráculo moderno que no da respuestas absolutas, pero sí ofrece preguntas que tocan lo esencial.
El artista tiene algo que no todos los autores visuales poseen: intuición para lo invisible, capacidad para traducir la vulnerabilidad en una frase de seis palabras. Sus personajes no tienen rostro, pero son profundamente humanos. Sus historias no tienen nombres propios, pero son reconocibles. En tiempos de ruido y velocidad, su obra es un acto de pausa.
Lo que hace 72 Kilos es mucho más que ilustrar. Es escuchar sin oír, decir sin imponer, conectar sin invadir. En sus viñetas cabe el amor, la enfermedad, la pérdida, el humor, la espera, la ternura, la esperanza. Y eso explica por qué tanta gente ha hecho suyas esas imágenes.
Cada libro nuevo, cada frase, cada trazo, forma parte de un proyecto mayor: ayudar a la gente a mirar dentro. Y quizás por eso, cuando dice que este libro es para todas las madres del mundo, también está diciendo que es para todos nosotros. Porque todos, en algún momento, hemos sido hijos, y todos necesitamos que nos recuerden que está bien recordar, agradecer, soltar y querer. 72 Kilos no dibuja para gustar. Dibuja para que te sientas un poco menos solo.



