El sector fotovoltaico español, así como el de las energías renovables en general, entra en una fase decisiva para su desarrollo. El cambio climático no espera a nadie y mitigarlo es cada vez más urgente, por lo que el desarrollo de las energías renovables es, además de estratégico, imprescindible.
En este ahora o nunca en el que estamos de emergencia climática, la actualización del nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2023-2030 (PNIEC) se presenta como una esperanza tanto para la implementación y generación de energías limpias como para la propia sociedad. No obstante, el reto estriba en llevar a la práctica de manera óptima una apuesta teórica que dispara los objetivos de renovables, almacenamiento, biometano e hidrógeno verde.
Si analizamos el presente energético del país con perspectiva de futuro, la apuesta por el almacenamiento y la electrificación serán claves para aumentar el porcentaje de renovables en nuestro modelo energético, ya que el transporte y los usos térmicos continúan siendo el verdadero nudo gordiano de una transición energética que da muestras de preocupante ralentización en el último año.
Hay que tener en cuenta que tan importante como tomar las medidas adecuadas es tomarlas en el tiempo adecuado y, debido a la lentitud de décadas anteriores y a la falta de unidad de acción, afrontamos una carrera contra el reloj ante el ya muy avanzando calentamiento global. Haríamos un camino más efectivo si se eliminara la gravosa burocracia que retrasa los procesos hasta el marasmo, así como el exceso de permisos solicitados para la integración de nuevos proyectos que, en la mayoría de los casos, no sólo tienen un impacto decisivo en la transición energética, sino también en la estimulación de la economía y el empleo.
El nuevo PNIEC mantiene y certifica cifras muy exigentes, pero la realidad de los últimos años es que la demanda no está creciendo como se preveía, agravando vertidos y apuntalamientos. Del mismo modo, el autoconsumo continúa sumido en su ralentización tras el máximo de potencia instalada, que data de 2022.
“Los precios mínimos en el mercado eléctrico no han tenido respuesta del regulador y el mensaje a los inversores es claro: si el precio cae, estarán solos”
El impulso que necesitamos para revertir este decrecimiento e impulsar el ritmo de la descarbonización pasa por fomentar la electrificación de la industria, así como apostar por el coche eléctrico y por tecnologías renovables térmicas y por los gases renovables, con el biometano como la solución más cercana.
Todo lo anterior tiene que ir acompañado, como decíamos al principio, por una burocracia más efectiva y mucho menos invasiva y, por supuesto, por la imprescindible colaboración público-privada, ya que las inversiones -tanto nacionales, como extranjeras- son la energía esencial para el futuro descarbonizado al que aspira nuestro país.
Las situaciones que hemos vivido durante la pasada primavera, con precios récord mínimos en el mercado eléctrico, no han tenido respuesta por parte del regulador, lo que manda un mensaje claro a los inversores: si el precio cae, estarán solos. Es necesario, por tanto, que se prioricen las tecnologías más alejadas de los objetivos con subastas específicas y que se establezca un marco regulatorio que proporcione seguridad frente a un mercado volátil; esto es fundamental para atraer inversión privada.
Es muy pertinente que el nuevo PNIEC signifique en su actualización la necesidad de reducir la dependencia energética hasta en un 50%, mejorando en un 11% lo establecido en el de 2021. Del mismo modo, hay que apreciar su intención de aumentar el número de coches eléctricos en más de 5 millones con respecto a las previsiones anteriores. No obstante, para cumplir con esas cifras que, en realidad, hasta el momento son meras expectativas, hay que dar una respuesta conjunta tanto administraciones como empresas y sociedad civil.
Sin la colaboración y el impulso conjunto, no habrá una descarbonización real y efectiva. Estamos en un auténtico ahora o nunca para el sector fotovoltaico español, pero, sobre todo, estamos ante un ahora o nunca para el sector de las energías renovables, para la viabilidad de nuestra sociedad y para el propio futuro del planeta.
